Educar en libertad y responsabilidad

Mañana se inician oficialmente las clases y, con ellas, una etapa cuya finalidad es que los estudiantes adquieran los elementos culturales básicos; aprendizajes relativos a la expresión oral, la lectura, la escritura y el cálculo aritmético, así como una progresiva autonomía de acción en su medio. Pero esta última solo será posible si se educa en libertad y con responsabilidad desde los primeros años de vida.

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Educar no es otra cosa que enseñar a los hijos a ser libres de verdad, de manera que puedan ser felices, hacer felices a los demás y, luego, ser inmensamente felices en la vida futura. Pero para que esto se haga realidad, se debe educar en las aulas, desde pequeños, con libertad y responsabilidad, y trasladar similares planes de acción al hogar.

Solo trabajando en conjunto se pueden lograr resultados efectivos y reales. Esta relación de confianza es la que matiza, determina y da forma al binomio familia-escuela, que debe estar marcada por una actitud de responsabilidad compartida y complementaria en la tarea de educar a los hijos. Por lo tanto, implica una verdadera relación de comunicación, en la que padres y maestros establecen una vía abierta de información y orientación sobre la educación de los hijos, constructiva y exenta de tensiones por el papel que cada uno desempeña.

Para la licenciada en Ciencias de la Educación, Monserrat Lobo, educar en libertad es un gran desafío que tienen tanto educadores como padres, ya que implica acompañar a los niños y adolescentes durante un proceso en el cual deben aprender a ser autónomos, tomar sus propias decisiones y, por lo tanto, asumir las consecuencias.

“En esto consiste la libertad responsable: no se estaría educando en libertad si se permite a niños y adolescentes hacer y decir lo que quieran, cuando y como quieran, solo con el justificativo de que son ‘libres’. Educar en libertad implica acompañarlos en este proceso, marcando sus errores y aciertos desde el rol de adultos”, afirma Lobo, quien también es directora del colegio Santa Elena.

Insiste en que una buena educación para la libertad hace posible que los hijos, en el futuro, sean personas responsables y felices, capaces de actuar y vivir conforme al bien real de las cosas y no según el dictado de las modas imperantes.

Tarea conjunta

Si padres y profesores colaboran en la tarea educativa, definitivamente, en la sociedad actual sería posible formar personas maduras y responsables. No se puede olvidar que los padres son los primeros responsables de la educación de sus hijos, pero la parte académica –al estar regulada por la autoridad educativa– compete directamente a los profesores. Es fundamental educar sumando fuerzas de padres y profesores, para ayudar a los jóvenes a alcanzar su madurez intelectual y personal.

Para Lobo, actualmente, la sociedad se encuentra ante un fenómeno social en el que los padres –muchas veces en un exagerado amor mal entendido– sobreprotegen a sus hijos, guardándolos de cualquier problema u obstáculo que aparezca en su camino.

“No dejan a sus hijos equivocarse, perder, frustrarse y, mucho menos, sufrir. Sin embargo, en este afán terminan viviendo la vida de sus hijos y ellos van creciendo sin poder adquirir la capacidad de crear su propia identidad, construir su propio proyecto de vida, asumir riesgos, tomar decisiones y, menos aún, asumir las consecuencias”, analiza.

¿Qué se logra con esta actitud? Lobo expresa que solamente entorpece el desarrollo integral de los niños y adolescentes. “Un ejemplo de esto en la etapa escolar es que los niños ya no necesitan anotar sus tareas sino que los padres se encargan de averiguar y pasar por el grupo de WhatsApp a todos los otros padres del grado, y si existe algún error, van directo a quejarse a la profesora o directora del colegio. Esta misma dinámica se da en muchas otras situaciones en los colegios, cuando se aplica una sanción, se da una indicación, o los niños tienen problemas de relacionamiento”, dice. Agrega que son nuevamente los padres quienes acuden al colegio para tratar de evitar a sus hijos los problemas o resolviéndolos por ellos. “La cuestión es que, a raíz de esto, nos encontramos con un niño o adolescente que queda atrapado en medio de un tira y afloje de palabras que van en distintas direcciones. Deben dejar poco a poco de ser imprescindibles y animar a los niños para que tomen sus propias decisiones. Deben dejar que asuman las responsabilidades indicadas desde las instituciones educativas. Esto también va a ayudar a los padres a lograr el difícil equilibrio entre la innata tendencia a proteger a los hijos y la necesidad de ir soltando hilo, para que ellos acaben valiéndose por sí mismos. Esto supone no solo que los menores aprendan a hacer cosas por sí mismos, sino también a ser responsables de sus actos, de las directivas que reciben en sus colegios; aprenden a superar las dificultades, y a saber decidir y decir ‘no’ ante situaciones que no deseen”, sostiene la magíster en Educación.

Para que un niño se convierta en un adulto independiente y responsable, se le debe empezar a enseñar desde la primera infancia, tanto en el colegio como en la casa. Y esa educación debe estar destinada a que sepa valerse por sí mismo y vaya adquiriendo responsabilidades poco a poco. Esto supone, también, dejar que cometa equivocaciones, asuma las consecuencias de sus actos y aprenda de sus errores. Hay que tener en cuenta que si los niños aprenden desde pequeños a ser autónomos y asumir pequeñas responsabilidades, cuando crezcan, van a estar preparados para afrontar compromisos más importantes y resolver los conflictos más graves que tendrán a lo largo de su vida.

Y en este cometido es esencial la elección de una institución educativa que llene las expectativas de los padres. Para Lobo, al elegir el colegio, los padres asumen respetar el estilo educativo del centro y este se compromete a dar lo que ha ofrecido en el momento de la admisión de sus hijos. “Los padres saben que sus hijos deben aprender a asumir un nivel de responsabilidad y compromiso superior al de las últimas décadas. Ni las familias ni las instituciones pueden permitir los niveles de fracaso escolar que se dan cuando el hedonismo predomina en la juventud. No se debe temer a la libertad, sino a la falta de responsabilidad al ejercerla o el hecho de tener un concepto erróneo de lo que supone ser libre. Educar en libertad comporta asumir riesgos. En las circunstancias actuales, ante las dificultades que encuentran los jóvenes, es urgente que la familia y el colegio tengan unidad de criterio en lo esencial”, insiste la licenciada en Ciencias de la Educación.

Los padres deben elegir con mucha atención el colegio al cual van a mandar a sus hijos, ya que debe existir una coherencia entre lo que como padres quieren inculcar a sus hijos y la filosofía de la institución. Una vez que comienza esta relación, debe estar basada en la confianza, ya que la mejor manera de educar en libertad es a través de un trabajo conjunto entre la familia y el colegio.

Finalmente, la entrevistada afirma que educar en libertad es de vital importancia en los tiempos de hoy, de cambios vertiginosos, inmediatez tecnológica y consumismo exagerado. “Es nuestro deber formar a los niños y adolescentes para que se conviertan en personas capaces de discernir lo correcto, elegir el mejor camino, tomar decisiones para el cambio, sentirse parte de la sociedad e involucrarse en buscar un país mejor; en conclusión, niños y adolescentes capaces de ejercer una ciudadanía responsable, comprometidos en la construcción de un Paraguay mejor para todos”.

Producción: Víctor Flores.

Modelos: Giuliano Yakusik Bareiro, Nicole Sarubbi Gill y Fiorella Parini Báez.

Las prendas y artículos escolares son de Unicentro.

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