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Teresa Vera y su hermana Gladys llevan muchos años de dedicación plena a la artesanía: “Siempre trabajamos juntas, desde que empezamos en 1988. Nuestro papá era artesano y con él aprendimos a hacer cerámica utilitaria, como los cántaros”.
Ambas comenzaron a interesarse más en serio en la artesanía con un voluntario del Cuerpo de Paz en su ciudad, Areguá. Ahí son reconocidas como las hermanas de los arbolitos, ya que se destacan por estas creaciones desde hace 20 años y afirman ser las únicas que los hacen.
La historia del arbolito no tiene muchas vueltas, comentan; resulta que un señor peruano los elaboraba, pero murió y desde un importante centro de artesanía les solicitaron a las hermanas que continuaran con su legado, ya que nadie más se dedicaba a ello y estos eran muy solicitados: “Nosotras aceptamos, pero en nuestro estilo. Porque él los hacía diferente”.
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Es así que crearon estos árboles colgantes por medio de unas maderitas que sirven de soporte a las piezas de cerámica, como el tronco, las hojas, las frutas y más. Además, utilizan hilos para unir las diferentes partes. Una de sus versiones más buscadas es el “árbol de la vida”, compuesto de frutas, hojas y pájaros.
Si algo las caracteriza es el uso del color, siempre vibrante, fuerte, que transmite alegría y abundancia. Tienen árboles de mango, guayaba, naranja, mamón y otras frutas. También hacen arbolitos cargados de flores, como el tajy, en diversos tonos. Los hacen en variados tamaños y estos tienen la particularidad de poder moverse suavemente con el viento, produciendo a la vez un sonido relajante.
Técnica con mucha delicadeza y atención
El camino hasta el armado de cada árbol es muy largo. Ellas hacen las piezas en grandes series y, usualmente, comienzan con las hojas. Las cortan para que salgan casi todas iguales, las queman, las pintan, y siguen el mismo proceso con todas las otras partes. Por último, y siempre bajo la atenta mirada de sus gatos, arman juntas cada arbolito que, un tiempo después, adornará algún hogar.
Los producen el año entero y disfrutan con cada pedido. Les gusta mostrar la diversidad floral y frutal de nuestro país y sus obras sorprenden tanto por el ingenio como por la habilidad para formar cada elemento, desde el más diminuto hasta el más grande.
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El trabajo armonioso y en familia es un elemento clave de su labor. Teresa y Gladys se entienden muy bien, sonríen y ponen manos a la obra en un ambiente tranquilo, con mucha historia, y en el que se respira el amor por la artesanía.
Areguá: ciudad creativa
Areguá, capital del departamento Central del Paraguay, fue designada como Ciudad Creativa por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) y sus habitantes son los encargados de seguir desarrollando día a día las artes populares que tanto la enriquecen.