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Si bien en estos casos capaz uno no pueda identificar que para la elaboración de una remera o unos zapatos también se involucró un montón de tecnología, ya hace más de una década también que las marcas intentan innovar en el mercado con distintas prendas que van mucho más allá de los cortes o diseños finales.
Los ejemplos más claros son las camisillas, pecheras o remeras deportivas que monitorean el ritmo cardiaco y también comparten otros datos como, por ejemplo, al dormir y en este mercado se destaca la marca Hexoskin.
La empresa ofrece una “musculosa” que procesa datos continuos sobre la actividad cardíaca, pulmonar, sueño y cualquier actividad. Mediante sus sensores y tecnología, puede monitorear el estrés, evaluar el esfuerzo como también la sobrecarga o fatiga.
Para una conexión incluso más avanzada, también cuenta con una aplicación para celulares que permite un seguimiento más fácil de estos datos, ya que quedan registrados en el teléfono y pueden ser comparados con registros previos.
Prendas aún en desarrollo
Si bien Hexoskin sigue vendiendo sus productos (que pueden llegar hasta 1.000 dólares en kits), distintas marcas, tanto ya reconocidas como emergentes, buscan lanzar su propia ropa smart, aunque las limitaciones dificultan una expansión masiva en el rubro.
Por ejemplo, Levi’s en colaboración con Google había lanzado una campera de jeans que se conectaba con el celular y podía ser controlada por gestos. Esta era una vestimenta orientada hacia los ciclistas o personas que de alguna manera u otra querían permanecer conectadas sin revisar constantemente su teléfono, pero tanto este como otros productos tenían precios muy elevados. A la par comenzaba el desarrollo de otra tecnología smart que hacía lo mismo o incluso más con los relojes.
Actualmente, es mucho más sencillo y también barato conseguir alguna pulsera o reloj inteligente que pueda hacer lo mismo (o incluso mucho más) que estas ropas, principalmente en el ámbito deportivo. Mediante aplicaciones y una conexión a cada celular también se puede tener un acompañante digital en la quema de calorías o cualquier actividad cotidiana.
Además de los precios, otro aspecto que podría dificultar el uso masivo de una ropa que sienta al máximo lo que pasa por nuestros cuerpos es el requerimiento de una batería que debe ser recargada, y eventualmente podría dejar de funcionar, ya sea por uso masivo o algún tipo de daño durante el lavado.
De momento, este tipo de ropa genera entusiasmo a distintas personas y tiene un potencial para colocarse en el mercado, sin embargo, aún enfrenta desafíos durante su producción o sus diseños que todavía no logran la estética que podrían buscar los consumidores.