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En primer lugar, uno de los datos más relevantes que aparece en la etiqueta es la graduación alcohólica. La misma indica la cantidad de alcohol puro presente en el vino. Esta cantidad está expresada en porcentaje de alcohol por volumen. Esto significa que si la etiqueta de un vino indica 13%, tendrá 13 centímetros cúbicos de alcohol por cada 100 centímetros cúbicos de vino, o lo que es lo mismo, 130 centímetros cúbicos por cada litro. Si queremos saber su contenido de peso, sólo tenemos que multiplicar su volumen por su densidad (la densidad del alcohol es de 0,7943, o sea, 1 litro de alcohol puro pesa 0,7943 kg). Si proseguimos con el ejemplo del vino con 13%, tendremos que su contenido de alcohol en peso es de 103.259 gramos por litro de vino. Pero estos datos ya son demasiado técnicos y no nos aportan demasiado.
Resulta mucho más interesante saber que el grado alcohólico que se logre obtener en un vino tiene mucha relación con la calidad de cosecha que se tuvo. Recordemos que uno cosecha la uva cuando tiene un grado de madurez, es decir, tiene un nivel de azúcar suficiente que luego, durante la fermentación, las levaduras se encargarán de transformar en alcohol. Si no hemos tenido una buena cosecha y la uva no ha llegado a una buena madurez por razones climáticas, esto impactará directamente en el grado alcohólico del vino resultante.
Un segundo dato de la etiqueta es el cepaje. Si el vino es varietal (de un solo tipo de uva), indicará el tipo de uva utilizada en su elaboración. En la Argentina, la ley permite que se escriba el nombre de un solo cepaje en la etiqueta de un vino cuando ese cepaje está en un porcentaje no inferior al 80% en la constitución del vino.
Otro dato importante de la etiqueta es la región. Con esto se indica el lugar específico donde están implantadas las vides que dieron origen al vino en cuestión. En la Argentina, igual que en la mayor parte de los países del nuevo mundo vitivinícola, recién ahora se está dando la debida importancia a las denominaciones de origen, o a su concepto más amplio, la indicación geográfica.
El año de cosecha indica el año en que las uvas que dieron origen al vino en cuestión fueron cosechadas y vinificadas. Es una de las informaciones más importantes de la etiqueta, porque el clima suele variar año a año, variando también la calidad de las uvas y, consecuentemente, el vino resultante. Es común escuchar por momentos decir: Este vino me gustó más que cuando lo probé anteriormente. Lo que ocurre en estos casos es que la gente sólo compra el vino por el nombre y no se fija en el año de cosecha.
En las etiquetas de vinos argentinos también existe un análisis del Instituto Nacional de Vitivinicultura. Este es el número del análisis que realiza esta entidad, referente a la partida de vino utilizada en esa botella y que permite su liberación al consumo.
Finalmente existe un dato que indica la capacidad de la botella. Las botellas más comunes tienen una capacidad de 750 ml, o sea, 0.75 de litro. En el mercado existen también las medias botellas, que tienen la mitad de esta capacidad o sea 375 ml. La botella de 500 ml (medio litro) está atrapando la atención de las bodegas, que ya empezaron a sacar vinos en este formato. La verdad es que la botella de medio litro es la medida ideal para una comida de dos personas. La otra función de las botellas de medio litro es poder bajar el precio de los mejores vinos que, de ir en botellas comunes de 750 ml, serían menos accesibles. Pero la principal razón por la que muchas bodegas se están volcando a embotellar algunos de sus varietales en estas botellas es por estética, ya que estas botellas son más delicadas y muchas veces resaltan, llaman más la atención en las góndolas.
Resulta mucho más interesante saber que el grado alcohólico que se logre obtener en un vino tiene mucha relación con la calidad de cosecha que se tuvo. Recordemos que uno cosecha la uva cuando tiene un grado de madurez, es decir, tiene un nivel de azúcar suficiente que luego, durante la fermentación, las levaduras se encargarán de transformar en alcohol. Si no hemos tenido una buena cosecha y la uva no ha llegado a una buena madurez por razones climáticas, esto impactará directamente en el grado alcohólico del vino resultante.
Un segundo dato de la etiqueta es el cepaje. Si el vino es varietal (de un solo tipo de uva), indicará el tipo de uva utilizada en su elaboración. En la Argentina, la ley permite que se escriba el nombre de un solo cepaje en la etiqueta de un vino cuando ese cepaje está en un porcentaje no inferior al 80% en la constitución del vino.
Otro dato importante de la etiqueta es la región. Con esto se indica el lugar específico donde están implantadas las vides que dieron origen al vino en cuestión. En la Argentina, igual que en la mayor parte de los países del nuevo mundo vitivinícola, recién ahora se está dando la debida importancia a las denominaciones de origen, o a su concepto más amplio, la indicación geográfica.
El año de cosecha indica el año en que las uvas que dieron origen al vino en cuestión fueron cosechadas y vinificadas. Es una de las informaciones más importantes de la etiqueta, porque el clima suele variar año a año, variando también la calidad de las uvas y, consecuentemente, el vino resultante. Es común escuchar por momentos decir: Este vino me gustó más que cuando lo probé anteriormente. Lo que ocurre en estos casos es que la gente sólo compra el vino por el nombre y no se fija en el año de cosecha.
En las etiquetas de vinos argentinos también existe un análisis del Instituto Nacional de Vitivinicultura. Este es el número del análisis que realiza esta entidad, referente a la partida de vino utilizada en esa botella y que permite su liberación al consumo.
Finalmente existe un dato que indica la capacidad de la botella. Las botellas más comunes tienen una capacidad de 750 ml, o sea, 0.75 de litro. En el mercado existen también las medias botellas, que tienen la mitad de esta capacidad o sea 375 ml. La botella de 500 ml (medio litro) está atrapando la atención de las bodegas, que ya empezaron a sacar vinos en este formato. La verdad es que la botella de medio litro es la medida ideal para una comida de dos personas. La otra función de las botellas de medio litro es poder bajar el precio de los mejores vinos que, de ir en botellas comunes de 750 ml, serían menos accesibles. Pero la principal razón por la que muchas bodegas se están volcando a embotellar algunos de sus varietales en estas botellas es por estética, ya que estas botellas son más delicadas y muchas veces resaltan, llaman más la atención en las góndolas.