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Es un bochorno viajar con una invitación fraguada que se puso en evidencia cuando se decidió hacer la ceremonia en el interior del Capitolio, por motivos climáticos. Allí quedó a la vista el papel del convidado de piedra de Santi Peña. Ese invitado incómodo, que no representa a nadie ni tiene voz. Así tuvo lugar la ceremonia de asunción al mando de Donald Trump, presidente número 47 de los Estados Unidos. Fue una especie de coronación. Trump habló como si fuera un monarca, un profeta, según él, salvado por Dios para hacer a América más grande. Su discurso populista y amedrentador dejó una promesa clara: “La edad de oro de América empieza ahora mismo”. Si algo destaca de su manera de dirigirse al público es, sin lugar a dudas, que lo hace en base de mentiras. Su insistencia en cambiar el nombre del Golfo de México a Golfo de América va más allá de un mero populismo interno. Al escuchar este desatino, la ex primera dama de Estados Unidos, Hillary Clinton, no pudo contener su risa, regalando a las cámaras imágenes que se volvieron virales. “La intención de Donald Trump muestra un total desconocimiento de la historia”, dice un académico. ”Desde el siglo XVI, se le nombró Golfo de México a este cuerpo de agua localizado en las costas de la Nueva España. El historiador Lorenzo Meyer Cosío, profesor emérito del Colegio de México, describe la propuesta del presidente Trump como infantilismo imperial.
Trump criticó la respuesta de la administración Biden ante los desastres naturales, incluidos el huracán Helene, en Carolina del Norte, en 2024, y los incendios devastadores que queman en Los Ángeles desde inicios de mes, asegurando que el Gobierno no ofreció ayuda. Es falso. La administración Biden proporcionó financiación federal para ambos desastres.
Por otra parte, la Agencia Reuter informó la semana pasada que el equipo de Trump, que supervisa la transición del Departamento de Estado, pidió que dejen sus puestos a más de una docena de altos diplomáticos de carrera. Es probable que entre estos altos diplomáticos esté el Embajador de los Estados Unidos en Paraguay, Marc Ostfield, quien supo comunicar con inteligente prudencia la sanción de su país, como significativamente corrupto a Horacio Cartes. Es un mérito, una medalla de honor que la administración Trump te aparte. Alguien que se robo el show de Trump es Elon Musk. Muy eufórico, parecía haber tomado la pastilla equivocada. Dio un discurso breve y se despidió orondo con el brazo arriba , igual que el saludo nazi. En el libro El Mundo Según Trump, el autor dice: “¿Monstruo o héroe? Muchos están preocupados: ¡Un demagogo racista, misógino y homofóbico en la Casa Blanca!” ¿Será?