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Los caballeros de la nobleza luchaban (guerra), los sacerdotes del clero rezaban (templos) y los siervos de la gleba (campo) trabajaban explotados casi como esclavos, para sostener a los señores feudales y al clero, que vivían con suntuosa comodidad. No existía movilidad de clases.
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Se nacía pobre y se moría pobre. En el narcofeudalismo que nos aplasta, en nuestro país se nace pobre pero se puede vivir hasta morir como corrupto político muy adinerado, narcopolítico acaudalado o multimillonario significativamente corrupto cacique de la delincuencia transnacional.
El narcofeudalismo local nos divide entre la ciudadanía que respeta la democracia, trabaja y paga sus impuestos, y la delincuencia politicopartidaria que descaradamente se autoasigna privilegios, para perpetrar, al margen de la legalidad, grandes y turbios negociados con el Estado, liderando el contrabando, el tráfico de armas, de drogas, de personas, en sociedad con el crimen internacional organizado.
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Quién no conoce a gente que andaba en colectivo, vivía en una pobre pensión y hoy se desplaza en una costosa camioneta de alta gama, con la protección de guardias armados o personal de la policía nacional en muchos casos. Este mismo señor narcofeudal tiene a su familia colocada en instituciones estatales cobrando altos sueldos.
Esto no es capitalismo, tampoco es socialismo. Es narcofeudalismo constituido por delincuentes politicopartidarios, que intentan desarticular toda forma de reclamo ciudadano persiguiendo a las ONG, desinstalando los derechos adquiridos por la humanidad a través de años de lucha, ocultándose bajo una fachada supuestamente soberanista, defensora de la familia y blandiendo la bandera de Dios.
En estos días y en forma subrepticia, patriotas legisladores sancionaron una ley que modifica la Ley de Mipymes, que permitirá a las empresas pagar el 80% del salario mínimo y despedir sin preaviso ni indemnización a trabajadores con hasta 3 años de antigüedad. Con esta decisión, según el periodista Osvaldo Zayas, el cartismo eliminó el salario mínimo en Paraguay y derogó buena parte del Código Laboral.
No tenemos señores feudales ni aristocracia ilustrada y menos todavía nobleza. Son unos pocos delincuentes que concentran el poder y el dinero mal habido quienes deciden los destinos de nuestro país y reciben órdenes desde un quincho.
Yanis Varoufakis sostiene que en el mundo se vive hoy el tecnofeudalismo. Dice que las grandes corporaciones tecnológicas se comportan en forma muy similar al feudalismo.
Se refiere a que en el mundo digital, la concentración de poder y capital en unas pocas entidades limita la competencia y la innovación, creando barreras para el ingreso de nuevos actores y restringiendo las oportunidades para las pequeñas empresas y los emprendedores.
Nosotros todavía no llegamos a eso. Sufrimos la tiranía del narcofeudalismo, de la ignorancia vulgar, de la delincuencia, del crimen organizado.
carlafabri@abc.com.py