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La prevención es la clave para hacer frente al bullying, de forma conjunta entre la familia y la escuela. “Ambas deben colaborar y no buscar culpables o intervenir cuando ya es tarde. Hay que buscar soluciones”, expresa con firmeza la doctora en Educación y directora de KiVa del Instituto Escalae, Tiina Mäkelä.
KiVa (acrónimo de Kiusaamista Vastaan: “contra el acoso escolar”, en finés) es un programa revolucionario que fue desarrollado en Finlandia, país considerado de referencia por sus políticas educativas.
La forma de prevenir es mediante acciones globales dirigidas a todos los alumnos y no solo al acosador o la víctima. “Lo que buscamos es influir en el grupo para que no fomenten y corrijan estas situaciones”.
El segundo paso es la intervención eficaz, seguida de un monitoreo constante. La experta reconoce que todas las escuelas tienen casos, y los abusos se manifiestan de diferentes formas y en todos los ámbitos de la sociedad.
Trabajan en aulas con los alumnos pequeños, de manera que vayan creciendo y tomando conciencia sobre este tema. “La colaboración entre escuela y familia es fundamental para el éxito y la erradicación final. Cada estamento debe hacer algo para mejorar, al igual que el alumno”, dice.
Otra clave de KiVa es que, a diferencia de las metodologías tradicionales, además de trabajar con las víctimas y los acosadores, incorpora a los testigos. “Quienes quedan callados y no hacen nada son tan o más culpables que el mismo acosador. Aunque los testigos no son los protagonistas obvios de la historia, con su silencio o sus risas refuerzan el poder del agresor”, sostiene tajante Mäkelä.
¿Quiénes son los hostigadores? “Los que quieren un estatus elevado, quieren poder y consideran que acosando a los demás van a conseguirlo. Aprovechan esa condición de poder que va desde el aspecto físico al psicológico, pasando por el solo hecho de ser ‘popular’ en la escuela o colegio. Luego, quieren más poder. Se da también en líderes y son los negativos. No hay nada malo en querer poder, pero hay que aprender a ser un líder positivo. Siempre digo que el abuso de poder lo tenemos en la sociedad; los políticos abusan de su poder y es un modelo que se ve. Es un problema a nivel social y está en el ser humano, lamentablemente”.
La experta señala que la primera infancia es esencial. “El bullying es un hecho consciente, por eso trabajamos con chicos de la primaria sobre principios, como el respeto, empatía, valorar a los demás, y esto se aprende cuando son pequeños. Por eso ponemos mucha energía en la primaria. Los más chiquitos no son conscientes de sus acciones; entonces, no podemos catalogar como una reacción intencional. Siendo niños, poniendo en cifras, son más las víctimas. Conforme van creciendo, se reducen, aunque son más graves, y muchos no soportan y toman medidas extremas. Estos son los que llevan años arrastrando un historial de bullying”.
Forma de trabajo
Una vez que se identifica en la clase una situación de acoso, un equipo entrenado sigue un protocolo específico con la víctima, el acosador y los testigos de forma individual, sin enfrentarlos. “Hay tres clases de familias: la de un acosador, la de la víctima y el resto son familias de observadores. Trabajamos con estos últimos también, para que puedan tomar conciencia de su rol en esta situación, y si ellos modifican su comportamiento, el agresor pierde su público”.
Por otro lado, los docentes deben tomar en serio cualquier caso que se les presente como posible bullying. “Escuchar a los niños; las denuncias hay que tomarlas en serio hasta comprobar si es o no un caso a tratar. Los chicos deben saber que si están en una situación en la que no se sienten cómodos o se sienten violentados, pueden denunciar, pedir ayuda”.
Mäkelä dice que si se quiere cambiar la sociedad, hay que trabajar a futuro. “Esto es a largo plazo, pero con seguridad da resultados. Los niños que educamos ahora, sin duda, serán mejores padres el día de mañana”.
Es más que un programa antibullying. Es una filosofía de vida que apunta al bienestar escolar, a crear un clima de trabajo en el que los chicos puedan tener empatía, tolerancia y respeto. “La empatía es esencial: ponerse en el lugar del otro. Esta habilidad es fundamental a la hora de prevenir la intimidación escolar. Ser empático le permite al niño y al joven centrar su atención en el otro y no solo en sí mismo; de esta manera, poder percibir y entender las necesidades, sentimientos y preocupaciones de sus compañeros”.
KiVa comenzó en España, México, Argentina, Colombia y Paraguay. El Liberty School of Education se convirtió en el primer colegio en implementar el programa KiVa en nuestro país. Mäkelä llevó a cabo la formación antiacoso escolar, en la cual participaron alumnos, padres y profesores como parte del proceso. ABC Revista llegó hasta la institución educativa para conversar con la experta sobre lo que el programa finlandés demuestra a la hora de acabar con este tormento que afecta a mucho niños y adolescentes.
Para concluir, la experta dice que no hay que cambiar la actitud de la víctima para que sea más extrovertida o menos tímida, sino que hay que influir sobre los testigos. Cuando se consigue que no participen en el acoso, la actitud del acosador cambia por completo. Además, el objetivo de los profesores debe ser concienciar que las acciones del grupo son importantes, y conseguir empatía con la víctima, defenderla y apoyarla.
ndure@abc.com.py • Fotos ABC Color/Silvio Rojas.