500 años de una injusticia

El extremeño Vasco Núñez de Balboa fue el primer europeo en localizar el Pacífico en setiembre de 1513, una gesta por la que fue nombrado adelantado de la costa de la Mar del Sur y gobernador de las Provincias de Panamá y Coiba.

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Solo seis años después, en enero de 1519, cuando preparaba otra expedición hacia Perú, fue condenado injustamente a la pena capital por el virrey Pedrarias Dávila, según afirma José María Vallejo García-Hevia, autor del libro Vasco Núñez de Balboa. Reflexiones sobre su proceso, condena y muerte.

Localizar el Pacífico fue una empresa impresionante a principios del siglo XVI, que permitió a España acceder a las riquezas del sur del continente americano, Perú, y abrir la primera vía de comunicación entre dos océanos: el Atlántico y el que Balboa bautizó como Mar del Sur, en contraposición con el Atlántico, que era el del norte.

Vasco Núñez de Balboa protagonizó el primer avistamiento europeo del Pacífico, el 25 de setiembre de 1513, un hecho trascendental que revolucionó la cartografía, las comunicaciones, la geografía y, por supuesto, el comercio posterior.

Pero la principal ganancia del descubrimiento del nuevo mar –que Balboa hizo en nombre de la Corona– fue que permitió a los españoles lanzarse a la exploración y conquista de las costas de Centroamérica y Sudamérica.

Nacido de Jerez de los Caballeros (Badajoz, Extremadura) en 1475, tras iniciar una expedición por la costa caribeña de Panamá, se internó en la selva de Darién (Panamá) el 1 de setiembre de 1513 con unos 800 hombres; de ellos, 190 eran españoles, entre los que figuraba el después conquistador de Perú, también extremeño, Francisco Pizarro.

La empresa no fue fácil, se enfrentaba a tribus belicosas que no daban tregua, pero Balboa fue consiguiendo el favor de otras para buscar alianzas, al tiempo que impartía su autoridad. Núñez de Balboa era temido y respetado entre los caciques indígenas; uno de los cuales, Careta, le ofreció como esposa a su hija, Anayansi, y le ayudó brindándole información para atravesar el istmo.

La expedición llegó, finalmente, el 29 de setiembre a la bahía, a la que llamaron de San Miguel por ser precisamente la festividad de ese día. Aquellos hombres, curtidos en el combate, no podían creer lo que veían: un mar calmado e intensamente azul.

Por el descubrimiento de estas tierras, ricas en oro y piedras preciosas, el rey Fernando el Católico le otorgó un doble título: el de adelantado del Mar de Sur y el de gobernador de las provincias de Panamá y Coiba.

Pero no le concedió plenos poderes, más bien lo contrario: le ordenó permanecer supeditado al gobernador Pedro Arias de Ávila, conocido como Pedrarias Dávila, quien ascendió a virrey de toda las tierras de Tierra Firme o Castilla de Oro.

Tras este logro, el inquieto explorador preparaba una nueva y ambiciosa expedición por ese mismo mar hacia el sur, entre 1517 y 1518, que le hubiera llevado a Perú. Sin embargo, no pudo terminar su deseo al ser ajusticiado. El destino puso así, en bandeja, la conquista del Perú a uno de sus hombres: Francisco Pizarro.

Sin fundamento

Con apenas 42 años, Balboa fue condenado a muerte, acusado de delito de traición, rebelión y alzamiento contra el rey, representado en su virrey Pedrarias Dávila, ya que, según acusaciones falsas de este, había partido en una expedición por las costas del Mar del Sur sin contar con su licencia y con intención de independizarse.

“Algo muy improbable”, como explica el catedrático de Historia del Derecho y de las Instituciones, José María Vallejo García-Hevia, quien añade: “Difícilmente se comprende que Vasco Núñez de Balboa entendiese factible, y aun rentable para él, rebelarse contra Pedrarias Dávila y declararse independiente del virrey. De haber emprendido Balboa esa hipotética expedición por el Mar del Sur, con ánimo de emanciparse, hubiera quedado completamente aislado en poco tiempo, sin recursos materiales ni refuerzos humanos de ninguna clase”.

Efectivamente, durante un tiempo exploró en calidad de adelantado del Mar del Sur las costas de San Miguel, descubriendo tierras muy ricas hacia el sur; algo que sumó al recelo del codicioso Pedrarias Dávila, quien no sabía cómo anular a un hombre que despuntaba por su coraje y capacidad de liderazgo, y que, de triunfar, como todo apuntaba, en su afán de llegar a Perú –pues ya se sabía que había tierras más ricas al sur– significaría la caída de su liderazgo, según indica a EFE el especialista.

Finalmente, Balboa fue llamado por Dávila a Acla (antiguo asentamiento español al noroeste de Panamá), donde fue condenado a muerte por delitos de rebelión y traición, y decapitado un día de enero de 1519 –probablemente, entre el 15 y el 21– “sin que constasen pruebas fehacientes de que hubiera cometido delito alguno de rebelión contra el virrey-gobernador Pedraria Dávila y, por consiguiente, tampoco contra el rey”, subraya el profesor Vallejo, experto en el siglo XVI iberoamericano.

Con perspectiva histórica, el catedrático de Historia del Derecho asegura, tras estudiar el proceso seguido contra Balboa en su libro Vasco Núñez de Balboa. Reflexiones sobre su proceso, condena y muerte (2015), que “Núñez de Balboa no cometió delito de traición, por lo que su proceso fue indebido. No hubo tales delitos, por lo que sin delito ni proceso debido, no debió serle aplicada pena alguna y, menos aún, la de muerte. Por su parte, el virrey Pedrarias Dávila sí delinquió, prevaricó; es decir, firmó una resolución injusta a sabiendas de que lo era”.

Así pues, “Dávila fue un prevaricador al no otorgar a Balboa el derecho debido de apelación en su proceso; al procesarle, sentenciarle y condenarle a muerte cuando, como máximo, debería haberle enviado preso a España, junto con los autos y cargos que tenía pendientes, para rendir cuentas ante el rey y su Real Consejo de las Indias.”, resume el profesor.

Más aún cuando existía ya el precedente en nada menos que la figura de Cristóbal Colón, virrey y gobernador general de La Española, “encarcelado y embarcado hacia España, con grilletes, 18 años antes, para comparecer ante los reyes católicos y dar cuenta de los excesos cometidos durante su gobierno o, mejor, desgobierno. Está claro que Pedrarias debería de haberse limitado a hacer lo mismo con Balboa”, añade Vallejo.

“Además, aunque Balboa hubiese resultado culpable de los delitos que le imputaba Dávila, ¿cómo se explica que este no dudara en desposar a su hija mayor con Balboa –a su juicio–, criminal, un rebelde y traidor. Estaba claro: porque no lo era”, precisa el experto.

Para el profesor, con esta actuación queda probado lo contrario, que Pedrarias fue el desleal y mintió a la Corona, ya que se excedió en sus atribuciones al castigar, por motivos personales, a quien consideraba su enemigo y competidor más brillante en su ansias de poder y riqueza.

“Es más, Vasco Núñez de Balboa no se comportó –resalta el historiador– de una manera distinta o más reprobable ni tampoco más meritoria que otros destacados gobernadores y autoridades hispanas en las Indias durante la primera época de incorporación del Nuevo Mundo a la Corona de Castilla. Recordemos, si no, las biografías de Hernán Cortés en México o de Francisco Pizarro en Perú. Al igual que ellos, tras la conquista del Darién y el descubrimiento del Mar del Sur, todos ansiaban oro, fama y honra al servicio del rey”.

El logro de Balboa permitió al portugués Fernando de Magallanes zarpar de las costas españolas de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), para iniciar una expedición que concluyó con la primera vuelta al globo terráqueo, que completaría el español Juan Sebastián El Cano.

EFE/Reportajes

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