Alborno en la pluma de Amalia

Amalia Ruiz Díaz eligió las artes para volcar su talento como escritora. Recopila e investiga la vida de grandes pintores contemporáneos paraguayos y lleva al papel, con maestría, toda la trayectoria. Ahora presenta su obra: Pablo Alborno. De la serie de grandes pintores paraguayos.

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La pasión que brota de sus plumas conmueve el alma. Tiene una trayectoria que resume la vida de los grandes pintores paraguayos. En sus textos se aprecian toda la veracidad y dedicación puesta en cada artista... Roberto Holden Jara, Jaime Bestard, solo por citar algunos. Ahora, Pablo Alborno, uno de los principales retratistas y paisajistas de la historia de la pictórica paraguaya. La propuesta corresponde a la serie que Amalia Ruiz Díaz investiga y lleva al papel. “Llegar a lo más profundo de cada artista, a través de la memoria de sus seres queridos, amigos, coleccionistas, sus obras, lo que plasma en un lienzo, sin duda, es un viaje fascinante, y poder poner todo eso en un papel es una satisfacción única. Es como tener un hijo: se siente la tensión y ansiedad, pero cuando sale a la luz, la sensación es indescriptible; es una alegría y satisfacción enormes”, confiesa la escritora.

Ella tiene una licenciatura en Arte por el Instituto Superior de Arte (ISA), dependiente de la Facultad de Arquitectura. También tiene estudios de periodismo. Combina estas dos pasiones y nutre nuestra cultura con sus textos –nueve en total–, todos con el apoyo del Fondec. “La Universidad Nacional de Asunción también apoya mi trabajo; agradezco a todos los que hacen posible que estos libros sean una realidad. Gratitud inmensa para mi familia y mi esposo, Antonio Rolón, quien es uno de mis mejores críticos, es mi ángel”, dice.

La presentación de Pablo Alborno. De la serie de grandes pintores paraguayos será el viernes 6 de mayo, a las 19:30, en el Museo Nacional de Bellas Artes. El Correo Paraguayo se adhiere al acto con la presentación del matasellos en homenaje a quien fuera el pintor de los próceres de mayo. “Es la razón por la que presento el libro en este mes”, cuenta Amalia, sonriendo.

El encuentro con la escritora se dio precisamente en el Museo de Bellas Artes. Allí, en medio de las imponentes obras de influyentes pintores de nuestra historia, muestra la pasión que brota de sus palabras y las convierte en emociones. Amalia Ruiz Díaz se conmueve con su propia pluma, porque escribe con el corazón. “En mis textos van a encontrar veracidad. Son investigaciones profundas logradas, como ya decía, de los afectos más cercanos y las declaraciones de coleccionistas. Los viajes no faltaron en esta misión y el resultado fue provechoso, placentero, con la euforia que aparece siempre en el cierre de cada edición”.

Todo el proceso conlleva mucha energía y entusiasmo. “Converso en voz alta con cada artista que voy describiendo; a veces, hasta se me escapan algunas palabras inapropiadas, pero es producto de la alegría ante los objetivos logrados. Mientras voy armando sus biografías, es como tenerles en frente y transmitirles las preocupaciones o alegrías. Cuando logro la fidelidad de sus vidas, el contento es mucho mayor, porque lo que busco es documentar fidedignamente todos los hechos relacionados a cada artista que voy estudiando”, expresa.

Esta habilidad para la escritura se inició en su casa familiar, en Formosa. “Siempre había lecturas para nosotros, desde niños. Eso es importante: inculcar el hábito de la lectura con textos sencillos, dibujos, colores; hay que dar espacio a la creatividad. Así fui desarrollando una verdadera vocación. Puedo afirmar que en el arte y la escritura encontré mi verdadera aptitud. Creo que también tiene que ver con la sangre, porque mi hermano es el escritor Gabino Ruiz Díaz Torales, conocido como Rudy Torga. Nuestras vidas tomaron rumbos diferentes, desde muy chicos; sin embargo, desarrollamos gustos por los escritos”.

Queda transcribir sus memorias. Ríe ante el planteamiento y dice que está dentro de los planes, aunque todavía quedan pintores por investigar. Es lo que le gusta. No en balde pasa horas entre ideas y hojas en blanco, que las llena con paciencia y dedicación. Busca información, testimonios de allegados y coleccionistas. Siente, escucha, saborea, palpa, observa, con el claro objetivo de mejorar, conseguir fidelidad y que su obra vea la luz en las librerías. Se siente agradecida con la vida. “Quiero mantener esta lucidez por años, para poder transmitir todos los archivos que tengo”, puntualiza.

Por Nancy Duré Cáceres ndure@abc.com.py

Fotos ABC Color/Arcenio Acuña.

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