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La encargada de organizar el cumpleaños-sorpresa fue la teatrista e investigadora, Elisa Godoy de Gulino, junto con su marido, Humberto Gulino, —también teatrero—. Ellos fueron los que con esmero y cariño se ocuparon de llamar, enviar correos y mensajes de textos a los entrañables amigos de don Alejo Pesoa y a los que compartieron escenario junto con él, en algún momento de su vida.
Así se juntaron “un montón” para felicitarlo, entre ellos Regina Bachero, Norma Codas, Calolo Rodríguez, Wilfrido Acosta, Alejandra Siquot, Silvio Rodas, Raquel Rojas, Hugo Robles, Rosa Barrios, Santiago Trinidad, Elisa y Humberto, por supuesto, y muchos otros.
No dudaron, un instante en asegurar su presencia para el festejo. Es que Pesoa se lo merece. Su vasta trayectoria en el teatro nacional es meritoria. Sus amigos lo confirmaron a través de las palabras de gratitud, de cariño... “Es el álter ego de los actores. Siempre tiene las palabras justas en la boca. Y solo a él le está permitido dar la bendición o el rechazo entre los artistas”, expresa Calolo. “A Alejo no se lo puede describir, hay que vivirlo. Es una persona muy singular dentro del ambiente teatral. Nos volvía locos cuando marcaba pautas de conducta”, recuerda Humberto Gulino.
Raquel Rojas reflota sus años de militancia por los derechos humanos, “con él recorrimos todo el país. Alejo fue uno de los miembros más importantes del teatro campesino e indígena. Fue dirigente del Centro Paraguayo del Teatro. Es una persona con mucha conciencia social, un ser humano maravilloso, vital, aunque también con una lengua muy cáustica e irónica. La historia del teatro no se puede contar sin Alejo”, afirma la escritora Raquel Rojas.
La cita fue en el Club Nueva Estrella, engalanado con telas de colores, globos y cintas de papel. Una pequeña colaboración sirvió para la torta, los bocaditos y las gaseosas. La alegría, las risas, las anécdotas fue la nota constante del encuentro. “Es un maravilloso ser humano. Ejemplo de coherencia y talento”, aporta Silvio Rodas.
Wilfrido Acosta tampoco ahorra palabras para expresar su afecto hacia el actor. “Es único. No hay otro. Siempre va a estar en la memoria de todos quienes hicimos teatro, es un amigo, un compañero”.
Don Alejo apagó las velas rodeado de quienes lo quieren de verdad. En su cumpleaños número 80 atesora recuerdos imborrables de su extenso andar por el teatro paraguayo. Inició su labor teatral en los años sesenta con el Grupo Independiente Jesús el Redentor, para luego formar parte del Teatro Popular de Vanguardia y pasar en los años setenta al repertorio del Teatro estudio. Igualmente integró los elencos Pirirí Teatro y Aty Ñe’ê, entre otros. Tuvo destacada participación en más de cien obras teatrales. Fue uno de los fundadores del Centro Paraguayo de Teatro y estuvo también en el teatro de títeres Don Policarpo. De hecho, en la fiesta estaba presente un titiritero.
Se lo vio dichoso y no es para menos. Tiene amigos que lo quieren de verdad. No es la primera vez que se unen para celebrar la vida o para pedir una pensión graciable para él, con más de trescientas firmas. Todo esto demuestra que en la vida siempre hay que estar rodeados de buenos amigos. Las amistades se van construyendo y, sin duda alguna, Don Alejo edificó muchas. “Estoy feliz”, dijo emocionado. Tiene amigos que lo apoyan moralmente y le dan felicidad. No esperaba un festejo, pero tuvo un regalo muy especial: “los amigos”.
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