Casamiento vs. soltería

Si bien muchas parejas pasan por la convivencia antes de casarse, aun así decidirse a formalizar la relación, muchas veces, no resulta fácil, porque hay que comenzar a evaluar sicológica y económicamente los cambios que conlleva un matrimonio.

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Antiguamente, los jóvenes salían de sus casas recién después de contraer nupcias. Hoy en día, esto ya no es tanto así. En su gran mayoría, o bien viven solos o ya han pasado por la experiencia de la convivencia antes de decidir unirse formalmente. De igual modo, a la hora de dar el “gran paso”, si el objetivo es que la unión dure toda la vida, a veces, implica mucha presión, ya que no es una decisión muy fácil de tomar si se considera que traerá aparejados muchos cambios en la relación.

“Creo que la sensación de sentirse bajo presión ante esta decisión podría ser un indicador de que probablemente esté faltando algo para tener la certeza de que es el momento de tomarla”, explica la Econ. Adriana Bock, quien junto con la Lic. Daisy Abente, sicóloga, integran Superarte, una organización que ofrece servicios de asesoramiento financiero desde el punto de vista sicológico y económico. “Considero que esta decisión jamás debería tomarse en estas condiciones”, agrega.

Sin embargo, cuesta dejar la individualidad y tomar conciencia de que todas las decisiones deben ser de a dos. Esto implica un cambio muy grande. Una vez que decidieron dar ese paso, hay que evaluar qué es lo primero que deben considerar: ¿la compra de un terreno, la casa, muebles, etc.?

“Depende de las metas en común, y esto, a su vez, está relacionado con los valores de cada uno. Si valoro el arraigo como una condición importante para mi tranquilidad emocional, puede que me enfoque en la vivienda. Pero si valoro mi desarrollo profesional ante todo, puede que prefiera invertir en mi formación, lo cual puedo esperar que repercuta positivamente en mis ingresos futuros”.

Esto hace que sea necesario conversar sobre las expectativas, sueños y metas, y realizar un plan para cumplirlos. “A medida que el amor va madurando, nos volvemos más abiertos a ceder en esta ‘defensa de la individualidad’, entendida como una necesidad de tomar las decisiones conforme solo a lo que uno quiere, sin tener en cuenta cómo esto podría afectar al otro. No obstante, esta madurez es resultado de un proceso y puede que no se dé al principio de la relación”, refiere la Lic. Abente.

Una vez que la relación ha madurado y se comienza a pensar en el matrimonio, surge la pregunta de cuándo es un buen momento para casarse y si económicamente hay un mes especial. “La fecha de la boda puede planificarse teniendo en cuenta promociones que permitan reducir los costos, ya sea del evento, la luna de miel u otros”, detalla Bock.

No obstante, la profesional resalta que el mejor momento económico sería cuando ambos gocen de salud financiera, es decir que cuenten con ingresos estables, gastos y deudas bajo control, y capacidad mínima de ahorro del 10 % de los ingresos mensuales. “También sería ideal que cuenten con cobertura médica, seguros contra accidentes y ahorros suficientes para responder ante posibles contingencias”.

Asimismo, sicológica y afectivamente también hay un tiempo especial, según Abente. “Estimo que esto tiene que ver con haber alcanzado cierta madurez en todo sentido, especialmente en lo emocional. En relación con la edad, esto es muy relativo”. Pero está estrechamente ligado con la madurez individual o la relación de pareja, ya que madurar es dejar de lado esa perspectiva egocéntrica que tienen, por ejemplo, los niños, para estar más atento a las necesidades del otro y más dispuesto a satisfacerlas. “La relación de pareja tiene mucho que ver con esto de dar cuidado al otro y también recibirlo”.

Otro tema muy importante que se debe evaluar es si económicamente es mejor vivir de a dos o soltero. “Tradicionalmente, el matrimonio como institución surge como una solución al problema de la división de tareas y optimización de recursos para la supervivencia. Se trata de crear un sistema en el cual se asegura el sustento del hombre, la mujer y los hijos”, refiere Bock.

No obstante, si no existe una distribución equitativa de las responsabilidades y una administración eficiente de los recursos, puede resultar hasta perjudicial para ambos. Y siempre se dice que, cuando la necesidad entra por la puerta, el amor sale por la ventana. El factor económico es, en gran medida, realmente decisivo para que la pareja tenga éxito. “Un alto porcentaje de rupturas de pareja se da a raíz de problemas económicos, que no necesariamente tienen que ver con la ‘necesidad’ o escasez de recursos”, continúa.

Esto se da, principalmente, por la falta de transparencia, sinceridad y diálogo en torno a la realidad económica vs. las expectativas que se tienen, y por falta de una planificación conjunta para la toma de decisiones financieras.

Sin embargo, este no es el principal enemigo del éxito de un matrimonio. En palabras de Abente, uno de ellos es el egoísmo, pero el peor error que se puede cometer en la relación es la falta de sinceridad. “En la mayoría de los casos, lleva a la infidelidad, que puede ser de diversas índoles, incluso económica”, concluye.

Consejos para tener en cuenta

● Empezar a trabajar en un presupuesto conjunto, incluso antes de la convivencia.

● Ser sinceros desde el principio respecto a los ingresos, egresos, deudas y bienes de cada uno.

● Ahorrar juntos para sus metas.

● Ponerse de acuerdo en cuanto al número de hijos que desean tener y el momento en el cual esperan que lleguen.

● Trabajar la confianza mutua como pilar del diálogo sincero.

● Asesorarse y pedir ayuda profesional si sienten que la necesitan.

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