Creador de aromas

Su herramienta de trabajo es su nariz. ¿Su oficio? Poco común, pero fascinante: perfumista. Para Arnaud Winter, la combinación de talento innato y mucho entrenamiento es la clave de su oficio. Días pasados presentó su colección de fragancias para mujeres en Paraguay.

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Conocido como uno de los 10 “hombres nariz” del mundo, el perfumista francés Arnaud Winter tenía poco más de 20 años cuando ingresó en la Escuela Superior de Perfumería de París, la única institución formadora de creadores expertos de fragancias. Luego de tres años de estudio, pasó 12 meses en el sur de Francia trabajando con materias primas naturales. “Quería ver cómo se extrae, se captura la esencia de una rosa, jazmín; conocer la mágica forma de robar el aroma de una flor”, cuenta.

No pasó mucho tiempo para que decidiera Winter tomar sus maletas y cruzar el océano para trasladarse hasta el centro de desarrollo de Yanbal, empresa cosmética en la que presta servicio hace 22 años en el Sur de la Florida, EE. UU. “Pocos perfumistas tienen la suerte de formar parte de una empresa en la cual todo está integrado, desde la creación de la fragancia hasta el encuentro con su público. Muchas veces, trabajan para otras casas y no tienen ningún contacto con la gente que desarrolla el producto ni con el público que consume el producto final”, señala.

Destaca la importancia de relacionarse con la fuerza de venta, la gente, visitar países latinoamericanos, para los cuales están destinados los perfumes, como Perú, Colombia, Bolivia, Paraguay. “Tener este contacto humano, creo, es la parte más importante y bella de mi trabajo. No es solamente crear y compartirlo, sino también ver la reacción de la gente”. De hecho, el perfumista vino para presentar los perfumes en nuestro país en representación de la compañía, conocida en nuestro medio por su bisutería. “Pensamos que hay historias muy especiales que podemos contar a través de nuestras fragancias, porque consideramos que hay una conexión muy especial entre ellas y el público de Latinoamérica”.

Al elaborar una fragancia, Winter es consciente de que esta no es para venta universal, porque cada zona o país tiene su particularidad y hay que crear para ellos. Su idea es incorporar las notas aromáticas que son parte del mundo latino, más personalizadas. “Cada perfume, además de su propio aroma, también tiene su historia que contar, al igual que el que la usa. Es maravilloso ver el entusiasmo, escuchar los comentarios de personas que hace 15 años usan el mismo perfume que uno creó. ¡Y todavía es parte de sus vidas! Sus amigos y familia las conocen por esta fragancia. ¡Eso es mágico!”.

Arnaud cuenta que su capacidad de reconocer olores es una combinación de talento innato y entrenamiento. Su herramienta de trabajo por excelencia es la memoria olfativa. “La nariz es un instrumento. Pero es más útil acordarse de cómo huelen las sustancias. Y eso solo se logra con la práctica”. En el proceso de elaboración de un perfume entra a tallar una predisposición a memorizar y reconocer olores, pero no lo es todo. “Es la capacidad de crear, jugar a crear olores. Tiene mucha relación con la pintura. El pintor tiene sus colores y el perfumista sus olores. Combinar entre cuatro y cinco mil materias primas que existen en busca de la fragancia perfecta es un arte que requiere de mucho entrenamiento”.

Un músico puede componer con solo siete notas, y la variedad de temas que se puede crear con solo esa cantidad es inmensa. Los perfumistas tienen cuatro mil; entonces, la posibilidad no tiene límites. “Para ser perfumista no solo hay que saber oler, porque la creatividad es la materia prima más importante. Las claves del oficio son la creatividad y trabajo”, enfatiza. “Es mucho trabajo. Mozart no compuso su música solamente con creatividad, sin hacer nada, sino con mucho esfuerzo también. Siempre hay mucha lágrima, entrega de la propia personalidad”.

El perfumista es alguien que está regalando algo: su experiencia olfativa, pero la fragancia es también una forma de comunicarse. Es la manera en que la persona va a presentarse en su mundo, su vida, y la fragancia puede ser un complemento de la apariencia, de cómo una persona se viste, se arregla, usa sus joyas. “Pero la fragancia es mucho más poderosa. La persona puede cerrar sus ojos, puede cubrir sus orejas, pero no puede dejar de respirar. El mensaje olfativo siempre está presente en nuestra vida, en todos los momentos”.

Mucha gente compra un perfume por la marca, porque es un nombre conocido o está de moda, pero no es para esa persona. “Lo importante a la hora de elegir un perfume es que sea espejo de su personalidad. Porque la fragancia, además, tiene que ser capaz de tatuar ese aroma en la memoria de quien lo huele”.

mpalacios@abc.com.py

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