Con bombos y sotana

El padre Pedro Viedma Espínola (83) es un verdadero héroe civil. Con el bombo y la sotana, las partituras y la Biblia, lleva toda una vida dedicada a la formación de jóvenes en su mayor pasión, la música. "Pueblo que canta es un pueblo culto", sostiene. Su fructuosa labor y éxito confluyen en el Coro Arapy y la Banda de Músicos Pa’i Pérez con los que mantiene ocupadas sanamente a varias generaciones de la juventud paraguaya.

Cargando...

Allende los muros del Colegio Sagrado Corazón de Jesús, Salesianito, subiendo y bajando escaleras, hay una en forma de caracol, como escondida en un laberinto. Al pie de esos peldaños encontramos al padre Pedro Viedma en su claustro, la sala de música.

El ambiente se impregna de misticismo con la presencia del religioso ante una mesa repleta de papeles. Rodeado de pergaminos, fotografías y afiches ilustrados con notas musicales, prepara las partituras con verdadera devoción.

El bombo con el que bautizó los primeros sonidos de la Banda Pa’í Pérez, junto con otros instrumentos de percusión y viento -momentáneamente en silencio- el sacerdote permanece sentado frente a la gran mesa de trabajo. Con el espíritu rebosante de alegría y la satisfacción del deber cumplido, conversó con ABC Revista.

- ¿Qué hace escribiendo en esas partituras?

- Nuestros músicos aquí, chicos adolescentes de apenas 12 años en adelante, todos leen música. Nuestra norma es que nadie toque un instrumento, sea un clarinete o una flauta, solamente de oído. Aquí comenzamos con el abc de la música. De modo que yo tengo que preparar un montón de papeles. Me paso escribiendo en hojas y más hojas, según los instrumentos; los copio, los escribo y reescribo... Son para ellos y es importante que sea así, porque la gente del campo -que también viene aquíno tiene otros medios. Tratamos de proveerles, de tener una mística para la enseñanza musical. Aquí aprenden desde música del Renacimiento hasta música pop y, por supuesto, la paraguaya.

- San Agustín decía que "quien canta bien ora dos veces" ¿Para Ud. qué representa?

- Poder cantar es muy importante. Un pueblo que canta es un pueblo culto; demuestra tener cultura musical y artística. En Paraguay tenemos historias muy lindas desde la época de los jesuitas, que cantaban incluso a varias voces; después vino el famoso Zíppoli, en Argentina, y se cultivaba la música entre los indios. En las misiones también se enseñaba a los nativos a cantar y a fabricar sus instrumentos. Entonces, tal vez por su origen mismo, el paraguayo de por sí, es muy musical, tiene buen oído.

- ¿Realmente tenemos buen oído para el canto?

- Muchos maestros extranjeros que han venido aquí me han dicho y reiterado que un alto porcentaje de los paraguayos tiene buen oído para cantar. Hasta tal vez más que otros pueblos de América. De hecho, es una herencia europea y los europeos cantan mucho.

- Y es una manera sana de ocupar a los jóvenes...

- Lógico. Estos movimientos que proliferan también en Paraguay de crear coros y conjuntos musicales educa mucho. Nos ayudan a formar y a saber emplear el tiempo fructuosamente con niños y jóvenes que se juntan, cantan, se sienten felices; expresan su alegría y lo que sienten; muestran su espíritu interior a través del canto. Vale la pena cultivarlo.

-¿Cuánto lleva formando a la juventud en la música?

- Tengo 83 años -para 84, como decimos en Paraguay- y comencé desde muy joven. Estuve durante 13 años en Uruguay y allí cultivé ese fervor por la música. Agradezco a Dios que me haya dado cualidades en ese sentido.

- ¿Y cómo nació en Ud. esa cualidad?

- Creo que es un don natural. Es como nacer con eso. Es imposible saberlo... En la escuela primaria en Ayolas y en la de Ka’i Puente (Cnel. Bogado) cantábamos y hasta gritábamos inconscientemente, porque ¿qué íbamos a entender de música unos niños incultos allá lejos? De pequeño, también recuerdo que mi mamá tarareaba las canciones mientras cosía a máquina. Ella misma tenía muy buen oído musical a pesar de su falta de cultura. Eramos campesinos y cuando nos trasladamos a la capital, pude mejorar en el Colegio Monseñor Lasagna, donde teníamos profesores muy buenos como el padre Queirolo, un gran músico.

- ¿Su formación se consolidó en ese colegio?

- Ese crecimiento uno lo va asimilando con lo que le dan de enseñanza. En 1937 (a los 14 años) fui a Uruguay, donde estuve en el Seminario Salesiano de Montevideo, que era un emporio de riqueza en el arte, de sabiduría, sobre todo de música y literatura con grandes profesores. Muchos jóvenes de mi época lo aprovecharon muy bien; era algo natural estar en ese entorno. Nos daban los medios y nos guiaban con muy buenos maestros. La formación musical plena la hice allí juntamente con mis estudios de latinidad, filosofía, idiomas.

- ¿En qué año se ordenó sacerdote?

- El 30 de noviembre de 1952. Este noviembre hará 54 años. De allí arranqué este camino hasta hoy, es decir toda una vida. - De las personas que Ud. fue formando, recuerda a los que todavía se dedican a cantar...

- Hay un montón de gente. Muchos de estos jóvenes están en la pomada, diríamos, porque son profesionales médicos, arquitectos, pero siguen con su formación musical recia y firme; algunos siguen cantando. Aquí le tengo al Prof. Aníbal Cano, que dirige el coro. Recuerdo también a los chicos graciosos y muy traviesos, pero que son buena gente, los de Ab Ovo, que se formaron conmigo. Están además los integrantes de la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de Asunción y muchos otros.

- Enseñar música tuvo sus buenos frutos dentro y fuera del país...

- Es un recuento amplio y variado. Aquí fundé el Coro Polifónico Arapy, el 28 de setiembre de 1974, hace 32 años. Luego surgió la Banda Salesiana Pa’í Pérez el 3 de octubre de 1975 y de allí en adelante ya no se interrumpió. Tal vez sea el único caso en la historia cultural de todo el país. Mantener un grupo infanto-juvenil a este nivel de edad, como músicos, cantores e instrumentistas, no es muy usual.

- ¿Cómo surgió el coro Arapy? ¿Qué lo movió a crearlo?

- Creo que para seguir nuestra tradición salesiana desde los tiempos de Don Bosco (fundador de la congregación salesiana) en Turín, Italia. Tenían un coro de niños formados por los maestros salesianos, además de grupos instrumentales y una banda de músicos con los que Don Bosco hacía excursiones en el pueblo al son de tambores, bombos y música. No digo que haya sido un gran músico, pero tenía muchas cualidades y se valió de este arte como gran elemento para la educación y formación de los jóvenes.

- Ahora entiendo eso de que "una casa salesiana sin música es un cuerpo sin alma".

- Es una tradición entre nosotros. Siempre se forma un coro, una banda de músicos donde están los salesianos. Un hombre histórico para el Paraguay era el Pa’í Pérez, que adonde iba fundaba un grupo musical, sea en Villarrica, Concepción y aquí mismo en el Salesianito seguimos con esa linda doctrina muy útil para la educación.

- También llevan su arte fuera del país.

- En la parte internacional arrancó nuestra buena costumbre desde 1989 con el golpe que derrocó a Alfredo Stroessner. Fuimos en primer lugar a Brasil, con muchas dificultades con el coro y la banda, pero luego se repitió como diez a doce veces más. También estuvimos en Argentina, Uruguay y en Chile, cuando estuvieron los Niños Cantores de Viena y para el Festival de Viña del Mar. En Europa fuimos a España y a Italia para el Jubileo del año 2000. Todos los integrantes se desempeñaron con mucha solvencia y éxito.

- ¿Cuál fue el más conmovedor de los lugares en su actuación con el coro y la banda?

- En la majestuosa basílica de María Auxiliadora en Turín (Italia), fue apoteósica nuestra actuación. La gente de Europa pudo conocer algo de nuestro país, del que antes solo había escuchado de nombre. Se sorprendieron porque los paraguayos también sabían cantar y expresar su arte musical.

- También cantaron para Juan Pablo II...

- En el 88, con su histórica visita al Paraguay, cuando estuvimos en Ñu Guazú con la banda y el coro cerquita de él, con una lluvia impresionante que parecíamos ranas cantando en el agua. También cantamos para él en la Catedral de Asunción y en el 2000 en Roma, en la gran Plaza de San Pedro donde tuvimos un lugar privilegiado. - ¿Qué instrumentos ejecuta Ud.?

- Ejecutaba los de viento, piano y armonio... especialmente mientras estaba en Uruguay.

- ¿Y cuál le parece el de más mística?

- El instrumento rey es el piano. Antes decían que era el órgano de tubos que está en las grandes catedrales de Europa y que tenemos aquí uno pequeño en la iglesia de la Encarnación. Pero en general, todos los instrumentos son importantes en un conjunto y tienen su lugar en las orquestas y bandas. No tenemos nada de cuerdas.

- ¿Y la voz?

- Claro. Nuestro instrumento de cuerdas vocales... En las óperas, por ejemplo, lo más importante es la voz del que canta. Parece llegar al cielo hasta Dios, y a los hombres, conmueve en el alma.

UN HÉROE CIVIL

El padre Pedro Viedma Espínola le dedica alma, corazón y vida a la formación de jóvenes en el Colegio Sagrado Corazón de Jesús, Salesianito. Nació el 22 de febrero de 1923 en San José-mi, departamento de Misiones, en las cercanías de Ayolas en el seno de una familia campesina. Tenía 14 hermanos, de los cuales tres fallecieron de pequeños y uno en la Guerra del Chaco.

Al iniciarse la contienda, precisamente, la familia se había traslado a Ka’i Puente (hoy Coronel Bogado) donde realizó sus estudios primarios y en 1934 pasó a la capital. En abril de 1936 ingresó como alumno del quinto grado y luego como aspirante -seminarista menor de 13 años- en el colegio salesiano Monseñor Lasagna de Asunción. Ese mismo año se trasladó con otros compañeros a Montevideo, Uruguay, en el Seminario del Manga, donde hizo también sus estudios filosóficos y musicales.

Desde 1947 desarrolló su labor docente en colegios salesianos de Uruguay (Paysandú y Montevideo) y en Santiago de Chile hasta la ordenación sacerdotal el 30 de noviembre de 1952, en la capital chilena. Su consigna sacerdotal fue "Por Dios y por los hombres" y en su tarjeta de recuerdo decía) "¿Un sacerdote en la familia? La complacencia divina descendió sobre ella". Su primera misa cantada la realizó ese fin de año en la antigua capilla de la parroquia de María Auxiliadora en Asunción.

Fundador y director del Coro Polifónico Arapy y la banda de Músicos Pa’i Pérez, fue condecorado con la Orden Nacional al Mérito en el Grado de Comendador en 1997. Previamente recibió otros méritos como el trofeo de los "Amigos del Arte"; "Los doce del año"; "Medalla de Oro", de la Fundación Agustín Barboza; Miembro honorario de la Fundación Sinfonía. Creó el Ateneo Salesiano donde se imparten clases de Teoría y Solfeo, piano, canto, flauta, guitarra y numerosas otras ramas de la disciplina. Su mayor premio son los aplausos y el reconocimiento de la gente tanto dentro como fuera del país.

(Fuente) La Música en Salesianito, de Carlos Heyn, sdb).
Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...