Bond sigue siendo Bond

Con 50 años a sus espaldas y 23 películas, James Bond no ha perdido un ápice de su interés, glamour, espectacularidad e ironía. Sus historias siguen desafiando los estereotipos más absurdos y, a base de músculos y buena presencia, Daniel Craig no se despeina en su interpretación del agente secreto por excelencia. Ese al que todos hemos imitado alguna vez al decir: “Me llamo Bond, James Bond”.

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¿Quién le iba a decir al escritor británico Ian Fleming que crearía el personaje más cinematográfico de la historia?

La primera novela protagonizada por James Bond, Casino Royale, se publicó en 1954. Las investigaciones y casos en los que participó este agente al servicio de Su Majestad se prolongaron en doce novelas y siete cuentos, hasta 1966, cuando apareció el último Octopussy.

Aunque hubo un gran interés desde el primer momento por las historias de Fleming por parte del cine y la televisión, no fue hasta 1961 cuando los productores Harry Saltzman y Albert R. Broccoli se decidieron a llevarlas a la gran pantalla.

Sean Connery, un actor que trataba de abrirse camino en la industria del cine, consiguió la oportunidad de su vida al lograr un papel para el que se barajaron nombres como los de Rex Harrison, Richard Burton, David Niven o Cary Grant.

Y, desde el primer momento, la elección de Connery, un escocés alto –1,86 m–, elegante y socarrón, se reveló acertada.

Su estilo, su porte y su ironía eran perfectos para un personaje que no podía tomarse demasiado en serio. Y esos elementos, junto a los gadgets tecnológicos, los coches espectaculares y las numerosas mujeres que rodearon al agente fueron la clave del éxito de una saga que aún hoy perdura.

Dr No, From Russia with Love, Goldfinger y Thunderball fueron los títulos en los que participó Connery, quien, tras una breve y desastrosa incursión de George Lazenby en el papel –On Her Majesty’s Secret Service–, regresó –con USD 1,2 millones de por medio– en Diamonds Are Forever, con la que se despidió de 007.

El siguiente Bond fue Roger Moore, quien con una mayor comedia y parodia tuvo un resultado aceptable en Live and let die, The man with the golden gun, The spy who loved me, Moonraker, For your eyes only, Octopussy y A view to a kill, pero no logró hacer olvidar a Connery. Como tampoco lo hizo Timothy Dalton –The Living daylights y Licence to kill–.

Tendría que llegar un irlandés, conocido por una serie de televisión, Remington Steele, el que recuperara el brío del personaje. Pierce Brosnan, al que ya se había tratado de contratar años antes para el papel, recuperó el éxito y el prestigio para Bond con un personaje menos cínico, más elegante, que no fuma, bebe menos y hasta se relaciona con científicas.

Goldeneye, Tomorrow never dies, The world is not enough y Die another day fue la contribución de Brosnan hasta que fue despedido y reemplazado por el actual poseedor del papel: el británico Daniel Craig.

Casino Royale y Quantum of Solace son las dos películas protagonizadas hasta el momento por Craig; dos historias que han reducido la sofisticación del agente y que han introducido una mayor dosis de acción. A la espera, la historia número 23, Skyfall, que se estrenaría el 23 de octubre, apenas unos días después de que se cumplan los 50 años de la saga.

De Andress a Berry

La salida del agua de Ursula Andress con un bikini que dejó boquiabiertos a los espectadores es una de las escenas más recordadas de todas las películas Bond. Y la responsable de que la presencia de mujeres explosivas haya sido siempre una de las características principales de estas películas.

Kim Basinger, Barbara Bach, Jane Seymour, Denise Richards, Eva Green, Sophie Marceau, Carole Bouquet y Olga Kurylenko son algunos de los rostros que han acompañado al agente en sus aventuras.
Pero tuvo que ser otra salida del agua, la de Halle Berry en Die another day, la que volvió a marcar un antes y un después en el estilo de las chicas Bond.

La sofisticada Eva Green y la espectacular Olga Kurylenko han sido las dos últimas acompañantes de Craig. Ahora le llega el turno a la francesa Bérénice Marlohe, la elegida para la nueva entrega.

Bardem, el último de los villanos

Y el tercer elemento de la saga: los villanos. El primero fue Joseph Wiseman, como el Dr No en la aventura de 1962, que dio comienzo a la saga. A Wiseman le han sucedido decenas de nombres en personajes en pocas ocasiones repetidos, ya que 007 es mucho agente para cualquier villano y la mayoría muere al final de cada película.

Unos malos estereotipados desde la primera a la última historia de Bond, aunque en las primeras sus características eran mucho más de personajes de cómic. Fue el caso de Robert Shaw como Grant en From Russia with Love y de Donald Pleasence, que repitió como Ernst Stavro Blofeld en Solo se vive dos veces y On Her Majesty’s Secret Service.

Los malos fueron elegidos entre sólidos actores que opusieron una fuerte resistencia a las habilidades de Bond.

Sin olvidar a un jovencísimo Benicio del Toro, uno de los malos y, sin duda, lo mejor de la película en License to kill (1989).

Una larga serie de actores que en la próxima entrega tendrán un sucesor de lujo. El español Javier Bardem, ganador de un Óscar por No country for old men, ha aceptado hasta teñirse de rubio para encarnar al último villano de la saga.

“Si hay un héroe que resuma el espíritu de los sesenta, ese es James Bond. Mataba con mucha elegancia y sin vacilar, y hacía el amor con hedonismo consumado y sin prejuicios raciales. Y, por si fuera poco, le gustaba vivir bien, vestir bien y comer bien”, escribe Juan Tejero en su libro Su nombre es Bond, James Bond.

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