Cargando...
Su afición por un modelo de automóvil, la preocupación por el medioambiente y la posibilidad de solventar los gastos del proceso de su tesis impulsaron a Andrés Jara (24) a juntar latitas de cerveza para convertirlas en autitos, motos, camioncitos recolectores de basura, barcos veleros y avionetas.
Artesano de oficio, Andrés estudió Ingeniería Ambiental. Al momento de elegir un tema para realizar su tesis pensó en cómo podía reciclar para colaborar con el cuidado del ecosistema y, a la vez, ganar dinero para solventar los gastos de la elaboración de su tesis, que defiende este año. Entonces, se le ocurrió reutilizar las latitas de cerveza y gaseosas.
“Estos trabajos son mi tesis en reciclaje de aluminio”, cuenta y nos muestra los autitos. Como le gustan las latitas y quería realizar algo útil, porque siempre veía en la calle mucho desperdicio, comenzó a juntarlas. “Hace un año empecé a hacer motocicletas a escala”, comenta.
Fanático del Volkswagen Fusca, siempre quiso hacer uno de lata. “Viene de familia. Mi papá y dos de mis tíos tenían Escarabajos. Por eso, desde mi infancia ya me gustaban”, señala. Y un día se animó. Como es artesano, tiene la facilidad de mirar y aprender cómo se hace. Buscó en internet y, observando el trabajo de un mexicano, comenzó a practicar la fabricación del Fusca de lata, ¡hasta que le salió!
Gracias a unos amigos, Andrés pudo comprar las herramientas que necesitaba para hacer los autitos. Le tomó dos meses dominar la técnica. A principios de año comenzó a producirlos en cantidad. “También hago motos, camioncitos recolectores de basura, barcos veleros y avionetas, pero todos me piden el Fusca”, asegura. Ni bien terminó los dos primeros prototipos, los vendió. “Pero luego, la persona que los compró me pidió que le cambie, porque a medida que pasaba el tiempo iba mejorando los modelos”, recuerda.
Su madre, Norma, profesora, siempre le concienció sobre el tema del reciclaje y, también, lo apoyó desde el principio. Le prestaba el dinero para los insumos y, después de cada venta, él le devolvía. “Incluso, me ayuda a hacer los autitos. Lava las latitas y, de acuerdo a las marcas, las ubica en filas. Gracias a ella avanzo más rápido en el trabajo. La vida de un artesano no es fácil. Del arte no se vive, porque la gente no quiere pagar”, asegura.
Para confeccionar los autitos, usa plantillas. Al principio, le llevaba dos días. Luego, ante tantos pedidos, hacía uno por día. Actualmente, le toma 12 h hacer una pieza. Los cochecitos tienen asientos y hasta un volante de alambre. “Tuve que bajar mucho el precio que pedía. Incluso, quieren pagar menos de lo que valen, pero amablemente les digo que no”, refiere.
Andrés ya es conocido como artesano en latas y quiere seguir con esa actividad. “Para mí es importante el reciclado de las latas, porque reduce la contaminación y, a la vez, me genera ingresos económicos, lo cual, la mayoría de la gente no ve. Lo que para ellos es basura, para mí es dinero”, afirma.
Ahora, la gente le pide que haga Combis y camiones Scania. “Me gustan los modelos viejos. Hay gente que me pide autos modernos, pero no quiero. Soy muy fanático de los antiguos”, confiesa. De hecho, Andrés, actualmente, está reparando dos de estos vehículos en el patio de su casa. Incluso, cuenta que integra un club de automóviles de esa marca. “Soy el presidente del Cordillera Volkswagen Club. Parte de lo que gano con el Fusca de lata se invierte en la reparación del de verdad”.
Una vez que concluya la reparación de su Fusca “de verdad”, quiere empezar a viajar. Pretende ir a lugares con mucho público, llevar una mesa y exhibir los pequeños Escarabajos.
Reciclar se ha convertido en el estilo de vida para muchos. Andrés Jara vio la oportunidad y arrancó.
mpalacios@abc.com.py
Fotos ABC Color/Celso Ríos.