Adrenalina en el columpio del fin del mundo

La adrenalina y el vértigo fluyen como mariposas en el estómago de los valientes que se animan a columpiarse sobre un precipicio de 100 m de altura. En Nueva Alborada, Itapúa, el complejo ecológico Museo del Árbol es un espacio para conocer la naturaleza y desafiarse a vivir una aventura en el columpio del fin del mundo.

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En Nueva Alborada, a 407 km al sur de Asunción, un añoso árbol sirve de marco y sostén para el desafiante columpio del fin del mundo, que se balancea sobre un precipicio de 100 m de altura y muestra la inmensidad del río Paraná sobre las copas de añosos árboles.

Este columpio se erige en el complejo ecológico Museo del Árbol, ubicado en el mencionado distrito del departamento de Itapúa. El lugar fue recientemente habilitado como parte de un atractivo circuito de turismo-aventura inaugurado por la Comuna local, que comprende, además, la visita a unas cavernas (teju kuare o cueva de lagartos) que se sumergen en el corazón de un gran cerro, en el que la mitología indígena dice que fue habitado por enormes reptiles; un paseo en catamarán por el Paraná y culmina con una reparadora visita a la planta procesadora de miel de abejas Flor Dorada, en la que el visitante puede conocer todo el proceso de la producción, cosechado y envasado de tan exquisito alimento.

Museo viviente

Sin embargo, la parte fuerte de dicho circuito sigue siendo el columpio del fin del mundo, en un complejo que abarca 50 ha de serranías y bosques, convertido en un verdadero museo viviente, pues los árboles nativos cobran protagonismo e identidad mediante carteles indicadores de las especies a las que pertenecen y pueden ser observados durante un recorrido de 2000 m a través de la espesura verde, mediante senderos convenientemente acondicionados para permitir el desplazamiento de los visitantes dentro de la seguridad y garantías requeridas.

Lo ideal es llevar una vestimenta cómoda, zapatos adecuados y agua para hidratarse, porque el recorrido exige algo más que un simple paseo por la costanera de Encarnación.

Otro atractivo que muy pronto se sumará al museo es una tirolesa de unos 160 m, que tendrá su punto de partida en la copa de un añoso kurupa’y de más de 20 m de altura, en el que se encuentra en construcción una casa del árbol, y un punto de llegada ubicado sobre la falda del cerro, a unos 50 m de desnivel. El sistema está en fase de experimentación y todavía no fue habilitado al público.

Nuevos conceptos

“El concepto del Museo del Árbol es mostrar piezas vivientes; un complejo de atractivos turísticos que comprenden el senderismo, el columpio del fin del mundo, la tirolesa y, próximamente, un parque japonés, aprovechando una naciente de agua que forma un pequeño lago natural”, explica Mario Alfonso Ramírez, uno de los impulsores del proyecto.

El complejo cuenta también con una casa-museo propiamente dicha, en la que se pueden apreciar objetos antiguos, artesanía indígena, muestras de las especies de árboles nativos; instrumentos de labranza que se emplearon y emplean para el trabajo con la madera, como un hacha, serruchos, entre otros.

En la misma casa, construida enteramente de madera, se guarda el “árbol de los deseos”, en el que el turista puede poner en unas tarjetas algún deseo que espera que se cumpla. A lo largo del sendero se tienen los árboles identificados con sus nombres nativos, para que el visitante conozca nuestro patrimonio natural, además de mensajes alusivos a la protección de la naturaleza y el ambiente.

En un par de semanas más estará habilitado un comedor en el se podrá disfrutar del tradicional asado campestre y sopa paraguaya. El lugar cuenta también con un amplio sector de estacionamiento.

Como telón de fondo, se tiene una amplia vista al río Paraná y las serranías de la provincia argentina de Misiones. La ciudad que se encuentra al otro lado del río es San Ignacio, donde se conserva el testimonio de las misiones jesuíticas a través de la reducción de San Ignacio Miní.

Debido a la altura del terreno, se puede tener un amplio paisaje de 360°, en el que se pueden apreciar la atractiva serranía y la hondonada, en la que corre el río Paraná, marcando el límite con la Argentina.

El complejo está ubicado a unos 45 km al norte de la capital departamental, Encarnación. El predio en el que está instalado tiene unas 50 ha y su propietario es Cristóbal Fleitas, quien alterna esta nueva actividad con la agricultura y ganadería.

El hombre dice que se inspiró en el complejo turístico Mbatovi, que le cupo visitar en una oportunidad. “Quise hacer algo así aquí”, sostiene. Para el efecto, buscó personas que quieran invertir en instalaciones, y el resultado está a la vista. Él mismo, con sus ayudantes, trabaja en adecuar el lugar.

Dónde está ubicado

El complejo está ubicado en el distrito de Nueva Alborada, en el límite con el río Paraná. Para llegar, se debe tomar la ruta nacional 6 “Dr. Juan León Mallorquín” hasta el Km 20. En este punto, más conocido como Cruce Lopoja, se toma un desvío hacia el este que conduce hasta el centro urbano de Nueva Alborada, que dista unos 12 km del cruce, y desde aquí, unos 8 km de camino de tierra separan el lugar de la aventura y la maravillosa naturaleza.

Para entrar, se paga G. 10.000 por persona y una suma similar por el uso del columpio del fin del mundo. Cada atractivo diferenciado se cobra la suma de G. 10.000, y eso es porque no todos los visitantes quieren o se animan a subir al columpio, explica Ramírez.

El camino es totalmente asfaltado hasta el centro urbano de Nueva Alborada, pero luego sigue un tramo de camino enripiado, bien compactado, lo que permite el tránsito aun en días de lluvia.

El parque funciona durante los fines de semana, pero los días de lluvia se suspenden los recorridos por el sendero y el columpio, debido a que el terreno no permite el desplazamiento a través del bosque.

Agradecimientos: Melanie Zotelo.

Texto y fotos: Juan Augusto Roa

jaroa@abc.com.py

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