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Wos es un artista que se reconoce vulnerable en un mundo donde todos los estímulos externos parecen aturdir cada vez más. En su caso, en una industria musical que, a medida que se expande, busca exprimir a los músicos en procesos con los que él no concuerda mucho. Sus búsquedas son otras, pero sale a la cancha en concordancia con sus valores.
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En medio de discursos cada vez más vacíos, él atraviesa con sus canciones como si fuera una lanza que rompe con todo lo ilusorio. Su música es su refugio y su forma de decir las cosas que ve y siente, como también un vehículo para hacerse preguntas y un canal que un montón de gente sintoniza, porque se identifica con lo que Valentín Oliva escribe. Es así la visión de ese joven argentino de 26 años que, a medida que su proyecto crece y se asienta, él se entiende también más responsable de nunca traicionar sus ideales.
Todo este proceso él lo ve como un camino que cuida, regando y nutriendo su mundo interno, siempre apoyado por el cariño de sus amigos, familia y equipo. Poder atravesar todo este desafío sin soltarse a sí mismo, es también su desafío, y lo cumple demostrando gratitud por todas las cosas que logra.
- Cuando viniste a Paraguay por primera vez en 2019 todavía no había salido tu primer álbum “Caravava” ¿Cómo sentís este paso del tiempo? Porque volvés por tercera vez, con show propio y disco nuevo.
-Sí, me acuerdo a veces de ese show, que era todavía como una especie de proyecto no desarrollado todavía, como una semilla donde recién empezando a brotar algo, con muy pocos temas, todo en unos inicios que fue algo lindo también. Pero obviamente ver el recorrido, el paso del tiempo y lo distinta que es la propuesta que vamos a acercar ahora está bueno, te da una pauta de que hubo un camino y de lo que sucedió. Así que contento de que con el tiempo también haya crecido en todo sentido esto y poder volver a Paraguay con este nuevo disco y nuevo show.
- Ahora venís de tocar un montón “Descartable”, un álbum que traspasa lo vulnerable, te asumís frágil y no tapás la idea de que vivimos en un mundo ridículo por momentos. En ese sentido para vos ¿la música es tu refugio y una salida para plasmar todo tu claroscuro de sentimientos, sin miedos?
-Sí, es una posibilidad casi de pararte en un norte o de dar una visión del mundo desde tu punto de vista con mucha libertad para jugar, para hacer lo que uno quiere. Es de los pocos lugares donde uno puede. Obviamente siempre aparecen limitaciones, pero por lo menos en mi lugar intento que sea un lugar de libertad donde poder decir y hacer lo que quiero y darle una forma y una estética que encuentro yo. Es como intentar que ese lugar siga ahí pulcro, que no se contamine con todo esto otro que es este ritmo que se viene marcando en lo social, en general, de la necesidad de estar produciendo todo el tiempo, de cómo tienen que ser esas producciones. Todo está como demasiado marcado por maneras impuestas de afuera y creo que sí, que por lo menos tengo la posibilidad de encontrar mis maneras propias de hacer algo, mi manera de caminar, mi manera de respirar y mi manera de mostrarme y de mostrar algo de mi esencia. Entonces creo que sobre todo en ese disco, más allá de todo el contexto, está la esperanza de que algo de lo que uno hace quede de otra manera, cale de otra manera, conectar con algo, no sé… sagrado en algún punto aunque sea muy pretencioso, pero por lo menos por momentos.
-Hablas de ese mundo marcado por las formas de producción y en el caso de la música igual hay que vivir entre estudios, grabaciones, premiaciones, giras, pero al volver a casa y estar en soledad ¿cómo bajas revoluciones, sin que nada de eso te queme la cabeza?
-Y sí, como decís es un ritmo intenso y es mucha energía, porque uno está ahí dando un montón de uno y cuando uno da, también se vuelve vulnerable y deja que también pase y vuelva energía del otro lado de un montón de gente, que por suerte es una energía increíble, de gratitud del público en general. No deja de ser mucha energía y de ser cansador también en la reiteración eso y en las giras, pero es un lindo cansancio.
Pero como vos decís después bajar, llegar acá y de pronto estar de vuelta en una ciudad, intentar hacer una rutina se vuelve complicado, físicamente el cuerpo queda vibrando en una. Pero obviamente a mí me sirve bastante entrenar, hago boxeo, busco conectarme con el cuerpo sin pensar tanto. Ir más a lo físico a mí me sirve un montón. Obviamente lo otro que tengo cuando llego acá es que están mis amigos, mi familia, siempre son un cable a tierra y algo que me reconecta conmigo rápidamente.
Pero bueno, además del ritmo este que proponen las giras o que propone mi laburo uno entra al celular y también hay un ritmo que te están pidiendo las redes, digo como que todo pide algo, uno vive con mucha rapidez, con mucha demanda para todos incluso. Cuando se da algo así por lo menos la sensación que uno tiene o se le instala desde eso es de esa necesidad de que todo el tiempo hay que estar haciendo algo, sirviendo para algo, resolviendo algo, produciendo algo y que encima tiene que tener resultados y ser exitoso en un parámetro y bueno, ese ritmo y un poco de lo que habla el disco es que nada parezca suficiente a veces, cuando no es así.
-Hablaste del resultado del éxito y uno tampoco sabe qué es eso. Como decís en la música por ejemplo te venden una idea del éxito de alguien que debe llegar a ciertas cosas, números, pero para otra persona podría ser algo totalmente diferente. Por ahí para vos sea volver de las giras y disfrutar con tu familia y amigos de todo lo que pasaste.
-Sí, totalmente. Por eso uno tiene que hacer el trabajo todo el tiempo de despegarse de eso, porque es muy difícil no entrar en ese ritmo que se propone, o dejarse llevar. Muchos de los músicos veo que están todo el tiempo viendo números, reproducciones, tops, los charts… eso existe y es parte, pero es una cosa que uno la puede ver, obviamente, no digo que no tenga un valor pero es un punto de análisis y es algo que está, pero no es toda la realidad ni todo lo que importa ni mucho menos. Y muchos quedan un poco, por lo que veo, presos de ese ritmo, o los que están atrás de eso porque no lo pueden perder o gente que incluso está haciendo cosas re lindas e interesantes y que se frustra por no llegar a esos lugares o por la comparación constante, está muy ahí a la mano. Entonces sí, hay que hacer todo el tiempo ese trabajo de despegarse de eso y ver uno con uno qué quiere o qué es lo que está buscando y ahí estará el éxito, sí, lo que uno crea que es al final.
-Además escuchando tu música o viendo otras entrevistas, siento que siempre exploras un mundo interno, tenés un lenguaje personal para hacer una crítica sobre el contexto actual. Pero siento que en “Descartable” hay aún más vulnerabilidad, un proceso de hilar las cosas de manera más fina y también un sonido más asentado. En ese sentido ¿qué cosas, ideas o sentires permanecen o aparecen siempre en tus procesos?
-Qué bueno. Siento que tiene que ver seguramente con el crecimiento, el asentamiento que decís, también con la confianza en el camino y en lo que se vino haciendo. Y este tercer disco llega quizás con ese recorrido que me permite ir un poquito todavía más, profundizar un poquito más de lo que venía haciendo, o esa es mi sensación. También me dí más tiempo para armar este último disco, entonces quizás eso profundizarlo un poco más en las maneras y en el sonido. Siempre aparecen en mi música como con una temática clara de lo existencial, pero bueno, después se abre para varios caminos, pero sí evidentemente ciertas preguntas están todo el tiempo sobre el sentido de las cosas, a veces es más conscientemente o más literalmente y otras quizás desde otro modo. Pero sí, mi encare creo que desde siempre en la música fue por ese lado, después fui tomando consciencia con el tiempo, pero sí en mi música aparecen estas temáticas y siempre utilicé la música como un canal para hacerme preguntas.