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Al principio, todo era oscuridad; entonces, Tupá concibió la luz, el aire, el agua y a todos los seres vivientes que, en primorosa armonía, disfrutaban las virtudes de su bondad y belleza.
La hermosa doncella de una tribu guaraní, Keraná, fue presa de la envidia del demonio Taú, quien, tras raptarla, inició una contienda feroz.
Luego de su victoria, Tupá maldijo aquella unión y a sus vástagos, dando origen a los siete mitos nativos”.
Con mayores detalles, esta es la historia que cimenta casi todas las fábulas y leyendas de este rincón del trópico, pero que, hoy en día, parecen lejanas, olvidadas o, simplemente, desconocidas.
Los adelantos y avances que nos confiere esta nueva era digital son aprovechados por los realizadores audiovisuales Pablo Meilicke y Patricia Aguayo, quienes, aplicando la técnica del stop motion (animación cuadro por cuadro), la habilidad de los artesanos, animadores, en fusión con los sonidos ancestrales y la convicción de dar a conocer nuestra historia a las presentes generaciones son el punto de partida de El origen.
“Esta es nuestra forma de expresión y una disciplina que perseguimos hace mucho tiempo”, señala Pablo en relacióncon el método de ejecución del cortometraje. “Hay programas informáticos ahora que ayudan y facilitan bastante el proceso, pero cuando comenzamos a trabajar con esta técnica no había demasiados recursos digitales”, agrega el profesional, quien incursionó en varios emprendimientos audiovisuales realizando múltiples labores.
“La disciplina de imagen en movimiento tiene fotogramas. Veinticinco de ellos hacen un segundo de acción. Al separarlos, quedan como una fotografía, percatándose de que al recrear la escena lográs darle vida a un objeto inanimado. De ese modo, investigamos más al respecto, enganchándonos con la magia del dinamismo. Si no conocés el método, parece tedioso, aunque existen otras técnicas, como los recortes, muñecos y dibujos animados, que también empleamos”, explica Pablo.
“En posproducción, aplicando las herramientas digitales, podemos corregir imperfecciones en la plastilina, borrando aquello que no queremos”, subraya. Anteriores proyectos determinan la preferencia por esta técnica: “En el 99 realicé pruebas y, al año siguiente, hice Alfredo Return, con el cual gané el premio Génesis. A partir de eso, cada dos años hacemos algo”, refiere al respecto.
“Este corto se asemeja a Capibara (2005) en su duración, pero conlleva mayores recursos de producción. Es difícil establecer un promedio del tiempo empleado en el proyecto, porque en el mercado no abundan artesanos —artistas plásticos, escultores que trabajan con alambre, madera, etc., en suma, interdisciplinarios— con la capacidad de comprender el stop motion o animadores —que, en esta ocasión, encontramos tres—, pero con poco tiempo”, acota Patricia, sobre algunos contratiempos del proceso creativo.
“El costo elevado, también, es un limitante. Trabajamos con bajo presupuesto. De contar con todos los recursos tendríamos listo el material hace un año. Sin embargo, ajustamos los detalles para tenerlo en enero próximo”, asegura la audiovisualista.
Narrativas mitológicas
Esta dupla admite un profundo interés hacia los temas de carácter costumbrista, contemplando la correspondiente investigación: “Siempre tuvimos el precepto de no salirnos de una identidad nacional. Lo que conocemos es esto. Lo escuchamos desde niños. Nos agrada esta narrativa”, indica el realizador.
“Queremos tomar nuestras historias. Esta vez quisimos ir un poco más allá, visualizando lo primitivo de la cultura guaraní y su transmisión oral. Buscábamos algo que nos remita a los antepasados”, enfatiza su compañera.
El libreto final resultó de una investigación de varios autores, cimentados en los textos de Narciso R. Colmán, delimitando un concepto de lo mítico y la imagen de los guaraníes. “Realizamos el boceto del guion entre los dos, pero mientras transcurre la investigación, soy partidaria de concederle más esa tarea a Pablo (risas), ya que él conoce mucho acerca de esta forma de expresión. Al animar sabe lo que necesita, hasta dónde llegar, además de la experiencia que tiene”, señala.
Canto ancestral
Desde los efectos que recrean la concepción de la vida en la tierra, las batallas, el sueño de Keraná y los cantos nativos, El Origen, resulta una pieza de deleite auditivo también. “Trabajamos con René Ayala, porque nos gusta hacerlo. Cuando grabamos con él, siempre está dispuesto a llevar muestras de sonidos o elementos que los emiten. Él estudió con chamanes, tiene una amplia introducción en ese sentido y siempre encuentra la atmósfera correcta”, expresan ambos.
Remate
Enfocados en concluir esta coproducción junto con la productora Maneglia-Schémbori, estos artistas tienen la idea de hacer capítulos con todos los mitos, procurando alianzas con instituciones públicas. “Es un material que puede servir a todos los chicos, en las escuelas, colegios o muestras educativas, para salir del desconocimiento”, finalizan los creadores.
Despuntando ingenio y creatividad, El Origen llega para exponer nuestra cultura ancestral, con herramientas y puntos de percepción de nuestros días.
Fotos: ABC Color/Roberto Zarza/Gentileza.