Crisis sensorial

Muchos niños tienen dificultad para interpretar y organizar la información captada por sus órganos sensoriales. Si un chico tiene sensibilidad extrema o muestra poca respuesta al mundo que le rodea, podría presentar dificultades del procesamiento sensorial o DPS.

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Uno de cada seis niños tiene problemas sensoriales que interfieren en su funcionamiento diario y aprendizaje. Este síndrome es conocido como dificultades del procesamiento sensorial (DPS). Esta complicación, con frecuencia, se observa en chicos con autismo; sin embargo, muchos de los que no están en el espectro autista también la experimentan. “Estos casos no llegan a conocerse y a tener un diagnóstico porque muchos profesionales de la salud no están capacitados para reconocer los problemas sensoriales. A veces, los confunden con TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad), aunque pueden coexistir ambos”, explica la Lic. María Ercilia Benítez, sicopedagoga del Centro Integral de Rehabilitación (CIR).

El niño con DPS se muestra poco sensible ante los estímulos que recibe del exterior o, al contrario, demuestra mucha sensibilidad, por ejemplo, a los ruidos o la luz. Es muy exigente al elegir la ropa o calzado, o le “aprietan mucho” o le molestan las “etiquetas de las ropas”, lo que le ocasiona incomodidad, ansiedad, distractibilidad y angustia. Esto puede llevarlo a una crisis emocional o tener berrinches sin causa justificada.

Causas

“Estas aún no han sido identificadas. Hay teorías que sostienen que es heredado, genético, mientras que algunos sugieren que está asociado a factores ambientales, o complicaciones en el embarazo o parto”, sostiene. El niño, al no poder interpretar correctamente la información que le llega por los sentidos de la vista, tacto, olfato, audición —ya que ciertas áreas del cerebro no reciben esa información—, tiene dificultades para actuar en consecuencia, así como en las tareas más cotidianas, motoras y de comportamiento, lo cual le genera ansiedad, depresión, problemas en el colegio, fracaso escolar, situaciones que, por supuesto, perturban su vida.

Detección precoz

Es fundamental para prevenir repercusiones en la autorregulación, el aprendizaje, la autoestima y las relaciones sociales. A veces, los síntomas se logran detectar tempranamente, ya durante la época de la lactancia. “Cuando un bebé llora excesivamente, es irritable y tiene problemas con la alimentación o regulación del sueño, es posible que tenga DPS. Otras veces será más fácil detectar los problemas entre los dos y cuatro años, cuando se observan dificultades en el aprendizaje de actividades, tales como vestirse, pedalear un triciclo, trepar en los módulos de juego de los parques o manipular objetos pequeños. Si los síntomas no han sido detectados en edades tempranas, es probable que se observe que existe un problema una vez iniciada la educación primaria, cuando el niño manifieste dificultades con la lectura, las matemáticas y la escritura, o con la conducta y la regulación del nivel de actividad.

“Los niños que padecen DPS suelen ser etiquetados como desobedientes, inquietos, malos estudiantes; por esto es tan importante la detección precoz, para prevenir consecuencias en los procesos de aprendizaje. Muchas veces, pueden tener afectado un solo sentido, ya sea la vista o el tacto, o todos”, detalla.

Al niño con DPS le resulta insoportable la sensación que le provocan determinados ruidos, o tan solo tocar una textura o ropa. En algunos chicos, la información sensorial que procesan inadecuadamente puede afectar articulaciones o músculos, y provocar dificultades motoras o de postura.

O, al contrario, las DPS también pueden ocasionar que estos, en vez de evitar algunas sensaciones, busquen hacerlo con exageración. Si bien su inteligencia no se encuentra afectada, es necesario adecuar contenidos y actividades en el colegio para que puedan procesar mejor la información y elevar su calidad de vida.

“Pero cuando una persona con DPS alcanza la edad adulta sin tratamiento, se halla más afectada en sus relaciones íntimas, sociales y rutinas, y puede llegar a experimentar bajo rendimiento, aislamiento social, depresión, entre otros”, resalta.

Tratamiento

No existen medicamentos para tratar las DPS, aunque sí terapias y sugerencias que la madre puede aplicar con el hijo en el hogar para provocar cambios, al igual que en la escuela, para un mejor desempeño. “Es importante descartar otras causas, como la ansiedad o el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), que también puede desencadenar una crisis emocional causada por estímulos fuertes al igual que la ansiedad”, resalta.

Entre los tratamientos, las terapias ocupacionales diseñadas con programas de actividades físicas ayudan al niño a controlarse, sentirse más cómodo y seguro, y funciona mejor. “Las terapias consisten en diseñarle —previa evaluación, porque cada niño es diferente— un programa de ejercicios que va desde caminar descalzo sobre superficies ‘estímulos’, girar, columpiarse, juegos de equilibrio hasta rodar pelotas con actividades de peso o contacto, textura y temperatura”, detalla.

Cuando presenta dificultades en la motricidad, el trabajo como equipo interdisciplinario es muy importante. La sicopedagoga será la responsable de que pueda ir desarrollando esas habilidades necesarias para esta etapa. “En el CIR hemos observado que los juegos de equilibrio en agua y de relajación ayudan al chico con mucha ansiedad a sentirse más relajado y concentrado”, asegura.

Cómo ayudarlo en el hogar y la escuela

• Procure no exponerlo a entornos con mucho estímulo, como los videojuegos, fiestas de cumpleaños ruidosas, supermercados, fuegos artificiales, lugares con muchas luces o ruidos.

• Hable con la maestra y acuerde sentarlo alejado de lugares que le distraigan. En lo posible, evitar los timbres.

• Asegúrese de que la silla tenga una altura apropiada para que los pies del niño descansen en el piso.

Los sentidos

La audición

El niño con DPS se queja ante pequeños ruidos o les divierte experimentar los sonidos estruendosos. No reconoce la diferencia entre sonidos y palabras, lo cual involucra la escritura y lectura y, por ende, la comprensión, el lenguaje, así como recordar información oral, etcétera.

El olfato

Pueden ser considerados caprichosos y exagerados por sus inquietudes ante olores o sabores a la hora de comer. La hipersensibilidad olfativa interfiere en su aprendizaje, porque los distrae de la actividad educativa del momento.

La vista

Al no recibir una correcta información por los ojos, el niño tiene dificultades para distinguir entre formas y letras, y presenta complicaciones para leer y escribir.

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