Cargando...
El artista taiwanés Chung-Yin Hsu (64) vino al Paraguay para exponer sus obras. La muestra estuvo compuesta de 40 pinturas, 10 de las cuales fueron paisajes taiwaneses; el resto, flores de loto. “La flor de loto, en la historia china taiwanesa, siempre ha sido símbolo de un caballero honesto, así como de un nivel de vida de mucha armonía y felicidad. Esa es una de las metas que quiero conseguir, por eso siempre la pinto”, explica.
“Los artistas persiguen la belleza pura toda su vida y, también, buscan transmitirla a todo el mundo”, manifiesta. Ganador de muchos galardones, entre los cuales se destaca el haber sido elegido uno de los 36 mejores artistas chinos taiwaneses. El año pasado recibió, además, el premio de la Asociación de Bellas Artes de Taiwán como mejor pintor.
Comenta que en China (Taiwán), como en todas partes del mundo, no es fácil la vida de un pintor. “Anteriormente, los artistas, para poder sobrevivir, se dedicaban a la educación; por ejemplo, enseñaban pintura, arte. Pero hoy en día tienen un amplio mercado, aunque tampoco sigue siendo fácil vender las pinturas”, señala. “Un pintor tiene que estar en el mercado unos 20 o 30 años para poder vender bien sus obras”.
Chung-Yin Hsu es reconocido en Nueva York, Canadá, Japón, donde su arte es muy apreciado por los coleccionistas. Esta es la segunda ocasión que visitó nuestro país; la vez anterior también cruzó la frontera y plasmó en una de sus pinturas las Cataratas de Yguazú. “Ahora estoy pensando en qué tema pintar. Podría ser la flor del mburukuja”, comenta.
El maestro asegura que el arte siempre tiene que ser una vocación, porque si solo se quiere una profesión, no sirve, puesto que en ese camino hay muchos obstáculos y soledad. “Entonces, uno tiene que aguantar por un largo tiempo para poder llegar a vender sus obras y transmitir bien sus mensajes a todo el mundo. El artista tiene que poseer un amor casi loco hacia el arte para poder seguir solo”, enfatiza.
Consciente de que, a veces, el pintor tiene un destino trágico; no vende sus obras, no gana lo suficiente para vivir y sufre hambre, ahora que puede, otorgará en su país dos becas de USD 7000 para apoyar a artistas jóvenes.
Su principal objetivo es incentivar a los jóvenes para que dediquen su vida al arte, especialmente en acuarela y la flor de loto —porque, según sus palabras— ese alumno, después de haber dibujado 1000 veces, tal vez recién la obra 1001 logre vender. Hijo de un carpintero, Hsu cuenta que surgió de la nada. Comenzó a pintar a los 15 años. “Logré vencer las dificultades”.
Aunque realizó su primera exposición a los 20 años, recién comenzó a vender sus obras a los 40. Confiesa que cuando se sentía desanimado, recurría a la naturaleza, pero también se relacionaba mucho con la gente y la vida cotidiana. “Ahí se aprenden cosas. Muchos alumnos siguen la técnica de sus maestros, pero siguen bajo su sombra”, asegura. Como su familia no contaba con muchos recursos económicos, su fuente de inspiración fue la naturaleza.
“Se considera que tanto la inspiración como la técnica son importantes, porque un artista solo después de muchas pruebas puede llegar a realizar un buen trabajo”, afirma. Y parafrasea a Édison: “Noventa y nueve por ciento trabajo y solo el uno por ciento es inspiración o de genio”.
Chung-Yin Hsu desea que su nombre se quede en la historia del arte.
Casado, aunque sus hijos no son pintores, tienen mucho interés porque viven el arte. “En la vida siempre está el arte, pero es muy difícil pasar el talento a los hijos. Eso no se hereda. Todo el mundo puede apreciarlo, pero no todos pueden llegar a ser artistas. Es un camino realmente difícil”.
El maestro –que piensa retirarse a los 80 años– confiesa que su mayor anhelo es que su nombre quede en la historia del arte. “Quiero que mi obra sea inmortal. Deseo ser reconocido en vida. Después ya no lo sabré. Con toda la tecnología e internet, el artista tiene que ser famoso durante su vida, no después de muerto”, enfatiza.
La exposición Belleza de Taiwán, Acuarela Oriental, del maestro Chung-Yin Hsu, estuvo en exhibición hasta el 10 de noviembre, en la Sala de Exposición Temporaria del Centro Cultural de la República “El Cabildo”.
mpalacios@abc.com.py