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La exposición reúne obras de arte francesas representativas de cada época y estilo. La obra más emblemática es quizá el retrato de la emperariz Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III, pintada por Gose (1876-1915).
Exquisitos muebles, objetos y esculturas completan el acervo perteneciente a la colección privada del mecenas Nicolás Latourrette Bó y que se muestran por primera vez al público.
“La riqueza y variedad de esta colección es única en nuestro país”, asegura el museólogo Luis Lataza, curador de la muestra que representa un “breve recuento de la enorme influencia que tenido la nación francesa en el arte universal”.
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Desde que el Abad Suger -relata- creara el Gótico en Saint Denis en el año 1140 hasta la segunda mitad del pasado Siglo XX, por más de 800 años, París fue el epicentro rector del arte occidental.
El lujo de la corte de Versalles, los ideales libertarios del Neoclásico, los revivals historicistas del Segundo Imperio y de la arquitectura del Beaux Arts, las grandes Exposiciones Universales, el Salón de París y las exposiciones alternativas que acogieron a las vanguardias pictóricas, todos ellos fueron eventos que cautivaron la mirada mundial, ávida de inspiración, belleza y conocimiento, explica el experto en historia del arte.
La selección de retratos, esculturas, mobiliario, artes suntuarias y aplicadas, agrupados por épocas de la historia del arte y con un breve detalle de los condicionantes sociales y culturales que definieron la mirada francesa a través de los siglos, coincide con un aniversario más de la Revolución Francesa.
Todas las miradas
La muestra está distribuida de manera muy didáctica por etapas del arte francés. Empecemos por la mirada rococó y el estilo Luis XV. El arte rococó surgió a principios del siglo XVIII en la corte de Versalles bajo el reinado de Luis XV (1710-1774) y fue propulsado por su amante Madame de Pompadour. “Es un arte alegre y mundano que se deja de las influencias religiosas del Barroco sustituyendo el dramatismo por el placer del lujo y la ostentación aunque comparte el gusto por la profusión decorativa”, describe Luis Lataza.
El uso de la rocaille, la doble curva decorativa, junto al enrejado, las guirnaldas doradas y los colores pasteles son característicos del rococó que ha llegado hasta nuestros días en el estilo Luis XV.
Un alhajero napoleónico ubicado sobre una mesa rodeada de un juego de sillones y la escultura de Venus ejemplifican la mirada neoclásica y el estilo imperio. “El descubrimiento de Pompeya en 1743 despertó una pasión arqueológica en toda Europa y con ella resurgieron también los ideales republicanos de la antigua Roma como una alternativa al regimen monárquico”, rescata la exposición. En las piezas se destacan formas mesuradas del arte grecorromano como expresión de una democracia que será asumida por la Revolución Francesa en 1789 como una alternativa a la vana ostentación del absolutismo.
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“El arte neoclásico con sus formas severas, geométricas y simétricas hará uso del repertorio de la arquitectura clásica de columnas y esfinges y será impuesto por Napoleón Bonaparte en sus conquistas imperiales. El así denominado estilo imperio se convertirá en uno de los más admirados en las artes decorativas hasta el día de hoy”, explica el curador.
La mirada historicista se concreta con el estilo Segundo Imperio. A continuación del Neoclásico se desarrolla un largo periodo historicista que reelabora el arte pasado y se manifiesta con el neogótico, neobarroco, neoegipcio y neocolonial. “Es un revival de estilos que (en Paraguay) influirá en la arquitectura ecléctica del gobierno de los López y tendrá su epígono final en las fachadas de Asunción y en la propia arquitectura de Villa Lina, sede del Museo”, detalla la presentación de la exposición.
“El modelo de inspiración mundial para este eclecticismo es, nuevamente, la hermosa París rediseñada por el Barón Haussmann a pedido de Napoleón III. El estilo Segundo Imperio francés se caracterizará desde 1852, por la suntuosidad de los materiales preciosos y las formas tomadas de todos los periodos artísticos anteriores”, apunta.
La colombe, paloma, es una escultura en petit bronce que representa fielmente la mirada de la Belle Epoque. Esta frase representa un término nostálgico, acuñado luego de la Primera Guerra Mundial para designar al periodo entre 1871 y 1914 anterior al conflicto y en el que la expansión del capitalismo y el colonialismo europeo, la fe en la ciencia y la tecnología habían generado masivas mejoras en todas las capas de la población.
“La burguesía francesa de finales del siglo XIX demandó entonces las esculturas que hasta el momento estaban reservadas al disfrute de la realeza y la aristocracia. Las figuras alegóricas de palacios, fuentes y jardines se reproducen en bronce a escala reducida para la decoración de los ambientes domésticos. Creándose también petit bronces con temas nuevos, sin reminiscencias históricas ni mitológicas y obras únicas acordes al gusto de la nueva clase dirigente”, dice Luis Lataza.
Art Nouveau y Art Decó
Las dos manifestaciones del arte quizá más contemporáneas y familiares a nuestro entorno son el Art Nouveau y el Art Decó, ambas representan la mirada modernista sobre el arte de los siglos XIX y XX.
“A finales del siglo XIX, en sintonía con el optimismo de la Belle Epoque y en simultáneo con las primeras vanguardias pictóricas surgen tanto en Francia como en Europa varias corrientes de renovación artística agrupadas bajo el término genérico de Modernismo. Este pretendía crear un arte nuevo, joven, libre y actual que rompiera con todos los estilos de la tradición histórica académica. El modernismo francés más famoso surgido en el fin de siglo fue el Art Nouveau con sus formas orgánicas y ondulantes inspiradas en la naturaleza pero resueltas en forma industrial e incorporando todas las novedades de la época”, se explica en la muestra en la que aparecen esculturas y mobiliarios.
Un tocador y una lámpara art decó marcan la llegada del siglo XX. “Pasada la Primera Guerra Mundial y recuperado el optimismo a partir de 1920 van a surgir nuevas corrientes de diseño por influencia del futurismo, del cubismo, del constructivismo ruso y de Bahuaus. De la Exposición Internacional de Artes Decorativas e Industrias Modernas (Exposition internationale des arts décoratifs et industriels modernes) de París, en 1925 surge del Art Deco con sus formas geométricas y sus líneas aerodinámicas, inspiradas en la aviación moderna, la iluminación eléctrica, la radio, el cine y los rascacielos.
“El Art Decó será el último de los estilos decorativos franceses y su influencia se hará sentir en todo el mundo y en especial en la ciudad de Nueva York que luego reemplazará a París como capital mundial de las artes”.
Todas estas manifestaciones artísticas han llegado al Paraguay en distintas épocas y de distintas formas formando parte de fachadas asuncenas o artículos de colecciones privadas como las que se pueden apreciar en la exposición.