Edén en medio del conflicto

Bienvenido a los Altos del Golán, un lugar ubicado entre las fronteras de Israel, Siria y Líbano, en el corazón del cálido y vibrante Oriente Medio.

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Manantiales que dan origen al río más simbólico del cristianismo, fértiles valles salpicados por espejos de agua repletos de aves autóctonas y migratorias, un gigante nevado que parece vigilar a su alrededor, mientras el incesante subir y bajar de los teleféricos que transportan adeptos de los deportes invernales a su zona nevada, dejando a sus pies los viñedos que proveen materia prima para los famosos vinos que se ofertan en poblados que lo rodean.

De acuerdo a las noticias que de tanto en tanto recibimos a través de los medios, la descripción anterior de la meseta y sus alrededores, con seguridad, no coincidirá con nuestras expectativas del lugar. ¡Y habrá alguna razón para ello!

Los Altos del Golán, una meseta de 1165 m de altura, forman parte de un sistema montañoso sobre la unión de las placas sirio-africanas que cubre un área de 1600 km2, 1200 de los cuales se encuentran en territorio de Israel y el resto, distribuido entre Siria, Líbano y algo de Jordania.

Es considerado un sitio de superlativa importancia estratégica militar, pues desde sus alturas es posible tener en la mira tanto a Damasco en Siria como al resto de Israel y Líbano.

Ubicada en una zona de hostilidades frecuentes entre Siria e Israel, la meseta se encontraba bajo administración siria y eran frecuentes las denuncias de ataques a poblaciones israelíes cercanas.

Es por esta razón que los Altos del Golán se convirtieron en uno de los principales objetivos militares durante la Guerra de los Seis Días, en 1967, y la Guerra del Yom Kipur, en 1973, para ambas partes.

Luego de estos enfrentamientos, el Golán y el Sinaí quedaron en poder de Israel, pero este segundo territorio fue devuelto en su totalidad a Egipto tras el acuerdo de paz entre ambos países, a instancias de Jimmy Carter, presidente de los Estados Unidos.

No ocurrió lo mismo con Siria y, en 1981, los Altos del Golán fueron anexados a Israel, que desde entonces administra el lugar.

Aún con la evolución de las tecnologías militares, el Golán mantiene su importancia estratégica, pero más que por un posicionamiento militar, el área hoy es fundamental por la gran cantidad de agua dulce que se genera en una zona en la que el petróleo parece fluir de cualquier pozo en la tierra, pero no así el vital líquido.

Basta de guerras

Decir esto es técnicamente improbable, al menos por un buen tiempo, puesto que –de nuevo el término– “técnicamente”, Siria e Israel aún siguen en guerra desde 1973. Un simbólico “alto el fuego” es el garante de la paz en la zona. Sin embargo, a través de los años, el desarrollo dispar de ambas naciones en todas las áreas, sumado a la diferente intensidad de los problemas internos y sociales han traído una relativa calma, y los habitantes de, al menos un lado de la frontera, han podido desarrollar una producción agrícola y ganadera, tanto que los ganaderos del Golán son conocidos con el mote de los cowboys del Medio Oriente, por todo el esfuerzo y sacrificio que han tenido que sobrellevar.

Del lado sirio las cosas no han transcurrido de la mejor manera. Los conflictos tribales de un país extremadamente rico en gas y petróleo, en el que una minoría alawita (una rama del chiismo musulmán) gobierna con mano dura hace décadas, siendo Siria un país de mayoría sunita (la otra rama del islam), gracias al apoyo de dos poderosos e interesados vecinos: Irán y Rusia (antes, la Unión Soviética).

Enfrentamientos internos, intervenciones militares al vecino Líbano y las ganas de reactivar un conflicto con el otro vecino, Israel, han creado el ambiente propicio para que grupos radicales islámicos hagan de esa zona su “cálido hogar”.

Incluso los temidos, mediáticos y salvajes miembros del Estado Islámico han recorrido los alrededores con sus caravanas de camionetas japonesas, ondeando sus enormes banderas negras y no son pocos los proyectiles que en algún momento han caído en poblaciones sirias o drusas cercanas a la meseta, ya sea como parte de la feroz guerra interna o, simplemente, por algún error de cálculo.

A comienzos de febrero de este año, nuevamente, el Golán fue noticia por un enfrentamiento; esta vez, algo más directo entre Israel e Irán.

Un dron espía iraní y un avión F-16 israelí fueron derribados, varias bases militares sirias destruidas y, al menos, una docena de militares iraníes y sirios resultaron muertos en un ataque aéreo de Israel como represalia por el derribo de su F-16.

Pero si de algo están seguros quienes lo visitan es que el Golán y sus alrededores tienen mucho más para ofrecer al visitante que solo historias de guerras, muerte, destrucción, odio y dolor.

Grave error

A los pies de la meseta se encuentra el valle de Hula, una fértil zona en la que se genera el 40 % de la producción agrícola de Israel y en un tiempo no muy lejano estaba cubierta en gran parte por un lago de agua dulce. El lago fue drenado en la década del 50 y se plantaron eucaliptos, una especie que absorbe grandes cantidades de agua, con la intención de erradicar los constantes brotes de malaria.

Aunque la malaria fue erradicada, el daño medioambiental causado fue muy significativo, por lo que las autoridades hebreas decidieron recuperar al menos parte del lago y sus pantanos circundantes.

Hasta hoy continúan los trabajos de recuperación de las áreas pantanosas del valle y el lago de Hula, que van recobrando parte de su fauna compuesta por una gran variedad de peces, aves acuáticas y animales silvestres.

Biósfera 

El valle siempre se caracterizó por su tranquilidad. La vegetación acuática que cubría la superficie y el fondo del lago proporcionaban un hábitat exuberante para una diversa variedad de vida animal. El lago se conectaba con los pantanos, manantiales y arroyos adyacentes, lo que ampliaba la diversidad subacuática.

La riqueza de la flora y fauna del “viejo Hula” la convirtió en una estación de paso obligado para las aves migratorias que se trasladaban entre Europa y África, y era considerada la biósfera más rica del Levante junto con el lago Amiq, en Turquía, que también fue drenado casi al mismo tiempo. Un pequeño inventario de especies nativas cuenta que fueron catalogadas en el valle de Hula 260 especies de insectos, 95 crustáceos, 30 caracoles y almejas, 21 peces, siete anfibios y reptiles, 131 aves y tres mamíferos. El proyecto de restauración ha generado cierto clima de conflicto entre los productores, quienes esperaban que el valle de Hula continuara como un emporio agrícola, y los ambientalistas, quienes desean que el valle regrese al mismo estado antes del drenaje. En ambos casos, el deseo es imposible de concretar.

En la zona se encuentra la naciente del río Jordán, un tradicional ícono bíblico, que 40 km aguas abajo da origen al llamado mar de Galilea y poco más de 100 km después rellena una gran depresión en el desierto de Judea que, sumado a una enorme cantidad de sedimentos arrastrados, ricos en azufre, fósforos y potasio, se convierte en el mar Muerto, el más salado del planeta.

El Monte Hermón y su estación de esquí.
El Monte Hermón y su estación de esquí.

 

Ojos de la nación

A 20 km del valle de Hula y con 2814 m de altura se encuentra el monte Hermón, el lugar en el que nace el río Jordán y cuyo pico nevado se mantiene en la misma situación la mayor parte del año.

Conocido por los israelíes como El ojo de la nación, el Hermón es parte del territorio oficialmente anexado por Israel, en 1981, luego de la victoria en la Guerra de los Seis Días. En sus laderas, bajo la línea de nieve, aparecen los viñedos, así como una importante cantidad de pinos, álamos o robles y, por sobre la línea nevada, una estación de esquí, la única de Israel.

Esquiar en zona de guerra

La estación de esquí se encuentra en la ladera sur-oriental del monte, en la zona de los Altos del Golán, y a su alrededor se presenta otro sitio de interés turístico: la reserva natural. Todo está bajo un estricto control de las Fuerzas de Defensa de Israel, por lo que es frecuente y normal esquiar junto con miembros del Ejército, evitando en lo posible el lado norte en territorio sirio, pues se encuentra sembrado de minas. Por eso no es raro encontrar a la estación de esquí del monte Hermón entre las más “especiales” del mundo del deporte invernal.

Línea de tiro

Recorriendo la zona norte de Israel, desde la frontera con el Líbano hasta la de Siria, de tanto en tanto se pueden ver puestos militares. Es normal ver vehículos blindados y piezas de artillería israelíes ubicados en elevaciones del terreno al costado de la ruta, mientras que en el lado libanés se pueden apreciar un sinfín de torres de vigilancia, generalmente ocupadas por miembros del Hezbollah, el grupo pro iraní que combate en Siria apoyando a Al Assad y es señalado como terrorista por los Estados Unidos e Israel. Durante el recorrido de aproximadamente dos horas y media, desde la frontera con Líbano hasta la ciudad de Qiryat Shemona, a los pies de la meseta del Golán, es posible observar una infinidad de cuevas en el lado montañoso de la carretera, mientras que al otro lado se percibe un intenso color verde del denso follaje, seguido de un típico paisaje agrícola; todo esto está decorado con el fondo azul del mar Mediterráneo a menos de 30 km de distancia.

Tras sortear pendientes pronunciadas y cerradas curvas, finalmente llegamos a Qiryat Shemona, la ciudad en la que los vinos del Golán se hacen presente en cualquier rincón, con distintas variedades, presentaciones, marcas y precios.

Luego de la pausa para el almuerzo continuamos el recorrido hacia lo más alto de la meseta. El verde que nos acompañaba desde la frontera del Líbano dio paso a un terreno más árido, salpicado de piedras y con el color grisáceo de la tierra del Medio Oriente.

Cuesta arriba

La típica ecuación climática comenzaba a sentirse: a mayor altura, menor temperatura. Era noviembre y el frío invierno de las zonas desérticas comenzaba a dar sus primeros golpes, apoyado por un fuerte viento que acechaba por todos los flancos.

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El camino que lleva al puesto de observación de la frontera con Siria está “decorado” con simpáticas figuras hechas con restos de metralla y armamento que fueron hallados en el área luego de la guerra de 1973. Quienes van caminando hacia lo más elevado del puesto de observación toman fotos de estas pequeñas obras de arte ante la presencia de los cascos azules y vehículos de la ONU apostados como observadores en el lugar.

Allí somos recibidos por Dalia Amos, la encargada de comunicación regional, quien nos brinda detalles del lugar y cuenta la experiencia de vivir su niñez en las ciudades del valle de Hula, corriendo a los refugios tras el sonar de las alarmas.

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Siria e Israel en una sola mirada

Apenas llegado al puesto de observación de la frontera con Siria, una app que avisa sobre explosiones y ataques según la zona del planeta en el que uno se encuentre alertaba sobre una detonación a pocos kilómetros del lugar donde estábamos.

No era una información tan equivocada, pues se había hecho una detonación controlada horas antes, tras ser hallado un artefacto explosivo y que habría llegado al lugar producto de la confrontación interna en Siria.

En cuestión de minutos pasamos de extensiones de cultivos y espejos de agua en el valle de Hula a un paisaje desértico con construcciones abandonadas en el lado sirio.

Era Quneitra la Vieja, la fronteriza ciudad que fue abandonada por los sirios tras la guerra de 1967. Poco más al fondo podíamos ver la Nueva Quneitra, ciudad en la que meses antes se librara una encarnizada lucha entre las fuerzas de Assad y el Ejército Libre Sirio (FSA, por sus siglas en inglés).

Una antigua estación policial siria, abandona luego de la Guerra de los seis días.
Una antigua estación policial siria, abandona luego de la Guerra de los seis días.

 

También los “chicos malos” del Estado Islámico habían dado unos pasos por esas tierras, antes de emprender una mejor empresa hacia otros sectores de la región.

La lucha de poderes por el control de esta zona entre el Ejército de Assad, el Hezbollah e Irán, por un lado, y el FSA, por el otro, y la presencia de grupos radicales islámicos, como Al Nusra, al Qaeda e ISIS, en una lucha de todos contra todos, convirtieron a la parte nororiental de la meseta del Golán en tierra de nadie, al menos por unos meses.

Hoy, esta zona es minuciosamente controlada por Israel para evitar la peligrosa presencia militar de Irán a escasos kilómetros de la frontera con Líbano e Israel.

La importancia estratégica de este accidente geográfico se resume en las palabras de Bachar Al Assad: “Nunca renunciaremos al Golán, tarde o temprano regresará a nuestras manos”, a lo que Benjamín Netanyahu, el primer ministro israelí, respondió: “Los Altos del Golán permanecerán para siempre como parte de Israel”.

Turismo regional

De los Altos del Golán, siguiendo el recorrido del río Jordán, se puede llegar por vía terrestre al mar de Galilea, a los sitios históricos bíblicos o arqueológicos, a la fortaleza de Masada, al mar Muerto, a la antigua ciudad de Petra en Jordania y, un poco más al suroeste, al balneario de Eilat, conocida como La Ciudad del Pecado por su increíble vida nocturna, a orillas del mar Rojo, con sus transparentes aguas y arrecifes coralinos.

Mientras los políticos deciden qué hacer con los Altos del Golán, bien vale realizar el esfuerzo de conocer un lugar tan singular, ya sea motivado por los hechos históricos, la adrenalina que genera el conflicto, la diversidad ambiental, la increíble variedad del paisaje y la cercanía de un sinnúmero de lugares de interés o bien, por todos estos motivos juntos.

Texto y fotos

Juan Carlos Dos Santos

juan.dossantos@abc.com.py

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