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Hija de inmigrantes paraguayos, Romina Ortiz nació en la Argentina, donde vivió hasta hace unos años. “Aunque nunca perdí contacto con mis raíces”, resalta. Diseñadora gráfica, se define como amante de la fotografía, el arte y la naturaleza. Fue así que tomó contacto con las kokedamas, en Buenos Aires, donde investigó y realizó un curso.
Esta técnica le pareció una forma de cultivo original, de fácil cuidado y decorativa. “Las había visto en varias oficinas en las que trabajaba”, recuerda. Hace dos años y medio, una vez que vino a vivir al Paraguay, y pudo contar con un lugar en el cual podía tener mayor espacio y contacto con las plantas, comenzó a dedicarse a las kokedamas.
Cuenta que trabaja con su marido, Édgar Insfrán, un abogado paraguayo, quien la trajo de vuelta a la tierra de sus ancestros. A ambos les gusta la naturaleza y el contacto con ella; a través de las kokedamas, “es muy relajante”. Entonces, comenzaron a trabajar juntos. “Primero como hobby. Es un momento único, en el cual tenemos nuestro espacio y compartimos en pareja haciendo lo que nos gusta, en el que se combinan arte y naturaleza”, comenta.
Esta peculiar técnica de cultivo llamó la atención de familiares y amigos, quienes comenzaron a pedir sus creaciones para regalar y para ellos mismos. Entonces, les pareció bueno y novedoso comenzar a ofrecer las kokedamas, y que la gente regalara algo vivo que combine naturaleza más arte y decoración. “No hay nada más lindo que la naturaleza para darles vida a nuestros espacios, y el contacto con ella a través de las kokedamas es más personal”, asegura.
Fue así que armaron su página y comenzaron a mostrar sus trabajos en las redes sociales. Con el paso del tiempo, fueron evolucionando y, también, perfeccionaron su técnica. Al principio, les tomaba mucho tiempo realizar una kokedama; horas y horas en busca de que quedaran a su gusto, pero con la práctica lograron producirlas más rápido. “La técnica, más que nada, se caracteriza por requerir un poco de paciencia y dedicación. Cada día nos gusta más trabajar con ellas”, admite.
El arte de hacer kokedamas es una antigua técnica japonesa, que significa bola de musgo (koke: musgo y dama: bola). Permite a la planta vivir en una bola de sustratos y musgos sin necesidad de una maceta. Según Romina, es fácil de cuidar y, para regarla, se debe sumergir la kokedama en agua, en la que hace burbujas. “Una vez que deja de hacer burbujas, significa que la planta ya tomó agua suficiente”, detalla.
La particularidad de esta técnica es que, al mantener la humedad, se debe regar, aproximadamente, solo entre 10 y 15 días, dependiendo del tipo de planta y la época del año. Son ideales para incorporar naturaleza a la casa, aunque no se disponga de tiempo. La mayoría de las plantas ornamentales se adaptan perfectamente. “Cada planta tiene su forma de cuidado de acuerdo al tipo, como en una maceta convencional. Su crecimiento es lento, ya que es una técnica derivada del bonsái”, señala.
Resalta que cuentan con diferentes tipos de plantas, a precios accesibles. Se puede adquirir una pieza desde G. 30.000. Los precios varían de acuerdo al tamaño y tipo. “Son ideales para las oficinas y el hogar. Muchos las llevan como suvenires o regalos personales y empresariales”, indica, y agrega que apuntan de una manera original y decorativa a introducir, en ambientes de vida y naturaleza, plantas ornamentales que no solo sirven de decoración, sino que, además, ayudan a combatir el estrés y la contaminación, aportan equilibrio y transmiten serenidad. “Ciento por ciento hechas con amor”, asegura. Indudablemente, estas plantas delicadas, elegantes, de diseño simple y minimalista decoran y armonizan cualquier espacio.
Principales cuidados
• No exponerla a sol directamente.
• Rociar la bola de musgo, para mantener su humedad.
• No exponerla a la corriente directa del aire.
• Limpiar las hojas con un algodón humedecido en agua si es necesario.
• Cortar las hojas secas con cuidado para no lastimar las sanas.
Sepa más
Ñakurutû Kokedamas en Facebook.
Fotos: ABC Color/Diego Peralbo.