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Su desarrollo tiene como objetivo ofrecer una alternativa sostenible a los distintos tipos de carne que ya conocemos. Esta carne “del futuro” se realiza mediante una “bioimpresión”, que nace mediante una combinación de la biología y, como se mencionaba antes, la impresión en 3D.
La mayoría de estos productos utiliza la tecnología con células animales cultivadas en laboratorio, o ingredientes vegetales para crear productos con una textura, sabor y también apariencia similar a la que es de origen 100% animal.
Una de sus principales intenciones es llegar a imitar y, en algunos territorios donde el producto sea muy limitado, reemplazar a algunos cortes que son más complejos.
¿Cómo se consigue esta “carne”?
Si bien hay distintos procesos, uno de los más comunes es mediante la obtención de células madre de animales, generalmente de vacas, cerdos o pollos. Estas células tienen la capacidad de desarrollarse en distintos tipos de tejidos, como el músculo y la grasa, que son esenciales para replicar la carne. Seguidamente, las células madre recolectadas se cultivan en un entorno adecuado para su crecimiento y se suministran una serie de nutrientes.
Una vez culminado este proceso, mediante “tintas biológicas”, cada capa se imprime y comienza a solidificarse con la mayor precisión posible para que el producto final tenga la forma, textura o sabor deseado, esto último reforzado con la posibilidad también de mezclar o realizarla con distintos ingredientes.
Para esto se requiere de una impresora 3D, ya que este es el equipo que sigue un “diseño” preparado para replicar la estructura muscular y de grasa del producto cárnico deseado, ya sea alguna hamburguesa, pechuga o tiras de panceta.
¿Qué ofrece?
Según sus productores a lo largo del mundo, la carne impresa en 3D tiene un menor impacto ambiental en comparación con la ganadería tradicional al ahorrar recursos como agua o tierra.
Otro aspecto que resaltan es la ética que presenta, ya que reduce prácticamente en totalidad la necesidad de sacrificar a algún animal por su carne.
Asimismo, permite modificar el contenido de grasa, sabor y nutrientes del producto de manera más precisa que con la carne convencional o puede adaptarse a los gustos de un posible consumidor final.
Los retos de la carne 3D
Claramente, este producto también presenta una serie de retos como su costo de producción, ya que este es elevado y esto tiende a reflejarse en su valor puesto en mercado, aunque desde sus primeros intentos fue mejorando este aspecto.
Otro detalle no menor es que producir grandes cantidades de carne –como la tradicional– es un enorme desafío para quienes ofrecen este tipo de producto, ya que, según cada corte, el proceso podría variar o complicarse aún más.
Finalmente, la aceptación del consumidor es un aspecto clave también y en un país productor como lo es Paraguay, cuya población está muy acostumbrada a las reuniones en familia o entre amigos con asados y distintos tipos de carne, esto incluso podría ser más difícil.
De igual manera, hay países en Europa, como España, por ejemplo, que avanzan con este tipo de producto y ya se encuentran disponibles en las góndolas de los supermercados. Asimismo, Israel fue otro territorio clave para la impulsión de esta tecnología que apunta a revolucionar el acceso a este alimento.
Pese a tratarse de una tecnología aún en fases experimentales y con acceso muy limitado, el futuro de la carne impresa en 3D pareciera prometedor, según sus impulsores, quienes también resaltan que, con el pasar de los años, estos productos se encontrarán disponibles en distintos mercados a lo largo de todo el mundo.