"Daré todo de mí, hasta el último suspiro de mi vida"

María Elena Sachero. Actriz de teatro. Recuperada de un grave problema de salud, continúa con la enseñanza y arriba del escenario. Aquí un resumen de su larga vida artística.

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¿Cómo está? Gracias a Dios, muy bien.

Hoy más que nunca hace calor. Usted, ¿con qué clima se siente favorecida? Me gusta el verano, pero hace mucho calor aquí. Se suda mucho. El invierno es agradable, sobre todo en nuestro país.

Pero dura poco. Tenés razón. De todas maneras, me gusta mi patria, así haga calor o frío.

Muchos años con el teatro. ¿En qué momento se inició en la vida de actriz? Comencé cuando aun era estudiante de magisterio, en el Ateneo Paraguayo. Primero con una directora europea, Desa Devosko, que había venido huida de la Segunda Guerra Mundial. Una profesional muy interesante, sobre todo una maestra. Me enseñó teatro clásico, como lo hacían allá. Más tarde me formé con don Fernando Oca del Valle, un profesional español también llegado al Paraguay a causa de la guerra.

Después trabajó con sus colegas paraguayos. Sí, con directores paraguayos. Me invitaron a hacer un festival de teatro con Ernesto Báez.

Muchos de los grandes actores que siguen trabajando, otros que ya no están, provienen de los años 50. ¿Se puede decir que esa época fue la mejor para la formación teatral? Sí, sí. Es verdad. Esos años había un gran movimiento que fue evolucionando. Estaba la compañía de Ernesto Báez, Héctor de los Ríos, también tuve el honor de trabajar con Víctor Prandi, con una obra maravillosa, Quién le teme a Virginia Wolf, que se llevó al cine con Elizabeth Taylor y Richard Burton.

Y también surgieron dramaturgos. Sí, yo hice obras de Alcibiades González Delvalle, Mario Halley Mora, que escribía obras para la compañía de Ernesto Báez. Luego escribió para el Ateneo Paraguayo, cosas muchas más revolucionarias como Interrogante, Un rostro para Ana, Memorias de una pobre diabla, en fin cosas muy interesantes.

Después vino la época de la dictadura que complicó las actividades culturales... Sí un periodo difícil, donde hemos pasado muchas cosas tremendas. En mi caso, cuando estaba haciendo Las Troyanas, fui llamada por la Policía, diríamos...

¿En investigaciones? No me fui a Investigaciones yo. Cuando eso aun estaba enseñando en el colegio Juan Ramón Dahlquist, entonces fui llamada por el ministro de Educación y Culto, Dr. Raúl Peña, a quien debemos que no nos hayamos ido todos presos y que no se haya cerrado Arlequín Teatro, porque él era un hombre culto y entendía. Venía la orden de la Policía donde decía que yo era una revolucionaría, una comunista que salía a decir abajo los militares, un montón de cosas. Yo he visto el papel, porque este señor ministro me llamó a su despacho y me mostró.

La salvó de la persecución. Sí. Porque me dijo: esto es muy delicado. Si llegaba a oídos del "rubio" como le decían a Stroessner, yo iba a ser separada de mi cargo, quedaba en la calle, me iba presa y detrás mío otros compañeros. Se cerraba Arlequín.

¿Y qué hicieron, levantaron la obra o siguieron igual? No, no. En ese tiempo mucha gente iba a verla y escribían en los periódicos favorablemente, alababan la representación, entonces él hizo todo lo posible. Me dijo: No te preocupes, María Elena, vamos a hacer todo lo posible por mantener esta obra. Y así lo hizo.

Se cumplió el ciclo. Se cumplió. Y seguimos trabajando. Pese a que a mí el ministro me mostró la hoja donde decía: la señora María Elena Sachero sale al escenario a gritar: Abajo la dictadura, abajo los militares. La comunista, decía por mí.

A qué se puede atribuir el hecho de que salgan tantos actores importantes en los 50. ¿Era más fácil o había gente más talentosa? Pienso que era ese entusiasmo y ese amor que uno tiene que poner a lo que está haciendo. Ahora también están surgiendo jóvenes, pero ellos tienen que tener la disciplina.

Los jóvenes de ahora no son disciplinados... A veces es un poco difícil con ellos. Tal vez hay que incentivarlos más. Pareciera que es muy fácil todo, pero el teatro no es fácil. Uno va adquiriendo experiencia y va superándose con cada representación. No vale la vanidad, porque la vanidad puede caer.

¿Usted es una actriz dramática de pura raza o multifacéfica? No me encasillo. Los periodistas suelen decir que gustan mucho cuando hago comedia y también me gusta el drama. He hecho muchas cosas, como Las Troyanas, La casa de Bernarda Alba, Madre Coraje.

¿En cuál de esas obras se sintió realizada? Yo estoy satisfecha con muchas, porque lo hice con amor, con disciplina. Y tratando de superarme. Una vida entregada a eso.

¿Nunca tuvo una confusión de personalidad, mientras representaba a algún personaje? La teoría del teatro es que nunca tenés que envolverte mucho con eso. Pero, a veces, es muy difícil y te queda un poco. Diríamos como una resaca. Una vez haciendo Quién le teme a Virginia Wolf los compañeros me dijeron, pero te vemos un poco rara María Elena. ¿Pero, por qué?, les preguntaba yo. Y parece que estás trayendo tu personaje en la vida real, decían.

Estaba muy concentrada. Sí, siempre. Cuando estoy trabajando, yo pienso cómo puedo mejorar, cómo podría decir mejor el parlamento. Mi libreto siempre llevo conmigo. Y como no soy una de esas que viven en Beverly Hills, que tienen Mercedes Benz ni limusina, voy en ómnibus y voy repasando. Más de una vez me dijeron: Pero te saludé, María Elena y vos estabas no sé dónde.

¿Es un don del actor esa capacidad de memorizar los textos del libreto o fruto de una disciplina férrea? Sobre todo se consigue repitiendo y repitiendo. Uno tiene que con conciencia hacer la memoria. Porque si repetís como Bendito alabado, no tenés conciencia de lo que decís, porque una cosa te ayuda a recordar la otra.

Si hay que elegir una figura símbolo del teatro paraguayo, ¿a quién nombraría? A mis maestros. Y a todos los trabajadores del teatro. Ahí lo tenés a Carlos Gómez, una persona ya mayor y, sin embargo, sigue haciendo teatro. Y sigue entusiasmado. Y sigue con fuerzas.

Alguna vez salieron al exterior con una obra. Sí, con el elenco de Arlequín hemos ido al Festival de Antofagasta, Viña del Mar y también hacía el sur. Hemos llevado varias obras, El Jardín de los cerezos, Mi querido mentiroso. También estuvimos con José Luis Ardissone en La Paz, Bolivia.

Hizo algo en televisión... Creo que soy poco fotogénica. No hice nunca nada. Siempre queremos hacer algo, pero es muy difícil. Se ha intentado mucho con José Luis (Ardissone) y Carlos Benegas que hizo Episodios Históricos y que se pasó por canal 13. Ahí participé haciendo distintos papeles de acuerdo a personajes históricos. Pero no pudimos seguir, porque no interesó a nadie comprar eso.

En su casa, ¿es la actriz o nada de actuación? Soy un poco minuciosa. Es cierto que es un bochinche ahora mi biblioteca, vos viste, porque saco un libro, llevo allá para los alumnos. Presto y después no me acuerdo a quién si no anoto, porque soy un poco descuidada.

Suelen decir que es una persona tranquila, muy metódica. Pero, usted, ¿cómo se ve? A veces estoy nerviosa, en fin. Pero soy siempre alegre, feliz.

¿Hogareña? Sí, sí. Siempre que tengo tiempo libre estoy en casa. Pero me gusta salir también.

¿Adónde suele ir? Voy a algunas charlas. Si es posible quiero asistir a reuniones, cuando me invitan hago todo lo posible. Y, generalmente, me gusta recibir a mis amistades.

¿Y usted misma prepara la cena? Ahora estoy por hacer una cena para despedir al año. Porque por más que ocurran cosas y cosas, la buena onda tiene que primar.

Uno no se imagina verla en la cocina. Sí, es verdad. Muy poco. Eso no quiere decir que no tenga el gusto de saber mandar hacer. Lo que pasa es que no tengo tiempo. Tal vez si me pongo a cocinar le agregue más sal de lo acostumbrado (risas).

¿Plenamente recuperada del problemita de salud que sufrió años atrás? Yo vuelvo a agradecer ahora a todos mis ex alumnos, compañeros, amigos, médicos que hicieron todo lo posible, porque realmente estuve muy grave. Yo no me sentí, estuve en terapia intensiva, pero me contaron que mi cuadro era grave. Vuelvo a recordar con... (lagrimea) me dan ganas de llorar, gente que yo ni siquiera conocía se preocupó de mi situación. Y les doy a todos un abrazo grande. Siempre en mis oraciones les estoy agradeciendo a todos.

Lo mejor de todo es que la vida continúa y su sonrisa es prueba de ello. Yo siempre estoy bien, a pesar del calor. Estoy con los alumnos, a veces me ponen nerviosa porque no hacen esto y lo otro, pero a pesar de todo, al otro día vuelvo a comenzar. Y yo estaría enseñando a todos cuanto yo pudiera enseñar y daré todo de mí, hasta el último suspiro de mi vida.

¿Sueños? Tratar de ser mejor. Pedir que pueda enseñar cada vez mejor. Y lo que quiero es que me paguen el aguinaldo de mi jubilación.



Identikit

María Elena Sachero Lara nació en Asunción el 5 de abril de 1933. En 1963 recibió su título de profesora Normal de 1 Categoría con medalla de oro de mejor egresada. Enseñó durante décadas en el colegio Juan Ramón Dahlquist, donde llegó a ocupar el cargo de directora de turno, hasta su jubilación en los primeros años de los 90.
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