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Y la aventura se inicia desde el mismo momento en que se abandona el asfaltado de la Transchaco, para internarse en un camino de tierra que penetra en un mundo desconocido a los ojos urbanos.Pozo Hondo se encuentra a unos 750 km al noroeste de Asunción, a orillas del río Pilcomayo, en el sector limítrofe con Argentina y Bolivia. Está habitado por unas 50 familias, de las cuales 30 están afincadas en el casco urbano y las restantes, distribuidas en una serie de establecimientos ganaderos de la zona.
Pozo Hondo forma parte del distrito de Mariscal Estigarribia. Es un antiguo poblado, dedicado sobre todo a la cría de cabras y al pequeño comercio con Misión La Paz (Argentina). A principios de los años 80 comenzó a ganar notoriedad, ante la posibilidad de convertirlo en un eje comercial con dirección al océano Pacífico. El Ing. Marcio Schussmüller fue una de las primeras personas en nuestro país en hablar de Pozo Hondo.
El Ing. Schussmüller expresaba, en aquel entonces, la necesidad de construir un puente sobre el Pilcomayo y asfaltar una ruta hasta este lejano punto de nuestra geografía. Sin duda alguna, una utopía ante el escaso interés que despertaba atravesar todo el Chaco para llegar al lugar.
En forma paralela al puente, se planteó pavimentar la Picada 500 hasta Cruce Don Silvio y allí utilizar dos ramales para llegar a Infante Rivarola, frontera con Bolivia, y Pozo Hondo, limítrofe con Argentina.
En la región se creó un fuerte movimiento dirigido a convertir el centro oeste sudamericano en un punto de unión entre los océanos Atlántico y Pacífico. Paraguay tuvo la oportunidad de ser un paso obligado en el comercio regional, uniendo los puertos del Brasil con el norte de Chile, donde Iquique proyectaba una fuerte presencia de la mano de una zona franca.
Vía libre a la desilusión
La Municipalidad de Mariscal Estigarribia, a fines de 1990, proyectó la creación de una ciudad en Pozo Hondo. Se elaboró un diseño urbanístico, se loteó una fracción y comenzó la venta de lo que sería una futura ciudad en una nueva Tres Fronteras.
Los compradores de los lotes, todos ellos urbanos, fueron sobre todo comerciantes bolivianos y algunos paraguayos. Los "macateros", como se conoce a quienes recorren las picadas en sus vehículos ofertando de todo, quedaron en el sitio. La construcción del puente sobre el Pilcomayo estaba en pleno auge, a pesar de conflictos con los indígenas que habitan Misión La Paz.
Se daba por hecho que el asfaltado era simple cuestión de tiempo. La Picada 500 era la mejor alternativa técnica y económica para llegar, con una inversión única, hasta las fronteras con Argentina y Bolivia. Ínterin surge un grupo de presión reclamando que la ruta Transchaco tenga continuidad a través de Mariscal Estigarribia y La Patria, punto en el cual se encuentra agrupada una serie de propietarios de establecimientos ganaderos.
En opinión de los estancieros, el mejor camino para llegar a Bolivia era Mariscal Estigarribia-La Patria-Infante Rivarola. Argumentaban que las inversiones realizadas en La Patria eran motivo suficiente para apoyar la producción, sin importar que fuera el tramo más largo, más costoso y con dirección exclusiva a la frontera con Bolivia.
El Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones, contra toda lógica, resolvió asfaltar el camino más largo y la ruta Transchaco tomó rumbo a La Patria. Con esta decisión, Pozo Hondo quedó sin ruta asfaltada. El MOPC prometió enripiar el tramo Infante Rivarola-Pozo Hondo, pero hasta ahora no cumplió su compromiso.
No renuncian al sueño
El puente sobre el Pilcomayo es utilizado como punto de encuentro social entre los pobladores de Pozo Hondo y Misión La Paz, una suerte de calle Palma asuncena los sábados. Todo gira alrededor del puente; al caer la tarde, la gente se agrupa en el lugar, en medio de aburridos gendarmes argentinos que solo esperan que pase el tiempo de servicio en Misión La Paz para huir del sitio.
Misión La Paz cuenta con luz eléctrica, mientras que Pozo Hondo carece aún del servicio. A pesar de su importancia estratégica, el Estado paraguayo se muestra renuente a invertir en el único proyecto de desarrollo urbano en su frontera noroeste. No existe otra población en la región, pero, así y todo, sucesivos gobiernos dieron la espalda a la esperanza de levantar una ciudad.
La gente, en cambio, no renuncia al sueño: siguen aferrados a la esperanza de que Pozo Hondo sea una ciudad y trabajan duro para alcanzar su objetivo. Tienen una comisión vecinal, cuya presidenta es la señora María Luisa Gómez de Maldonado, quien llegó al lugar junto con su marido, partiendo de su Luque natal.
En Pozo Hondo se trabaja duro, no hay concesiones, pero sí grandes satisfacciones: es un sitio único, extraordinario, increíblemente hermoso, a orillas del Pilcomayo. El río se muestra generoso, en el momento de compartir sus aguas y su fauna. La pesca es abundante y de buena calidad. Colonos menonitas con frecuencia llegan hasta el lugar. En el lado argentino, Pozo Hondo es muy conocido, por la hospitalidad de su gente y, sobre todo, por la lucha por no renunciar al sueño de crecer en el sitio que eligieron para vivir.
Por su parte, la Armada Paraguaya está haciendo un gran esfuerzo por volver a Pozo Hondo. Por mucho tiempo, el orgullo de la Marina fue su base naval. Vaivenes políticos alejaron a los marinos de aquí y cuando volvieron, en febrero del año pasado, encontraron todo caído. Ahora intentan que vuelva a ser motivo de honra.
La población civil está satisfecha por el retorno de la Armada y la reconstrucción de la base naval, porque es una oportunidad para demostrar que Pozo Hondo es un punto geopolítico que no puede ser abandonado por el Estado paraguayo.
No es fácil llegar a Pozo Hondo, pero aceptar el desafío de acceder a esta recóndita región de nuestro Chaco es una oportunidad para conocer un sitio único. Y la aventura se inicia desde el mismo momento en que se abandona el asfaltado de la Transchaco para internarse en un camino de tierra que abre un mundo desconocido a los ojos urbanos.
Pozo Hondo forma parte del distrito de Mariscal Estigarribia. Es un antiguo poblado, dedicado sobre todo a la cría de cabras y al pequeño comercio con Misión La Paz (Argentina). A principios de los años 80 comenzó a ganar notoriedad, ante la posibilidad de convertirlo en un eje comercial con dirección al océano Pacífico. El Ing. Marcio Schussmüller fue una de las primeras personas en nuestro país en hablar de Pozo Hondo.
El Ing. Schussmüller expresaba, en aquel entonces, la necesidad de construir un puente sobre el Pilcomayo y asfaltar una ruta hasta este lejano punto de nuestra geografía. Sin duda alguna, una utopía ante el escaso interés que despertaba atravesar todo el Chaco para llegar al lugar.
En forma paralela al puente, se planteó pavimentar la Picada 500 hasta Cruce Don Silvio y allí utilizar dos ramales para llegar a Infante Rivarola, frontera con Bolivia, y Pozo Hondo, limítrofe con Argentina.
En la región se creó un fuerte movimiento dirigido a convertir el centro oeste sudamericano en un punto de unión entre los océanos Atlántico y Pacífico. Paraguay tuvo la oportunidad de ser un paso obligado en el comercio regional, uniendo los puertos del Brasil con el norte de Chile, donde Iquique proyectaba una fuerte presencia de la mano de una zona franca.
Vía libre a la desilusión
La Municipalidad de Mariscal Estigarribia, a fines de 1990, proyectó la creación de una ciudad en Pozo Hondo. Se elaboró un diseño urbanístico, se loteó una fracción y comenzó la venta de lo que sería una futura ciudad en una nueva Tres Fronteras.
Los compradores de los lotes, todos ellos urbanos, fueron sobre todo comerciantes bolivianos y algunos paraguayos. Los "macateros", como se conoce a quienes recorren las picadas en sus vehículos ofertando de todo, quedaron en el sitio. La construcción del puente sobre el Pilcomayo estaba en pleno auge, a pesar de conflictos con los indígenas que habitan Misión La Paz.
Se daba por hecho que el asfaltado era simple cuestión de tiempo. La Picada 500 era la mejor alternativa técnica y económica para llegar, con una inversión única, hasta las fronteras con Argentina y Bolivia. Ínterin surge un grupo de presión reclamando que la ruta Transchaco tenga continuidad a través de Mariscal Estigarribia y La Patria, punto en el cual se encuentra agrupada una serie de propietarios de establecimientos ganaderos.
En opinión de los estancieros, el mejor camino para llegar a Bolivia era Mariscal Estigarribia-La Patria-Infante Rivarola. Argumentaban que las inversiones realizadas en La Patria eran motivo suficiente para apoyar la producción, sin importar que fuera el tramo más largo, más costoso y con dirección exclusiva a la frontera con Bolivia.
El Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones, contra toda lógica, resolvió asfaltar el camino más largo y la ruta Transchaco tomó rumbo a La Patria. Con esta decisión, Pozo Hondo quedó sin ruta asfaltada. El MOPC prometió enripiar el tramo Infante Rivarola-Pozo Hondo, pero hasta ahora no cumplió su compromiso.
No renuncian al sueño
El puente sobre el Pilcomayo es utilizado como punto de encuentro social entre los pobladores de Pozo Hondo y Misión La Paz, una suerte de calle Palma asuncena los sábados. Todo gira alrededor del puente; al caer la tarde, la gente se agrupa en el lugar, en medio de aburridos gendarmes argentinos que solo esperan que pase el tiempo de servicio en Misión La Paz para huir del sitio.
Misión La Paz cuenta con luz eléctrica, mientras que Pozo Hondo carece aún del servicio. A pesar de su importancia estratégica, el Estado paraguayo se muestra renuente a invertir en el único proyecto de desarrollo urbano en su frontera noroeste. No existe otra población en la región, pero, así y todo, sucesivos gobiernos dieron la espalda a la esperanza de levantar una ciudad.
La gente, en cambio, no renuncia al sueño: siguen aferrados a la esperanza de que Pozo Hondo sea una ciudad y trabajan duro para alcanzar su objetivo. Tienen una comisión vecinal, cuya presidenta es la señora María Luisa Gómez de Maldonado, quien llegó al lugar junto con su marido, partiendo de su Luque natal.
En Pozo Hondo se trabaja duro, no hay concesiones, pero sí grandes satisfacciones: es un sitio único, extraordinario, increíblemente hermoso, a orillas del Pilcomayo. El río se muestra generoso, en el momento de compartir sus aguas y su fauna. La pesca es abundante y de buena calidad. Colonos menonitas con frecuencia llegan hasta el lugar. En el lado argentino, Pozo Hondo es muy conocido, por la hospitalidad de su gente y, sobre todo, por la lucha por no renunciar al sueño de crecer en el sitio que eligieron para vivir.
Por su parte, la Armada Paraguaya está haciendo un gran esfuerzo por volver a Pozo Hondo. Por mucho tiempo, el orgullo de la Marina fue su base naval. Vaivenes políticos alejaron a los marinos de aquí y cuando volvieron, en febrero del año pasado, encontraron todo caído. Ahora intentan que vuelva a ser motivo de honra.
La población civil está satisfecha por el retorno de la Armada y la reconstrucción de la base naval, porque es una oportunidad para demostrar que Pozo Hondo es un punto geopolítico que no puede ser abandonado por el Estado paraguayo.
No es fácil llegar a Pozo Hondo, pero aceptar el desafío de acceder a esta recóndita región de nuestro Chaco es una oportunidad para conocer un sitio único. Y la aventura se inicia desde el mismo momento en que se abandona el asfaltado de la Transchaco para internarse en un camino de tierra que abre un mundo desconocido a los ojos urbanos.