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El Arq. Javier Corvalán fue seleccionado para diseñar una de las 10 capillas que representarán a la Santa Sede en la 16.ª Bienal de Arquitectura de Venecia, Italia, que se desarrollará del 25 de mayo al 26 de noviembre, desde el Pabellón Central y los Giardini hasta el Arsenale, en el centro histórico de Venecia, e incluirá a 71 participantes. Esta es la primera vez que la Santa Sede participa de la muestra.
En enero pasado, el Pontificio Consejo de la Cultura había informado que el proyecto está basado en el modelo que el arquitecto sueco Erik Gunnar Asplund creó en el cementerio de Estocolmo, en 1920, conocido como “la capilla en el bosque”. Entre los arquitectos “de comprobada experiencia y diversa formación” que han sido invitados por la Santa Sede a proponer y realizar cada uno una capilla, indagando en las posibilidades que ofrece cada material, está un paraguayo.
Los creadores, quienes provienen de Australia, Brasil, Chile, España, Estados Unidos, Italia, Japón, Paraguay, Portugal y Reino Unido, son Andrew Berman, Francesco Cellini, Javier Corvalán, Eva Prats, Ricardo Flores, Norman Foster, Teronobu Fujimori, Sean Godsell, Carla Juacaba, Smiljan Radic, Eduardo Souto de Moura, Francesco Magnani y Traudy Pelzel. Los curadores son Francesco Dal Co y Micol Corti.
El Vaticano subrayó que todos han sido llamados a abordar un tipo de edificación que no tiene modelos ni precedentes, ya que es frecuente identificar las capillas como espacios integrados a iglesias y catedrales, pero que en esta ocasión estarán aisladas. El objetivo de aislarlas en un ambiente natural y “abstracto” será realizar “una metáfora de la peregrinación de la vida, que es el bosque”.
Según Corvalán, para cada pabellón, se elige un profesional, un curador, quien tiene su propio criterio, hace su selección y presenta a los dueños del pabellón –en este caso, el Vaticano– sus conceptos y se van seleccionando. “Los curadores hacen su propia investigación. A veces, algunos llaman a concurso; otros no. Todos son criterios personales. En este caso, mi obra no fue llamada a concurso, sino que fue elección y selección del Arq. Francesco Dal Co, historiador y curador del pabellón apostólico”, comenta.
Corvalán considera que como ya había construido una capilla en el Bañado y tuvo trascendencia internacional, tal vez podría considerarse un precedente para su selección. “Fue publicada en revistas de Italia y seleccionada para una bienal en los Estados Unidos, lo cual, sin duda, siempre pone en conocimiento y exposición a nivel internacional el trabajo de uno para las personas que se mueven en este circuito”, detalla.
Si bien hablaron de la capilla de Cerrito, en Bañado Norte, cuando el Arq. Dal Co le confirmó esta invitación, el arquitecto no considera que haya sido un factor decisivo. Para el profesional, siempre tiene mucho significado participar de un pabellón con tanto peso moral para la cultura, sobre todo en nuestro país, en el que, sin duda, hay una gran simpatía y aceptación de todo lo que provenga del papa, la Iglesia católica o el Vaticano.
“Es siempre un honor y una alegría. Profesionalmente, habrá que ver después. Estas cosas siempre le cargan a uno de energía y, por el momento, es un gran estímulo”, refiere, y añade que, posteriormente, se ve si tienen su trascendencia o no. “Eso depende mucho de la aceptación y ya con el proyecto construido”.
Resalta que hay proyectos buenos y malos, pero que eso se ve en el futuro. Cuanta más aceptación y repercusión tenga, probablemente, abrirá más el panorama para un profesional de estas latitudes. Corvalán, por las conversaciones acompañadas de la invitación, pudo inferir que la voluntad del Vaticano y el papa es que, posteriormente, estas capillas sean donadas a aquellas comunidades que fueron afectadas por los terremotos en Italia. “La idea es que puedan ser itinerantes, o viajar a una locación definitiva para una comunidad que no tenga capilla o un espacio ecuménico para la función que cumple una capilla”, refiere.
Fue así que la estructura que propuso tiene solo un punto de apoyo, porque la propuesta es que sea una especie de capilla nómada, dado que luego de la Bienal serviría para ser transportada a otros sitios, que, en principio, sería una de las comunidades afectadas por los terremotos del año pasado. “Ahora, las expectativas son que el proyecto llegue a buen puerto con su construcción y realmente pueda representar con altura la arquitectura y a los profesionales del Paraguay. También que los jóvenes puedan tener un lugar en las próximas participaciones como esta”, concluye.
Capilla del pabellón de la Santa Sede
La construcción responde a conceptos de sostenibilidad y bajo impacto ambiental, tanto en su sistema constructivo como en el origen de los materiales elegidos para su construcción. La fundación propuesta para su único apoyo es un conjunto de tres piezas de madera, de sección circular de 30 cm, estructuradas como trípode y atornilladas al suelo, similar al sistema de “briccola” veneciana. El trípode cuenta con un cabezal en forma de vínculo que sirve, a su vez, como apoyo del único brazo metálico de acero que sostiene el volumen circular de la capilla y la cruz en el plano virtual superior o techo. El volumen principal de la capilla es circular y está compuesto por dos círculos: uno mayor o externo visible como fachada y otro interior; ambos se relacionan con un solo punto de contacto tangencial, definiendo un punto por el que pasa un eje este-oeste como diámetro de los mismos, dando un total de 11,20 m de diámetro y un perímetro de 36 m. Los círculos corresponden en planta a dos grandes cilindros de madera de 3 m de altura cada uno. Los cilindros se construyen con dos vigas anillos de madera multilaminada, de 60 cm de altura, vinculadas entre dos pieles de placa multilaminada. Las vigas contienen una planchuela interior en la que se fijan de forma casi radial unos tubos metálicos que vinculan estructuralmente ambos cilindros. Completan este conjunto dos cabos de acero que encadenan estos tubos: uno en la parte superior y otro en la inferior. El volumen circular se apoya con un gran brazo de acero en forma de “L” invertida, que se ubica sobre el eje descrito en forma radial y se apoya sobre el trípode de madera. Este brazo de acero tiene un soporte que puede ser cargado con peso adicional con piezas de piedra de 20 ton como contrapeso.
Fotos: ABC Color/Silvio Rojas.