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Carlos ni se imaginaba que llegaría a conformar uno de los mejores grupos de música cuando comenzó a cantar a los cinco años. A esa edad ya participó de un programa en su natal argentina. “Se llamaba El espejo”, cuenta.
Esa primera incursión se dio con sus padres y un hermano, quienes en ese entonces ya se dedicaban al canto. Fue el comienzo de una carrera llena de perseverancia y talento, porque solo tres años más tarde, nuevamente, fue ganador del certamen Niños Cantores de la peña de Itapúa-Posadas, una antesala al renombrado festival del folclore de Cosquín. Fue el comienzo de una historia en constante ascenso.
Al Paraguay le trajeron una aventura y la sangre paraguaya. “Un día, un amigo me dijo si no quería venir al Paraguay y como tengo sangre paraguaya, por parte de mis abuelos, me aventuré. Estoy enamorado de esta tierra, en la cual encontré mi lugar en el mundo, la que elegí para vivir y de la cual no me mueve nadie”, expresa durante la charla con ABC Revista.
De aquella decisión pasaron 17 años, tiempo en el que Carlos Allou no solo encontró su lugar en el mundo, sino también abrazó el éxito y la fama gracias a la música. “Comencé con Los Farranderos hasta que conformé el grupo que lleva mi nombre. Estamos trabajando con casi 200 shows al año y estoy más que contento… Esta pasión que nació desde niño está en mi sangre, en mis venas. Es lo que amo hacer”, dice.
A esta actividad se suma su faceta como conductor de televisión. “Desde hace tres años estoy en el programa Domingo en familia. También pasé por la actuación. Estoy muy agradecido con todo lo que me sucede, pero definitivamente la música es mi motor”, admite.
Atribuye su éxito al esfuerzo y la dedicación. “Es el fruto de mucho trabajo. Desde el principio me sentí muy apoyado y no paré. Me gusta cantar y divertir a la gente; es lo que me interesa. No quiero perder ese enfoque, porque es lo que me genera felicidad”.
Tiene 40 años, de los cuales 35 los dedicó a la música. “Es un orgullo poder celebrar estos años haciendo y viviendo lo que más amo, y doblemente maravilloso poder celebrar en el teatro Leopoldo Marechal de la Embajada Argentina, porque es el país que me vio nacer y en la tierra que elegí para vivir como paraguayo, y es así como figura en mi cédula. Además, mis hijas son paraguayas. Son sentimientos encontrados muy fuertes”.
Carlos Allou nunca tuvo un plan B. Tenía un plan A y es el que hizo. Cuando sube al escenario, se transforma. Aparece el cantante que mueve a la gente en bodas, cumpleaños, en los eventos en los que requieren de su presencia. “Algo se apodera de mí cuando se inicia una actuación. Me olvido de todo; vivo otro mundo con mucha pasión”, dice.
La cita es el jueves 14, en la Embajada Argentina. “La gente se va a encontrar con un show espectacular que abarca los años de mi trayectoria. Me van a acompañar mis padres en el escenario; también, Juan Cancio Barreto, Jaime Zacher, Emilio García y Carlitos Acosta, un artista argentino que viene especialmente para este festejo. Va a ser un show de hora y media, hasta un poquito más, inclusive, en el que recorreremos temas románticos, guaranias y músicas latinas hasta el final, con sorpresas incluidas”.
¿Música las 24 h? “No, ¿vos sabés que no? Tengo miles de discos, de todos los géneros, pero prefiero ver algún programa, una película o los noticieros. Me gusta ver las noticias, el deporte. Por ahí cuando voy conduciendo escucho música; me actualizó con todo lo que suena hoy en día, pero en mi casa disfruto de las nenas cuando vienen a compartir conmigo. Voy al gimnasio, porque los años no vienen solos. Trato de ser disciplinado, llevo una vida normal, pero no soy de cocinar; para eso está el delivery”, cuenta y ríe fuerte.
A lo largo de la entrevista, el cantante se santiguó más de una vez, una sobre otra, al recordar momentos cumbres de su carrera, como la actuación que tuvo en el estadio de Boca Juniors, junto con la movida tropical, para más de 15.000 personas o los shows maratónicos que ofrece en Asunción, en eventos privados; más de ocho en un fin de semana o cinco en un solo día. “Mi mamá hacía la señal de la cruz al comenzar y terminar un rezo. Es una imagen que tengo fijada; de ahí el santiguarme dos veces seguidas. Es un hábito que tengo al pasar por una iglesia o camposanto, siempre. Soy creyente. Si de 24 h, 20 estoy despierto, en ese tiempo hablo con Dios y le agradezco. Soy agradecido con todo lo que la vida me da”, confiesa.
No le da miedo “bajar del escenario”. Todavía falta para que eso ocurra y lo que le pasa ahora le parece extraordinario. “No sería realista si pienso que toda la vida va a ser así”, dice.
Entiende que la cuestión es ser feliz con lo que se tiene “y la música siempre va a estar de mi lado”. El premio más importante a estos 35 años de carrera es tener, también, a la gente de su lado. “El cariño de la gente es algo que no quiero perder nunca, me llena de satisfacción y es un cariño que retribuyo con creces”.
Definitivamente, la música es “toda su vida”. “Tomo con mucha seriedad y responsabilidad; le pongo mucha disciplina y, sobre todo, con los pies muy firmes sobre la tierra. Sigo siendo el mismo de siempre: una persona sincera, directa, muy responsable en todo lo que hace, muy cariñosa, aventurera, me gustan los desafíos y, principalmente, muy creyente. Trato de ser auténtico e íntegro todos los días”.
Fotos: ABC Color/Arcenio Cáceres/Gentileza.