De dónde vienen los números

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Están presentes en todos los aspectos de nuestras vidas, pero quizás nunca nos hayamos detenido a pensar en su origen y el porqué de su existencia. Los números, tan indispensables para el desarrollo de la humanidad, existen desde el año 3400 a.C.

El concepto de número está asociado a la capacidad de contar y comparar cuál de dos o más conjuntos de elementos similares es el más numeroso. Las primeras sociedades se toparon muy pronto con el problema de determinar cuál de esos conjuntos era “mayor” que otro o de conocer con precisión cuántos elementos formaban una colección de cosas.

Para el entendido en la materia el ingeniero Samuel Hirschkorn, los números como expresión de cantidades aparecen en todas las culturas e incluso los grupos humanos con culturas materiales más simples disponen en su lengua de alguna manera para expresar cantidades en forma numérica, al menos hasta cierto número, mediante palabras que designan a estos.

“El advenimiento de la escritura también hizo necesaria la búsqueda de sistemas de representación gráfica para los números; estos sistemas van desde los muy simples basados en rayas a sistemas elaborados que permiten expresar números elevados”, explica Hirschkorn.

De acuerdo al experto, se deben destacar dos grandes corrientes de escritura numérica: la originaria de la India, mucho más antigua y que más tarde se desarrollaría en otro sentido en China dando formato a la actual conformación de escritura, y la arábica, más desarrollada por el estudio en Alejandría, que más tarde se aplicó desde los países árabes y quedó admitida en casi toda Eurasia debido al comercio posterior de los mercaderes árabes. De ahí que la creación de nuestros números actuales, comúnmente llamados arábigos, más propiamente deberían llamarse indoarábigos, cuya transmisión al Occidente se debe a varios autores del siglo XIII que contribuyeron a esta difusión, entre quienes se destacan Alexander de Villedieu (1225), Sacrobosco (1200-1256) y sobre todo Leonardo de Pisa (1180-1250). Este último, conocido como Fibonacci, viajó por Oriente y aprendió de los árabes el sistema posicional indio.

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Un poco de historia

Al igual que los primeros intentos de escritura que ocurrieron mucho después del desarrollo del lenguaje oral, los primeros esfuerzos para la representación gráfica de los números vinieron cuando los pueblos ya habían aprendido a contar y a realizar operaciones numéricas. “Como los hombres primitivos carecían de unidades de medida, no tenían moneda, ni comercio, ni sistema de tasación ni aun necesidad de ello, los números escritos aparecieron en tiempos muy posteriores al lenguaje gráfico. Tomando en consideración las costumbres de las tribus primitivas del presente y los vestigios de numeración escrita o esculpida hallados en diferentes lugares, no cabe duda de que los primeros números fueron muescas en un palo, rayas en una piedra, nudos en una cuerda, marcas en piezas de cerámica, o cosas similares”, detalla el profesional, quien agrega que las primeras inscripciones numéricas conocidas son las egipcias –hieráticas y jeroglíficas– del año 3400 a.C., las mesopotámicas del año 3200 a.C., las cretenses del año 1200 a.C., y las indias y chinas siglos antes de Cristo.

Según el ingeniero Hirschkorn, la influencia directa de Roma sobre el mundo occidental durante un prolongado período de tiempo, la superioridad de su sistema numérico con relación a los anteriores y la fuerza de la tradición explican la sólida posición que el sistema romano mantuvo durante casi 2000 años en las actividades comerciales, científicas y literarias. Tuvo la gran ventaja, para la generalidad de los que lo emplearon, que la memorización de los valores requería únicamente la retención de siete letras o símbolos, a saber: I, V, X, L, C, D, M.

“El origen de estos números es oscuro, aunque los cambios de sus formas nos sean conocidos a partir del tercer siglo antes de Cristo. El uso del símbolo V para el 5 se debió al hecho de que es una suerte de representación jeroglífica de la mano abierta con sus cinco dedos. Dos de ellas daban el 10. Tres de los restantes símbolos fueron modificaciones de las letras griegas no utilizadas en el alfabeto etrusco y en el antiguo latino. Estas fueron Chi, que aparece en inscripciones no solamente como X, sino también como ‘y’, que más tarde se transformó en L, y fue arbitrariamente elegida para representar al número 50; Theta, que fue adjudicada al número 100 y fue modificada finalmente en C, bajo la influencia de la palabra Centuan; y Phi, a la que se asignó el valor de 1000, que luego tomó la forma de (I) y fue reemplazada después por M, por su relación con la palabra Milie”, refiere.

La más antigua inscripción expresada en los números anteriormente descritos se halla registrada en la Columna Rostrata, que se levantó en el Foro Romano en memoria de la victoria sobre los cartagineses, en el año 260 a.C. Para escribir en ella el número 2.300.000 fue necesario repetir 23 veces el símbolo (((I))), que representa 100.000. Esto aclara el primitivo uso que los romanos dieron a los símbolos repetidos: (I) para 1000, ((I)) para 10.000, (((I))) para 100.000 y ((((I)))) para 1.000.000.

El número cero

Hirschkorn es determinante al afirmar que el cero lo inventaron los hindúes en el año 500, quienes denominaron a este símbolo sunya, que quiere decir “vacío”. “Este fue un gran avance porque ya no se confundirían los números como el 507 con el 57; esta era la forma utilizada anteriormente, dejando un espacio, representándose así como 5 7. Este símbolo de la nada fue recogido por los árabes hacia el siglo VIII, quienes lo denominaron céfer, que en su idioma quería decir ‘vacío’. Esta palabra dio origen a las palabras castellanas cero y cifra. Con mucha lentitud llegaron los números arábigos a Occidente y reemplazaron a los números romanos, que estos habían esparcido por todo su Imperio”.

Como ya lo habíamos mencionado antes, Hirschkorn asegura que uno de los responsables de traer a Occidente la numeración indoarábiga fue el matemático italiano Leonardo de Pisa (Fibonacci). “Él tuvo la ocasión de viajar ampliamente por el norte de África. Allí aprendió la numeración árabe y la notación posicional (el cero). Fibonacci escribió un libro sobre el tema en 1202: Liber Abaci (o libro del ábaco), que sirvió para introducir los números arábigos en Europa, pero los romanos aún se mantuvieron en vigor durante tres siglos más”, menciona.

El número millón y la palabra (que viene del latín; significa “gran millar”), que son mil millares, data de la Alta Edad Media, época en que el comercio había revivido, hasta alcanzar un punto de necesitar una palabra especial. Los billones y los trillones vinieron más tarde.

De esta manera, queda demostrado que los números nacieron con la necesidad de documentar y medir lo cuantificable. Evolucionaron con el correr del tiempo y se volvieron indispensables para el desarrollo humano.