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Proveniente de la India, Ram fijó residencia en los EE.UU. en el año 1977 y se dedicaba a su profesión, Ingeniería Civil, en una consultora con base en el World Trade Center. En 2001, cuando el mundo se vio sacudido por la trágica noticia de un atentado, puso en práctica años de experiencia en meditación, y no solo salió airoso de la situación, sino que pudo ayudar a cientos de personas y logró convertir esta difícil prueba en un puntapié de lo que sería su misión de vida.
¿Qué sucedió aquel día? Ram estaba trabajando en la Torre 1, piso 64, como gestor de proyectos. “Nuestra torre fue la primera en recibir el impacto. Cuando esto pasó, mi asiento se movió de un lado a otro y pensé que era un terremoto. Apenas supimos del avión, pensamos inicialmente que tal vez el piloto había tenido un ataque al corazón o algo así. Entonces decidimos que debíamos empezar a evacuar el edificio; debíamos empezar a bajar”, relata.
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La hazaña no fue sencilla; el sobreviviente comenta que muchas personas querían quedarse con él, porque lo conocían como una persona espiritual, y además sabían que él estaba desarrollando un programa de mantenimiento en el lugar, por lo que conocía todos los puntos del complejo.
Cuenta que ya mientras bajaban con mucha dificultad por las escaleras sintieron el ataque a la segunda torre, la cual comenzó a caer, al tiempo que entre sirenas, luces de emergencia intermitentes, techos y pisos que se desprendían, Ram y sus compañeros vivían una escena de una película de terror. Debido a todo el material que cayó, las escaleras estaban bloqueadas, así que tomaron otras, donde una inmensa cantidad de agua empezó a llegar a gran velocidad, lo que los obligó a aferrarse a las escaleras con fuerza. Los corredores oscuros y el agua cayéndoles por encima no los detuvo, y lograron salir del edificio, recuerda.
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Una vez afuera siguieron corriendo como pudieron y pasaron solo unos instantes hasta que un gran estruendo anunció la caída de la torre 1. “Sentimos que el suelo se estiraba por debajo, y miramos atrás y vimos que todo comenzó a caer. Estábamos tan cerca”.
Siete billones de actos de bondad
Desde la mañana siguiente lo empezaron a llamar desde la televisión, los diarios, desde diferentes partes del mundo, y entre las muchas preguntas que le hicieron hubo una recurrente: ¿Tuviste miedo de morir? “No tuve miedo en ningún momento. La única respuesta para esto es que me enfoqué en ayudar a otras personas, y mi propio miedo nunca llegó. Todos tenemos esa experiencia de vez en cuando; cuando estamos en una condición muy dura, pero encontramos a alguien en una situación, incluso, peor y, mientras ayudamos, nuestro propio miedo y dolor desaparecen”.
En aquel momento llevaba encima 27 años de conocimiento haciendo meditación, lo cual lo ayudó a hablar con las palabras adecuadas a la gente que confió en él para salir, teniendo fe en Dios, cuando el pánico más se apoderaba de ellos, dice.
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“¡Ram, eres nuestro ángel!”, le dijeron. “Muchas veces cuando pensamos en ángeles, pensamos en grandes ángeles que han hecho algo maravilloso, pero soy una persona ordinaria. ¿Es posible que pueda hacer cosas buenas ordinarias, pero como un ángel? Entonces, la idea fue, ¿qué hacen los ángeles? Los ángeles aparecen de algún lugar en los momentos de crisis, ayudan a las personas sin que nadie sepa que son ángeles, y cuando el trabajo termina desaparecen y no toman nada de regreso, porque si empiezan a recoger los regalos, se convertirán en seres pesados, y no podrán volar”, observa.
Cada vez que va a algún lugar, sabe que la gente está buscando ayuda. “Cada vez que veo a alguien haciendo algo mal, no me enojo con ellos, sino que me perdono por algo que he hecho mal, quizás ayer, quizás hoy, quizás el año pasado, y ello me trae calma”, cuenta. Todas estas ideas que aplica en su día a día nacen como inspiración de la meditación Raja Yoga aprendida en Brahma Kumaris, una organización mundial con centros en más de 120 países.
Dice que con lo sucedido el 11 de septiembre sintió que le habían dado una nueva vida, y no quiere desperdiciarla simplemente usándola para sí mismo, quiere utilizarla para la humanidad. Hoy en día viaja a diferentes países y desarrolla un programa llamado 7 Billones de Actos de Bondad, mediante el cual promueve actos de bondad hacia la familia, los animales, los enfermos, los pobres; si hacemos tres buenas acciones por día, tal vez en un año se conviertan en un millón de actos de bondad, y si siete billones de personas empiezan a hacer esto habrá una reacción en cadena.
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Da charlas en escuelas, colegios, empresas, cárceles, etc. Además, tanto en YouTube como en la página de la organización hay videos explicativos, de acceso gratuito. “Te vuelves un poco mejor de lo que eres. Haz un poco más de lo que normalmente haces, y eso se convierte en un acto de bondad”, sostiene.
Días pasados ofreció charlas en Paraguay en el CCPA, en Brahma Kumaris y en el Club Deportivo de Puerto Sajonia. Invita a observar los videos disponibles en internet, para expandir los actos de bondad. “Nunca tengas miedo, porque la bondad traerá bondad. Yo creo que los momentos de crisis son una oportunidad para mostrar tu valor”.
Más info
www.actsofgoodness.org
https://www.brahmakumaris.org.py/