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El doctor Fernando Burgos es jefe del área de Pediatría Ambulatoria del Hospital Universitario Austral, de Argentina, y vino a nuestro país para participar del evento Universo Bebé, en el cual habló sobre los cuidados del recién nacido, la importancia de la prevención mediante las vacunas y la lactancia. Comenta que el cuidado del recién nacido no es exclusivamente médico, sino que es compartido con la mamá, el papá y la familia. “El recién nacido, si uno lo piensa desde el punto de vista evolutivo, es parte del proceso de la vida de una persona. Desde el momento de la concepción, que es cuando se conforma la vida de un ser humano: mórula, embrión, feto y, luego, recién nacido. Esos nueve meses representan un periodo evolutivo en el cual el cuidado no empieza desde el momento en el que nació, sino antes, incluso en la propia mamá”, explica.
La importancia de las vacunas
En esta etapa evolutiva del bebé, las inmunizaciones son muy importantes. “Si pesamos en la balanza del bien y el mal, las vacunas siempre van a estar al lado del bien”, asegura. Si bien hay grupos antivacunas que dicen que son toxinas que pueden ingresar al organismo, hoy se sabe y está demostrado que muchas enfermedades —como la poliomielitis, incluso la causada por haemophilus, que puede provocar, entre otras, la meningitis, y no solamente dejaban secuelas neurológicas, sino que mataban—, a partir del advenimiento de estas vacunas, ya no aparecen.
Afirma que otro aspecto no menor que hay que entender es que, cuando se vacuna a un recién nacido, también se inmuniza al grupo de personas de su entorno. Por ejemplo, si el bebé está vacunado, no va a contagiar a sus abuelos, porque un contagio puede ser perjudicial para un adulto mayor o una persona inmunodeprimida. Así también, hay vacunas que los recién nacidos no pueden recibir, como contra la gripe, pero los padres sí deben vacunarse.
El doctor Burgos resalta que si bien se piensa que la inmunización comienza con la madre y continúa con el recién nacido, en realidad, empieza con el grupo familiar. Es lo que se llama “vacunación en capullo o rebaño”. “Si bien algunas vacunas pueden tener efectos secundarios, son mínimos, como un eritema posvacuna, que es un poquito de fiebre o dolor en el sitio de inyección. Pero si pensamos en las enfermedades que son prevenibles con las vacunas y no se las aplicamos porque pensamos que son antinaturales, realmente, nos equivocamos y estamos haciendo algo perjudicial para ese bebé”.
Mitos
Existen algunos mitos que se trasmiten de generación en generación, como darle al bebé té de manzanilla para el dolor de panza. Hoy se sabe que este tipo de infusiones son tóxicas y hasta pueden matar. Así también, surgió en una época la relación de la vacuna triple viral —contra sarampión, paperas y rubéola— con la posibilidad de que un niño tenga autismo. “Esto se demostró que no es así, que tiene un origen más genético. Aunque se desconoce la causa de este trastorno, si hacemos la comparación entre los niños vacunados y los que no, y los que desarrollaron autismo, vemos que son menos los vacunados”, explica.
El problema es que, cuando surgen estas ideas, hay mujeres que no se vacunan ni tampoco a sus hijos, y llegan a un momento del embarazo en el cual desarrollan rubéola y aparece la rubéola congénita. Los niños nacen con hidrocefalias, cardiopatías y problemas oculares. “Entonces, lo que podemos decir es que no hay demostración evidente en absoluto de la relación del autismo con las vacunas. Ante cualquier duda, los padres deben hablar con el pediatra y tomar conciencia de que sus hijos no tendrán sarampión, paperas ni rubéola, que pueden provocar ciertas complicaciones”.
El doctor Burgos también insiste en que el cuidado de los recién nacidos está establecido desde el punto de vista nutricional. La lactancia materna es un alimento fundamental, funcional, que está sostenido por un concepto del 100 % beneficioso, tanto para el recién nacido como para la madre. “Además, está demostrado que las madres que amamantan a sus hijos tienen menos probabilidades de desarrollar cáncer de mama. Entonces, hay un beneficio compartido: el vínculo, el apego, la situación, la contención que una madre le ofrece al bebé cuando le da el pecho es más que importante”.
Detalla que la leche materna contiene lactoalbúmina, lactoferrina y, también, bifidobacterium, una bacteria probiótica que brinda inmunidad al bebé, quien desarrolla menos bronquilitis y, si lo hace, es mucho más leve o moderada; también es inmune al rotavirus. Hay una posibilidad de que con el tiempo no desarrolle diabetes, así como hipertensión, si mantiene hábitos saludables toda su vida. “La lactancia materna es primordial, al menos en los dos primeros años de vida, según la Organización Mundial de la Salud y, en forma exclusiva, en los primeros seis meses. Después, cuando se suma la alimentación complementaria a partir del sexto mes, se puede seguir dando el pecho sin ningún tipo de problemas”.
Las pautas madurativas
Según el especialista, también hay que considerar la importancia del contacto que los padres deben tener con el recién nacido. Este, a los dos meses, ya sonríe; al tercer mes, sostiene bien la cabeza; al cuarto, si se lo pone boca abajo, comienza a levantarse; al sexto, se empieza a sentar. Entre los 10 meses y el año y medio, ya camina. Hay que estar muy atentos a los accidentes en casa, porque se puede caer de la mesa o la cama cuando simplemente se lo está cambiando, y un traumatismo en la cabeza puede ser grave.
Sueño seguro
Destaca algunos puntos fundamentales para evitar la muerte súbita, como la forma en la que el bebé debe dormir, no fumar dentro de la casa —mucho menos la madre durante el embarazo o la lactancia—, no sobreabrigarlo, hacerle dormir boca arriba, apoyarle los piesitos al pie de la cama para que no se escurra entre las sábanas y evitar que duerma en la misma cama con los padres (colecho), porque también el calor de los adultos puede aumentar el metabolismo del bebé y ser causante de muerte súbita.
Controles del recién nacido
Para el doctor Burgos, en lo posible, hay que optar por el parto natural. Solo si es inevitable, por cesárea. Los controles se realizan a las 48 h de nacido, como el peso. Si aumenta, aunque en la primera semana generalmente baja y, luego, aumenta entre 20 y 40 g/día. Después, una vez al mes, para inmunizarlo y disipar dudas de la madre. Elegir un pediatra de confianza, con el cual establecer un vínculo. Este lo va a atender un mínimo de 18 años. “La consigna es proteger al bebé con una buena alimentación, afecto y vacunas”, afirma y agrega que el bebé más protegido es el más vacunado. Contundente.
Tips para evitar la muerte súbita
• La lactancia materna.
• Posición boca arriba para dormir.
• No sobreabrigarlo.
• No fumar dentro de la casa.
• No al colecho.
Fotos: Gentileza.