Adolfo Saguier

El señor Adolfo Saguier secundó en la Vicepresidencia de la República al presidente Cándido Bareiro, en el periodo presidencial iniciado el 25 de noviembre de 1878. Anteriormente había ejercido la titularidad del Ministerio de Hacienda, en el gobierno de Juan Bautista Gill, y de Justicia, Culto e Instrucción Pública, en el de Higinio Uriarte.

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Durante la guerra del 70, don Adolfo cayó prisionero de los aliados y, en algún momento, se vio obligado a actuar de baquiano a los mismos, en la zona cordillerana. Eso nunca le perdonaron los antiguos combatientes, como Caballero y Escobar, por lo que cuando tuvo que suceder al presidente Cándido Bareiro, muerto el 5 de setiembre de 1880, fue víctima de un complot encabezado por Caballero, que evitó su asunción al poder.

Educación lopista

En 1845, un decreto del presidente Carlos Antonio López establecía que los jueces de Paz estaban obligados a supervisar las escuelas. También podían hacerlo los jefes de las compañías de Urbanos de cada pueblo del interior, quienes estaban obligados a remitir informes trimestrales al Gobierno.

Con la creación de los ministerios, la supervisión de la educación en el país pasó a ser función del Ministerio del Interior o Ministerio de Gobierno. En esa época siguieron utilizándose los mismos "instrumentos eficaces de la política del dictador Francia, siendo en parte hasta ampliados, no solo en el campo de la supervisión de las escuelas, sino también en las áreas de construcción y distribución de materiales de enseñanza y escritorio (provisión de papeles, lápices, etc.)".

Lo que no podía proveer el gobierno se realizaba por medio del trabajo comunitario de la población. Para la ubicación de los locales escolares, se utilizaban los inmuebles propiedad del Estado.

El mobiliario de una escuela común, de una habitación, consistía en cierto número de bancos, una mesa y una silla, un crucifico, un cuchillo, utilizado para la preparación de plumas de escribir (cortaplumas) y algunas cuartillas. Las construcciones más amplias disponían de una vivienda para el maestro, una cocina, un patio o una habitación para el descanso y otra para guardar los materiales con seguridad.

El palacio de López

En la construcción del palacio mandado edificar por el mariscal Francisco Solano López para su residencia personal y que desde 1894 es sede del Gobierno paraguayo, participaron conocidos técnicos paraguayos de la primera mitad del siglo XIX, como Pascual Urdapilleta, Tomás Vergés y Tomás Aquino. También se contrataron los servicios de extranjeros como Francisco Wisner de Morgenstern, Alejandro Ravizza, Padisson, George Thompson y Alonso Taylor. Este, además de dirigir la obra, había trabajado en otros emprendimientos, como el taller de moldes de la fundición, en el Arsenal, las estaciones de ferrocarril y el nuevo muelle. Durante la Guerra contra la triple Alianza, Taylor terminó encarcelado por orden de López, sin motivos conocidos, liberado poco antes de finalizar la guerra en Azcurra. Su esposa murió de regreso a Inglaterra y quedó en la miseria con tres hijos. Trabajaron con los técnicos extranjeros, los profesionales paraguayos Antonio Báez, Rafael Ríos, Juan José Acosta, Mariano Escobar, Manuel Riquelme (P), Tomás Ocampo, Felipe Chamorro, Bernardo Barreiro, Ramón González, Juan Peralta, entre otros.

Un golpe contra el nepotismo

El 9 de junio de 1894, los generales Bernardino Caballero, Juan Bautista Egusquiza y Patricio Escobar dieron un golpe palaciego contra el presidente Juan Gualberto González, posibilitando el acceso a la primera magistratura de don Marcos Morínigo.

La razón de tan intempestiva deposición fue evitar la candidatura de José Segundo Decoud a la Presidencia de la República. El texto del mensaje revolucionario no puede ser más claro. Algunos de sus párrafos decían: "El 25 de noviembre de 1842, al ratificar solemnemente la independencia del Paraguay, se declaró con fuerza de leyque la República del Paraguay nunca jamás será el patrimonio de una persona o una familia. El que ejercía la primera magistratura de la nación, Sr. Juan G. González, faltando a dicha ley y a la actual constitución..., ha premeditado imponer... la candidatura de su concuñado José S. Decoud a la presidencia de la república... Noticiosas las tropas, lo desconocieron...".

El presidente González trató de resistir, pero al fin aceptó la nueva situación y días después abandonó el país.
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