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Alguna gente ya hizo el arbolito, adornó su casa con foquitos, empezó a envolver regalos y no falta quien ya hizo su pesebre. Es momento de recuentos, homenajes y premiaciones. A continuación mi discurso de agradecimiento por tantos buenos favores recibidos.
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Agradezco a mis padres por su ejemplo de honradez, y por haberme educado en la tolerancia. De mi padre aprendí la ironía y la duda. De mi madre heredé la fe y la esperanza. La caridad todavía me cuesta. Mis maestros me enseñaron las letras y los números.
La naturaleza me mostró el conocimiento y los misterios. El genio creador de artistas y pensadores conmovió mis neuronas, me mostró caminos deferentes y me aportó intensas emociones. Fueron humoristas quienes me otorgaron las más divertidas alegrías y algunos de los mejores momentos.
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Sigmud Freud decía que el humor es liberador porque nos libera del gasto emocional que producen el enojo, el dolor, la desesperación, a la vez que nos produce algo grandioso: la comprobación victoriosa de un yo invulnerable. Un yo que, en ese momento, no permite que los sucesos ni los golpes del mundo exterior lo afecten y lo hagan caer en el sufrimiento.
El sentido del humor consigue tomar los acontecimientos desagradables de la vida y convertirlos en risa que desvía el dolor o al menos lo atenúa. Por eso rindo mi homenaje a esos ángeles de la risa como Cantinflas, quien con sabiduría pregonaba que el mundo debería reírse más, pero después de haber comido.
Mi gratitud para Carlitos Chaplin, que le pintó a mi infancia una sonrisa en el rostro de la tragedia. Mi agradecimiento a toda la hermosa gente que supo causarme tanta gracia. Gracia es sinónimo de chispa, de belleza, de elegancia, de ángel, de encanto, de perdón. Lo gracioso tiene que ver con la generosidad y es lo opuesto al aburrimiento.
Vaya mi sonriente agradecimiento para Los Tres Chiflados, El Gordo y el Flaco, Los compadres, Les Luthiers, Peter Seller en La Fiesta Inolvidable. Botti, Fontanarosa, Quino, Woody Allen, Alvarito Ayala, Caló, Caloi, Nico, Moneco, Casartelli, Oski, Maitena y Claire Bretecher. Fue esta última quien dijo que debe ser cierto que las mujeres no tienen sentido del humor, ya que de otra manera no se explica cómo algunas son capaces de amar a ciertos hombres sin reírse a carcajadas de ellos.
Muchas gracias a quienes producen sonrisas. “Una sonrisa enriquece a quien la recibe, sin hacer más pobre a quien la da. No puede ser comprada, perdida ni robada, porque carece de valor hasta el preciso momento en que se la da. Algunas personas están demasiado cansadas para dar una sonrisa. Regálenles una sonrisa, porque nadie tiene más necesidad de ella que quien que no la tiene para dar” (Anónimo).
carlafabri@abc.com.py