Avenida Quinta y el sur

En 1933 circulaban apenas 833 vehículos mecánicos en las calles de Asunción. De esa época data la planificación y consolidación del Barrio Obrero, con sus amplios bulevares, incluida la Avenida Quinta. Su paseo central y entorno guardan décadas de historia, bohemia, deportes y folclore en nuestra ciudad.

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En el afecto y la tradición de los asuncenos, la Avenida Quinta era una de las tantas “proyectadas” cuando Asunción comenzó a mirar hacia el sur para su expansión, de la mano de uno de los mejores intendentes que conoció la capital: Bruno Guggiari.

Su historia está muy ligada a la creación, consolidación y desarrollo del populoso Barrio Obrero, también llamado Intendente Guggiari.

Aunque los orígenes del populoso barrio datan de inicios del siglo XX, comenzó a tomar forma hacia 1930. Veinte años después, en 1953, Hipólito Sánchez Quell citaba en sus crónicas “la parte sur” de la ciudad. “También hacia el sur la ciudad se ha ido extendiendo notablemente. Teniente Fariña –no hace mucho, picada abierta en el monte– es hoy una calle de intenso tránsito que, conservando su alma propia, compite con las más importantes del centro. Tacumbú –adonde antes se llegaba en el pintoresco tranvía a mulitas– y Salamanca –sitio predilecto de los pícnics familiares de nuestros abuelos– son hoy populosos barrios en los que más de una docena de las anacrónicamente denominadas ‘proyectadas’ son ya auténticas ‘realizadas’”.

Desde mediados del siglo pasado, la entonces avda. Francisco Acuña de Figueroa seguía siendo Quinta para los asuncenos y empezó a florecer como un centro nocturno de la bohemia. Surgieron conocidas parrilladas y restaurantes con shows musicales, junto con otros comercios. El Rosedal, La Tranquera, Carioca, y las heladerías Ñandú, París y Anahí son parte de la nostalgia y la realidad. Las comidas típicas también tuvieron su espacio con el copetín El Futuro y, luego, Amilcar. Muy cerca estaba la peña Kapi’i, en la que se destacaron importantes músicos y grupos de nuestro país. “Aquí, la música folclórica se impuso en las muchas parrilladas, así como se impusieron las comidas típicas en restaurantes como Carioca, El Futuro y Amilcar. Un recuerdo feliz es el que ha dejado aquella inolvidable peña que se llamaba Kapi’i, manejada durante un tiempo por Mario García Siani y en cuyo patio actuaron grandes artistas de la música popular paraguaya”, refiere Juan Manuel Prieto en su libro La ciudad en que vivimos.

Los cines París y Gran Avenida, junto con los bingos y garitos, completaban la agenda para el ocio y la distensión. Tampoco faltaban ferreterías, peluquerías frecuentadas por futbolistas, farmacias y todo tipo de comercios para surtir a los barrios circundantes.

Los clubes instalados en la zona: Atlántida, Nacional, Cerro Porteño y Sol de América, daban también vida con los encuentros deportivos, la presencia de artistas internacionales, fiestas de San Juan, circo y corsos de carnaval. Las previas y ensayos tenían lugar en el paseo de la Avenida Quinta, que era una verdadera fiesta.

Simón Brizuela (68) tenía 17 años cuando era canillita y recorría la Avenida Quinta y los alrededores ofreciendo La Tribuna, La Tarde y el semanario El Enano. Recuerda con nostalgia varios clientes, entre ellos la peluquería López, en la que había conocido a Saturnino Arrúa. “No existían pizzerías, hamburgueserías ni lomiterías, pero había despensas con ricas empanadas”, menciona.

En 1957 se decidió denominar al sector del bulevar de Quinta entre Caballero y Estados Unidos como Paseo de las Américas. Esto permitió mejorar y poblar de bustos de personalidades –también dictadores como Tacho Somoza– la vía pública, que se convirtió también en escenario de ofrendas florales periódicas de parte de las autoridades nacionales y diplomáticas.

Los vecinos tuvieron mucho protagonismo en la conservación y mejora de la avenida. En 1977 conformaron la asociación Amigos de la Avenida Quinta, para encarar trabajos de hermoseamiento y remodelación del paseo. Estaba encabezada por el presidente del club Cerro Porteño, Abraham Zapag, y Óscar Luis Giagni, de Sol de América. También la conformaban el mismo intendente Porfirio Pereira Ruiz Díaz y un representante permanente del club Atlántida.

“La sucesión de barrios conformada por Tacumbú, Obrero y General Díaz no tiene una historia muy larga, pero a pesar de eso posee características peculiares que acentúan su particularidad, y hacen de ella uno de los conglomerados más representativos y populosos de Asunción”, dice el libro de Juan Manuel Prieto.

Destaca que la avenida Acuña de Figueroa y su continuación Dupuis fueron escenario de un “fenómeno único” en la capital, que es la concentración de cuatro importantes clubes asuncenos que hicieron tradición. “Eso permitió que el vecindario se consolidara más en torno a las aficiones, alegrías y deportes que al apego a los partidos políticos, como ha sido en otros lugares”.

Prieto también destaca que los deportes y el folclore estuvieron siempre en “armónica confluencia” en el entorno de la Avenida Quinta. Incluso, el Barrio Obrero tiene su música: Che vy’a jha, de Porfirio Báez y Rubio Medina, pero que fue escrita originalmente para Carapeguá, y Herminio Giménez, por supuesto, compuso Cerro Porteño.

Antaño ha pasado la época en la que los músicos –guitarra o arpa al hombro– iban deambulando y musiqueando por la Avenida Quinta, pero han dejado sus huellas en el barrio.

Otro centro histórico

Dice el historiador y periodista Gustavo Laterza Rivarola que el centro histórico de Asunción, bien definido como tal, “es el núcleo primigenio de la ciudad, en el que ella nació y se conformó, en el que ocurrieron los acontecimientos más significativos de la historia del Paraguay, con excepción, claro está, de las batallas”.

En esta área –explica– se concentran los testimonios más representativos del modo de vida de nuestros antepasados cercanos, cómo edificaban sus viviendas, cómo distribuían los espacios íntimos, cómo utilizaban los públicos, qué relación se daba entre estratos sociales o actividades y zonas, calles o edificaciones, cuáles eran sus gustos en arquitectura y decoración, cuáles pautas culturales fueron penetrando y suplantándose... y así sucesivamente.

Partiendo de esta premisa, Laterza Rivarola asegura que, no obstante, “hay que entender que no tiene por qué ser el único centro histórico que tenga Asunción, aunque sea el más reconocible y el mejor conocido”. Entre esos “otros centros históricos” que podrían considerarse en el futuro cita la Avenida Quinta.

Razones no faltan. En sus libros Historia del Municipio de Asunción y Asunción y su comarca desarrolla la evolución de lo que es el Barrio Obrero, marcado en todo su derrotero por la antigua Quinta Proyectada.

Cuenta que en las primeras décadas del siglo XX el proceso de conformación de la ciudad no solo era ocupación del intendente –entonces Baltasar Ballario–, sino del mismo presidente de la República, Eligio Ayala. “La preocupación estética ha sido también muy apocada siempre en el Gobierno comunal. Algo más puede hacer en ese sentido sin costo ninguno, y con solo afirmar un poco más sus funciones ejecutivas y su autoridad” (mensaje del 1 de abril de 1928). Evidentemente, no ha perdido vigencia.

Aquella amonestación presidencial –apunta el historiador– tuvo sus resultados positivos y se tradujo en acciones por parte del intendente Pedro Bruno Guggiari, recordado como uno de los mejores que tuvo Asunción, desde el 1 de marzo de 1929 hasta su muerte, el 10 de setiembre de 1933. “La obra más señera del intendente Guggiari fue, din duda, la creación del Barrio Obrero en 100 ha de tierras de Tacumbú, divididas en 1130 lotes destinados inicialmente a 250 viviendas para la descongestión de la Chacarita, primera obra urbanística de envergadura social proseguida después bajo el gobierno de José Patricio Guggiari”.

La Guerra del Chaco postergó muchas obras de infraestructura para la modernización de la Madre de Ciudades. Pero volvieron a cobrar impulso cuando “los prisioneros de guerra bolivianos fueron aplicados a trabajos de vialidad y otras tareas urbanas, como limpieza de parques y plazas (…) La continuación hacia el sur de la avda. Estados Unidos (que entonces era el camino a Lambaré y así se denominaba) fue recibiendo contingentes de operarios bolivianos”.

Hasta hoy la avenida Estados Unidos sigue siendo una de las más bellas de Asunción, con su amplio y arbolado paseo central, sobre todo desde Quinta hacia el sur llevando a Lambaré.

Se trazó un conjunto de bulevares por la inspiración europea que movió a Guggiari y siguieron sus sucesores. Así, Quinta está interconectada con las avenidas Estados Unidos, Itá Ybaté (21 Proyectadas), Fulgencio Yegros y la Diagonal Cabañas - Chiang Kai Shek.

Los bulevares en París florecieron con las reformas urbanísticas del barón Haussmann en la era de Napoleón III, desde 1850 en adelante. Tenían el doble objetivo de embellecer la ciudad, favorecer el flujo vehicular desde todas direcciones y facilitar el desplazamiento peatonal por sus paseos.

Esa filosofía se tradujo en la Asunción de Bruno Guggiari, con el resultado de contar con el único barrio bien planificado de la ciudad y que tenía el firme apoyo del Gobierno Central.

José P. Guggiari hablaba de las bondades del automóvil para abaratar los costos del transporte y que por entonces irrumpía recién en Asunción. Estadísticas municipales, citadas por Gustavo Laterza, sostienen que en 1933 circulaban 833 vehículos mecánicos por Asunción. Sin embargo, las proyecciones de los visionarios justifican plenamente la red vial trazada.

Los "Amigos de la Avenida Quinta" fueron los protagonistas a fines de los setenta de la remodelación y revitalización completa de la Avda. Acuña de Figueroa. Como "Paseo de las Américas" contemplaba esculturas de personajes históricos del extranjero.

El cine Gran Avenida fue reabierto en 1984 luego de un breve cierre y remodelación. Actualmente, las casillas que se construyen son verdaderos locales comerciales que invaden el paseo central y la calzada. Incluso la tradicional fuente ubicada frente del Club Sol de América queda aprisionada.

En 1971 se inauguró el busto de homenaje al prócer chileno Bernardo O'Higgins con presencia del dictador Alfredo Stroessner y autoridades diplomáticas en el entonces Paseo de las Américas.

En 1978 los Amigos de la Avenida Quinta realizaron varias mejoras con el apoyo del intendente Porfirio Pereira Ruiz Díaz. Fue una de las mayores y mejores intervenciones que tuvo el sitio.

En 1999 el intendente Martín Burt inauguró una escultura de Hermann Guggiari en homenaje al intendente fundador del barrio Obrero, Bruno Guggiari. La escultura ubicada en la rotonda de Quinta y Estados Unidos luego fue robada. 

Durante décadas Quinta fue el punto de la bohemia asuncena con sus parrilladas y shows musicales.

Pero hoy la Avenida Quinta está en el ojo de la tormenta por una desafortunada decisión de la Municipalidad de Asunción de crear un supuesto paseo gastronómico con 16 locales comerciales en plena vía pública, con lo cual prácticamente se “lotea” el espacio verde y se mata una histórica avenida protegida por la Ley Orgánica Municipal n.° 3996 y la ordenanza n.° 35/96 como un “sitio de valor ambiental”.

Pedro Gómez Silgueira pgomez@abc.com.py • Fotos ABC Color/Roberto Zarza/Recopilación de Manuel Caballero.

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