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La artista y gestora cultural Ysanne Gayet nos muestra su llamativo pesebre con una inmensa cantidad de ovejas. “Este pesebre inicié en el año 95, cuando me mudé a Areguá, y todos los años –desde entonces– compro una oveja nueva”, relata. Es así cómo va creciendo el rebaño en el pesebre. Cada año recorre la feria realizada en Areguá. “A mí me gusta la feria, me parece muy simpática, muy folclórica, hermosa de hecho, y con el verdadero espíritu navideño”, afirma.
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Conservar el pesebre por 29 años no fue fácil, ya que algunas piezas se fueron rompiendo con tormentas y otros percances, pero fue reemplazando las figuras. La artista británica cuenta que en Inglaterra no usan el pesebre, pero desde que lo conoció aquí, le encantó. “Es lo que más me gustó de la Navidad paraguaya. Antes yo recorría, pues era jurado de ABC Color para el concurso de los pesebres. Y visitábamos los pesebres gigantes de Luque, entre otros”, rememora.
Cuenta que antes veía pesebres más clásicos, con la montaña de papel de madera y también se veían muchos establos. Cree que la costumbre de armar el pesebre en Paraguay no se perdió; prueba de ello es la gran variedad de novedosos pesebres que tienen en el Centro Cultural del Lago a la venta, algunos hechos de madera, otros de tela, de cerámica e, inclusive, algunos hechos de semillas.
La creatividad no tiene límites y hasta pesebres indígenas con animalitos como serpientes y jakare están a la vista; así como un gran árbol de Navidad con colgantes de tallas de animales del Chaco.
Navidad todo el año para Christian Ceuppens y Rodrigo Díez Pérez
El arquitecto, artista y actual director de Museos Nacionales, de la Secretaría Nacional de Cultura (SNC), Christian Ceuppens, y el diseñador y coleccionista de arte Rodrigo Diez Pérez comentan que en una visita al taller de Julia Isidrez en época de pandemia vieron algunas piezas de un pesebre gigante que no se vendió. Quedaron encantados y fueron trayéndolo por partes, ya que este tiene un tamaño considerable.
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“Los íbamos trayendo en el auto poco a poco; iban sentados como pasajeros, con cinturón de seguridad”, recuerda Diez Pérez. “Nos enamoró, no solamente por la figura, sino también por la escala, que es realmente muy difícil de encontrar en este tipo de piezas”, relata Ceuppens. Cuentan que más tarde se fue completando hasta tener el ángel y los animales.
Debido al tamaño que tiene, este pesebre está siempre a la vista; “la Navidad dura 12 meses, cosa que me parece fabulosa, porque es una pieza escultórica de la maestra Julia Isidrez, que de verdad es realmente un privilegio poder tener”, añade el arquitecto, y añade que le parece superlindo tener también algo que hable del país, de la producción de la cerámica, y que no sean piezas de fabricación en serie.
Agregaron pedestales de hierro y mármol para dar diferentes alturas a las piezas y celebrar también así el estatus de pieza de arte que tiene este pesebre. Detrás tienen dos obras del artista Fidel Fernández; una que habla del arete guasu, y otra del kurusu jegua, la tradición de poner la cruz ornamentada con chipas. Así lograron un espacio con temáticas de tradiciones paraguayas que se van perdiendo con el tiempo.