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El cambio supone la ruptura con un modelo de revista basado precisamente en el desafío de los conservadores códigos morales de los Estados Unidos, origen de su creación por Hugh Hefner, su fundador, en 1953. Con los años, Playboy ha ido perdiendo su carácter provocador para evolucionar hacia unas imágenes menos polémicas, aunque el proceso responde también en cierta medida a que el país ha dejado atrás gran parte de sus tabúes sexuales y su puritana sensibilidad.
“Cuando Hef (Hugh Hefner) creó Playboy, lo hizo para defender la libertad personal y sexual en un momento en el que EE. UU. era dolorosamente conservador. La desnudez jugó un papel en el debate sobre nuestras libertades sexuales y, en los últimos 62 años, el país ha realizado grandes avances políticos y culturales”, aseguró la plantilla de la revista en un comunicado.
“Nos gustaría pensar que tuvimos algo que ver con ello”, remarcó. Para entender el impacto, solo hay que recordar las críticas –y pasiones– que levantó el primer número de la revista en 1953. En él, la actriz Marilyn Monroe ocupaba la portada y, en su interior, el mito erótico podía contemplarse totalmente desnuda en una cama de terciopelo rojo.
Más adelante, Playboy continuó agitando sensibilidades con la presencia de la primera afroamericana, Darine Sterin, en la portada de octubre de 1971, o cuando en noviembre de 1975 mostraba a la modelo Patricia Margot McClain a punto de masturbarse en un cine.
Pero no solo eran las imágenes, sino también contaba con los artículos de algunos de los mejores escritores y periodistas del momento.
El chiste nacional (e internacional)
No en vano la propia revista jugaba a esa irónica ambigüedad al asegurar que muchos de los lectores de Playboy solo “la compraban por los artículos”, frase que se convirtió en un chiste nacional.
Entre ellos, Gabriel García Márquez, quien publicó su famoso cuento El ahogado más hermoso del mundo en un número de la revista en 1971. Norman Mailer, por su lado, hizo en 1976 un famoso perfil sobre el músico David Bowie, mientras que Hunter S. Thompson, en 1983, avanzó parte de su libro La maldición de Lobo.
Otro de los grandes atractivos de la revista eran las entrevistas en profundidad de influyentes personalidades de la cultura y la política, tanto nacional como internacional, apenas a unas páginas de las seductoras fotografías.
En enero de 1965, recién recibido el Nobel de la Paz, el líder de los derechos civiles Martin Luther King, quien luego sería asesinado, aseguró que “un militante debe ser, a la vez, un moderado y un realista, a la vez, un idealista” al defender “la poderosa arma de la no violencia”.
Dos años después, en 1967, el comandante de la revolución cubana Fidel Castro, quien solo hace unos pocos años cedió el poder a su hermano Raúl, afirmaba a la publicación que consideraba que “todos nosotros deberíamos retirarnos relativamente pronto”.
Otro revolucionario latinoamericano, el presidente sandinista de Nicaragua, Daniel Ortega, señalaba en 1983 a la revista que Ronald Reagan era “una especie de monstruo Frankestein” que “quiere matar a todos los ‘malos’” del país centroamericano.
Posteriormente, el propio presidente estadounidense Ronald Reagan utilizó lo dicho por Ortega en esa entrevista con Playboy como argumento para apoyar ante el Congreso la lucha contra la guerrilla.
Si los defensores de la decencia moral no lograron acabar con las voluptuosas “conejitas” de Playboy, sí parece haberlo hecho la llegada de internet, que ha acercado los desnudos integrales a “solo un clic” de distancia, en palabras de Scott Flander, su consejero delegado.
La tirada de la revista, cifrada en 5,6 millones de ejemplares en 1975, ha caído hasta los 800.000 en la actualidad, según datos de la Alliance for Audited Media.
“Sí, tomamos un riesgo al sacar los desnudos integrales, pero esta es una compañía, como todas las grandes, que lleva el riesgo en su ADN. Fue construida alrededor de una revista que, virtualmente, nadie pensó que tendría éxito y, en cambio, ahora es imposible imaginarnos un mundo sin Playboy”, agregó ahora la redacción de la publicación mensual al anunciar el cambio de estrategia.
“Playboy es un árbitro cultural de la belleza, el gusto, la opinión, el humor y el estilo”, afirmó.