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Normalmente, las personas llegan a la danza a temprana edad, por amor a la música, el arte o para tener algún pasatiempo. Sin embargo, para Vicky Arditi fue totalmente diferente: a los 51 años estaba saliendo de una difícil enfermedad con la que tendría que lidiar por el resto de su vida. Debilitada y con una extensa lista de prohibiciones que le impedían retomar normalmente su rutina, a causa de la deficiencia renal crónica que le aqueja, un día tomó la decisión de hacer algo que siempre le apasionó y por diversas situaciones fue postergando: bailar tango.
“Al comienzo mi único ejercicio permitido era caminar, pero odiaba la rutina y, como siempre me gustó bailar, aproveché la oportunidad que hubo. Antes, con intervalos entre compromisos familiares y profesionales, hacía algo de baile, pero no tuve la oportunidad de tomar clases hasta que un buen día aparecieron profesores de tango en el Paraguay. Le dije a mi marido: ‘Contigo o sintigo, pero yo me voy a ir’. Y así lo hice”.
No se imaginó jamás que en vez de su compañero de vida —Juan Carlos Esculies—, la acompañaría a esa clase, que dio inicio a todo, su propia madre, Chulamit. “Mi madre también es una amante del tango y tiene una fortaleza admirable, así que la llevé, y aquellos primeros encuentros permanecerán eternamente en mi memoria”.
Hubo días difíciles aun cuando ya había empezado con el tango. Muchas veces no tenía fuerzas para bailar, pero aun así no se perdió ni una sola clase. “Lo bueno que es el tango, para mí se demuestra en esas veces en las que solo por ir a mirar las clases me sentía mejor. Me cambiaba el humor. Me quedé muy prendida a lo que me hizo bien. Claro que el tango no fue lo único; necesité mucha ayuda para superar una situación crónica como la que me había tocado vivir y, en todo este tiempo, el baile, sin duda, fue como la mejor terapia. Ese mágico momento del abrazo en el tango es emocionante, lleno de una vibra revitalizadora”.
Existen estudios comprobados sobre tangoterapia que indican que este baile se puede emplear en favor de la salud, como para la prevención, mejoramiento o tratamiento de diversas dolencias, como el cáncer, diabetes, párkinson, discapacidades motoras o intelectuales, trastornos de estrés postraumático, psicosis, timidez, ansiedad, depresión, pánico y varias más. Arditi explica que esto es posible por lo que implica esta disciplina: la concentración, el abrazo y la coordinación de los movimientos. Comenta que, en su tiempo, el profesor René Favaloro también realizó un estudio sobre los beneficios en la parte cardiovascular, con auspiciosos resultados.
“Vi bailando a personas con párkinson, incluso dancé con personas que padecían esta enfermedad y puedo afirmar que el tango, una danza social de pista, implica demasiadas cosas. En Buenos Aires pude ver a gente mayor en cuyo aspecto y semblante se reflejaban las horas que con sumo cuidado se habían preparado para ir al baile. Cada detalle muy cuidado, con la pasión propia del tango”.
Todo esto animó a Vicky a abrir su propio ballet de tango en Asunción. Así creó Más Tango hace un par de años, y junto con otros apasionados de este baile realizan presentaciones, en que comparten con el público el trabajo y la pasión a los que dedican sus horas.
Para quienes quieran conocer, Vicky los anima a tomar clases, especialmente a los principiantes, en el estudio de Ester Villasanti, los lunes, miércoles y domingos. Quienes busquen algo más distendido, pueden asistir los domingos a las milongas del Café Cultural Proa.
Un show imperdible
Actualmente, Arditi se encuentra trabajando con mucho ahínco en la organización de un show de primer nivel, pues considera que los amantes del tango en el Paraguay se merecen la posibilidad de disfrutar espectáculos de primer nivel sin tener que viajar para ello. El evento será el 26 de setiembre, en el Teatro Municipal de Asunción, y actuarán los maestros argentinos María y Carlos Rivarola, además de músicos en vivo, acompañados de las seis parejas de Más Tango.
De cerca
Vicky es arquitecta de profesión, una carrera que ama y a la que le dedicó muchos años de su vida. “Soy muy detallista. Me apasiona la construcción. Sin embargo, es algo que delegué en esta nueva etapa que estoy viviendo, aunque igualmente acompaño a mi marido en todos los proyectos, con una perspectiva distinta”. Además, es madre de Gabriel (33) y Karina (30), y abuela de Ana Paula (11). Comenta que fue muy emocionante la primera vez que pudo tener a sus hijos como público. “Saber que iban a estar ahí, y que vean a qué dedico tantas horas de mi vida, fue una experiencia única. Ver sus caras de orgullo, una vez finalizado el show, me llenó de emoción, porque bailar es algo que me hace tan feliz, que hago para mí misma y me ayuda a estar bien por el bienestar de mi familia”.
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Fotos ABC Color/Gustavo Báez/Archivo.