Albino Jara

Hace cien años ocupaba la Presidencia de la República el coronel Albino Jara. Subió al poder en un tiempo muy convulsionado por constantes golpes y asonadas, justo en el año del Primer Centenario de Independencia del Paraguay.

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Aquí la biografía del célebre revolucionario que ostenta el récord de haber sido el más joven de todos los gobernantes del país, con 33 años. Hijo de Eulalia (no se sabe el apellido con exactitud) y del coronel Zacarías Jara, un militar excombatiente de la Guerra del 70, Albino Jara nació en Luque, el 28 de febrero de 1877. Inició la carrera uniformada, siendo sargento de Caballería. A los 22 años fue enviado por el gobierno de Juan Bautista Egusquiza a la Escuela Militar de Chile, para formarse en Armas. En sus memorias, el coronel Arturo Bray lo describe en los siguientes términos: "Poseía cualidades esencialmente viriles, que lo hacían simpático: chispeante ‘causseur’, que dicen los franceses, consumado bailarín, valiente hasta la temeridad, gimnasta con articulaciones de caucho —pateaba con los dos pies al mismo tiempo— eximio jinete y esgrimista de primer orden, atraía a los hombres y seducía a las mujeres, con las cuales sabía mostrarse zalamero, cuando así convenía a sus planes. Era lo que llamaban los porteños ‘un loco lindo’, pero su locura había de llevarlo a extremos que terminarían por provocar su caída vertical, definitiva e inexorable. De buena planta, bien parecido, con la espalda recta como la cuerda de un arco, vestía con prestancia y donaire el uniforme militar: impecables sus botas de charol, ceñida la levita de corte prusiano, centelleante la vaina niquelada del sable, que portaba invariablemente en la mano izquierda, sin colgarlo nunca de los tiros. No fumaba ni probaba alcohol y era su hábito iniciar la jornada diaria con una ducha fría, así en verano como en invierno".

"No le faltaba inteligencia, por cierto, si bien hay para poner en duda que fuera estudioso o amante de los libros: su carácter impulsivo y morbosamente revoltoso, más que rebelde, anulaba en él las inquietudes del espíritu. De conocimientos profesionales no andaría muy sobrado, fuera de ser un consumado artillero; su temperamento no se prestaba a la reflexión; en el campo visual de un análisis de una operación de guerra no trascendía más allá de los fragores del combate. La audacia en el pensamiento y en la acción le valió algunos éxitos políticos y militares, verdad es, pero esos mismos éxitos fugaces terminaron por arrastrarlo a la más tremenda de las quiebras. Tuvo, no obstante, algo de profeta: cuando alguien le preguntó de dónde íbamos a sacar las armas para combatir a los bolivianos, llegado el caso, respondió: ‘Se las vamos a tomar a los propios bolivianos’. Que fue, en buena medida, lo que ocurrió a la postre".

"Solía yo verlo con cierta frecuencia en la casa de Adolfo Riquelme de quien era amigo íntimo e incluso pensionista durante un tiempo: pobre de solemnidad como era, y ya en disponibilidad, por sempiterno conspirador, solía recurrir al guardarropa de su amigo para vestirse".

Albino Jara tuvo participación en la revolución de 1904 y encabezó la de 1908. Con apoyo colorado y el ala radical de los liberales, en la madrugada del 2 de julio se iniciaron los bombardeos sobre el Cuartel de Policía, cuyo jefe, Elías García, se mantenía leal al Gobierno. Tras dos días de intensas batallas entre revolucionarios y fuerzas policiales, el presidente Benigno Ferreira firmó su renuncia que consignaba: "Asunción, julio 4 de 1908. Al Honorable Congreso de la nación. Ante los hechos producidos, presento a V. H. la renuncia al cargo de Presidente de la República. Saludo a V. H., atentamente. B. Ferreira". Sin pérdida de tiempo, los vencedores nombraron en su reemplazo al vicepresidente Emiliano González Navero, aunque el poder real estaba en manos de Jara, quien no tardó en lograr las presillas de coronel. Se declaró estado de sitio por un mes y se dio ascenso a los militares victoriosos. En tanto, los derrotados fueron dados de baja. Adolfo Riquelme, líder civil del Comité Revolucionario, tomó posesión como nuevo jefe de Policía.

Tres años después, siendo ministro de Guerra y Marina del gobierno de Manuel Gondra y, ante la renuncia del presidente, accedió al poder el 17 de enero de 1911. Debido a la convulsión política reinante en el país, pretendió trasladar los festejos del Primer Centenario de Independencia al 12 de octubre de 1913. En mayo de 1911 no se registraron actos oficiales, pero la ciudadanía celebró con júbilo los cien años de emancipación patria.

Albino Jara se mantuvo hasta el 5 julio de 1911, cuando fue derrocado y enviado al exilio en Buenos Aires. En 1912 regresó al Paraguay, con intenciones de organizar otra revolución contra el gobierno del presidente Pedro P. Peña, pero no tuvo éxito en su intentona. Murió el 15 de mayo de 1912 a consecuencia de una herida en el vientre que recibió en un enfrentamiento en Paraguarí. Tenía 34 años y ostenta el título del presidente más joven de la historia del Paraguay, alcanzada a los 33 años.  

FOTO: Colección del autor
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