Aventura en fusca

Una familia peruana viene recorriendo Latinoamérica en un fusca desde hace dos años. El vehículo es considerado como la casa rodante más pequeña del mundo. Tienen planeado recorrer varios países antes de volver a su natal Perú y, luego, partir a los Estados Unidos.

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Los protagonistas de esta singular historia son Javier Miller Regalado; su esposa, Miria Cervera, y su pequeña hija, de nombre Shalom. Desde hace dos años decidieron recorrer Latinoamérica y hacer realidad un sueño largamente acariciado: conocer el mundo. Eligieron el legendario Volkswagen Escarabajo, uno de los años 80, heredado del abuelo y bautizado durante la travesía como la casa rodante más pequeña del mundo.

¿Un escarabajo convertido en casa rodante?, se preguntará. Y sí. Con todas las comodidades: televisión, cocina, baño, conexión a internet, cama, ducha, un pequeño tanque de agua, minirropero, hasta una pecera para distracción de todos, en especial de la pequeña Shalom. Increíble, pero cierto.

En ese medio emprendieron viaje y llegaron primero al Brasil. “Nos quedamos un año en el Brasil. Fue una experiencia fantástica. Llegamos a la temida Ciudad de Dios y convivimos unos días con los habitantes, sin ningún contratiempo. La gente se portó de 10 con nosotros”, cuenta Javier.

La verdad es que sus viajes no son muy planificados, ya que la intención es demostrar la calidez y hospitalidad en los países a los que van. “Cuando trabajaba para una importante marca en los Estados Unidos, había escuchado criticar la falta de hospitalidad de los sudamericanos; entonces, le dije a mi interlocutor que iba a demostrar que estaba errado, que los sudamericanos somos muy hospitalarios y solidarios. Salí de mi país con poca plata y estoy subsistiendo de la ayuda que recibo a mi paso por los países que voy visitando, para demostrar que hay gente maravillosa que extiende la mano. Con frío o lluvia, o cuando atravesamos situaciones difíciles o el auto sufre alguna falla mecánica, siempre encontramos personas que nos ayudan”, recuerda.

Javier siempre tuvo la idea de viajar por el mundo. Hasta dice que dejó su trabajo para aventurarse en esta experiencia, que ya le llevó por Brasil, Chile, Uruguay, Bolivia, Argentina y Paraguay. “El escarabajo era de mi abuelo y me lo dio”, cuenta con entusiasmo este aventurero.

Ese vehículo pequeño fue adaptado de forma excepcional. “Los asientos pueden girar y convertirse en cama. Miria y la pequeña Shalom duermen juntas dentro del vehículo, y yo duermo arriba, sobre el capó, en el que fue montada otra cama. Fuera del vehículo también puede armarse una pequeña mesada para cocinar. Tenemos todos los espacios necesarios para que el viaje sea llevadero”, afirma.

Cada destino es un disfrute y una experiencia. En Uruguay conocieron al expresidente Pepe Mujica, se tomaron fotos y le pidieron un autógrafo. En todos los lugares reciben ayuda de gente extraordinaria, lo que va probando su convicción de que en América Latina hay gente buena y solidaria. “Todos somos pueblos hermanos. Respeto el himno de cada país. Nunca dudé de que en este mundo existe gente muy buena”.

Aparte de las ayudas, también van ofreciendo un cedé, ya que su esposa es cantante y, también, docente. “Tenemos un cedé que vendemos a un precio simbólico nada más. Eso también nos ayuda durante el viaje. Y Miria, con su experiencia de docente, está pendiente de la formación de nuestra pequeña. Cuidamos su estabilidad emocional en todos los sentidos. Cada cierto tramo paramos, buscamos un lugar donde quedarnos para que ella pueda jugar y distraerse. La llevamos al médico en cada país al que llegamos para un chequeo general; además, tenemos contacto permanente con sus pediatras en Perú. Tenemos una hoja de ruta que respetamos a rajatabla”, revela.

La pareja se conoce desde que eran niños. “Vivíamos en el mismo barrio, pero ya de grande decidimos formar pareja. Quería una mujer que le guste viajar igual que a mí”, confiesa Javier.

Miria escucha atenta y asiente. “La verdad es que estoy feliz; de lo contrario, a la primera semana ya le hubiera dicho: ‘¡Me quiero regresar!’”, expresa entre risas.

¿Por qué un escarabajo? “Quería demostrar que lo imposible es posible”. Claro que fueron muchas pruebas y mejoras hasta lograr lo que quería. Pero no todo el viaje fue color de rosa. En Brasil tuvieron un grave percance. “El auto se incendió. Perdimos casi todo, pero logramos reponernos y continuar el viaje. También, personas de buen corazón nos ayudaron a poner en condiciones el auto”.

¿Qué rutas le quedan? Ecuador, Colombia, México... “Quiero llegar también a Honduras, El Salvador, Nicaragua; finalmente, a los Estados Unidos y continuar trabajando. Para un peruano, nada es imposible”, expresa riendo.

A su paso por cada territorio recoge firmas. “Me voy encontrando con personalidades o gente común y les pido que firmen el libro; ya tengo varias firmas. Mi meta es escribir un libro, para contar todas las experiencias vividas. Voy anotando todo; ojalá pueda darse”.

También lleva la palabra de Dios. “Soy evangélico y voy predicando a los lugares donde voy. En el Paraguay visité la cárcel. También, les pido a mis compatriotas que residen en países extranjeros que no cometan delitos. Vamos sembrando árboles como una forma de dejar un legado. Me considero una persona muy servicial, al igual que mi esposa. Tenemos ese espíritu y cada entrega que realizamos es bien retribuida”.

Así, la casa rodante más pequeña del mundo, como le gusta llamarle a su dueño, seguirá su rumbo. Todavía no está reconocido como tal, pero más adelante, quién sabe, puede hasta figurar en el libro de los Récords Guinness. Mientras espera ese momento, seguirá descubriendo ciudades, demostrando que hay gente hospitalaria y solidaria en el mundo, y que la convivencia y el respeto “entre los pueblos es posible”. Ese es su deseo.

ndure@abc.com.py

Fotos ABC Color/Gustavo Báez.

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