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La entrevista con el escultor, pintor y creador de joyas fue en Casa Mayor. La lluvia no impidió que llegara para charlar sobre su nueva exposición, una de las tantas que realiza a lo largo de su carrera.
En las paredes de la galería se visualizan colores, formas, letras y objetos que adquieren el grado de arte en una técnica mixta. Cualquier elemento le sirve de inspiración a su mente inquieta. “Siempre me gustó el arte y era un rebelde con mi causa. Seguí la carrera de Derecho, pero la dejé; no era lo mío. En la arquitectura encontré mi veta y desarrollé una vida de escultor. Tenía una materia plástica y me sentía más cómodo en ella”, cuenta.
Esos primeros pasos, marcados por el espíritu indomable e irreverente de los años 60, estuvieron plasmados en el arte del Cono Sur, en las experiencias innovadoras del Instituto Di Tella, en Buenos Aires, a cuyas exposiciones asistía motivado por su par paraguaya Laura Márquez, quien ejerció gran influencia en el desarrollo del arte moderno en el Paraguay.
Ángel dice que disfruta de la experiencia y creatividad sin fin. “Recuerdo que una amiga se cortó el pelo y me lo regaló. Hice una obra con los mechones”.
Todo lo que cae en sus manos adquiere forma. Le acercan piezas o toma lo que le gusta y, a partir de ahí, comienza el proceso creativo. Para él, es cuestión de no dejar pasar las oportunidades. “Tengo suerte de disponer de un montón de objetos en desuso”, cuenta.
Tablas, hierro, latas, plásticos, cobre, bronce, resinas, pedazos de fusiles, limpiaparabrisas, melamina y hasta el hueso convierte en piezas de joyas. “No tengo un momento preciso para crear ni hora. Cuando la inspiración aparece, intervienen la razón y experiencia para dar paso a la creación”.
Su afición por el metal no se dio hasta 1983, cuando realizó su primera exposición de escultura, denominada Metamorfosis, en el Centro Cultural Paraguayo Americano. Fue una serie en hierro trabajada con soldadura eléctrica y autógena.
Para el artista, la pintura y el modelado son una forma de comunicación, de dejar ver su sensibilidad, los riesgos que toma, los compromisos que asume y, por qué no, hasta de sus ideales.
Ángel ama la naturaleza. “En casa me encargo de cuidar las plantas. Me considero pirómano, también; quemo hojas por cantidades y las convierto en abono. No solo arte reciclo”, dice entre risas.
Tiene una extensa carrera expositiva y traspasó fronteras. Estuvo en bienales y, también, recibió reconocimientos. En esta muestra, de 26 cuadros, además de la composición de diversos materiales en técnica mixta, deja mensajes sobre la vida.
El arte, para él, es el elixir de la vida, y se diversifica en esculturas, pinturas, joyas y literatura. Actualmente está trabajando en un libro sobre sus obras. “Será un resumen de todo lo mío”, adelanta.
Para Ángel, el arte es el aire que respira; por eso, donde vaya o mire, encuentra emoción e inspiración. Se le ve como un hombre de costumbres sencillas y con el ego bajo control. Un referente importante dentro del pensamiento artístico nacional e internacional.
Fotos: ABC Color/Celso Ríos.