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Sentada frente a la cámara y luciendo un sobrio traje lila, Margarita II de Dinamarca cerró su mensaje de fin de año con un impactante anuncio: abdicaba al trono a favor de su hijo Federico. ¿La razón? Su delicado estado de salud (tuvo una operación de la espalda) y su avanzada edad. Pese a que juró servir de por vida como reina, la realidad la obligó a dar un paso al costado.
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Sobria y con un alto sentido del deber, Margarita II ha sabido forjar su liderazgo con altísimos niveles de aceptación. Lo que muy pocos saben es que ella es una artista consumada. Ha tenido exposiciones de sus pinturas y ha ilustrado varios libros. Incluso, ha aportado su talento al diseño de vestuarios para obras de teatro y ballet.
Además de su danés nativo, la reina habla con fluidez inglés, francés y sueco, demostrando su compromiso con la diplomacia y la comunicación internacional.
Otra de sus grandes pasiones ha sido la filatelia, en ese sentido ha contribuido a la colección de sellos de la familia real, que es conocida por ser una de las más impresionantes del mundo.
Coyuntura histórica y enmienda constitucional
Margarita II llegó al trono en 1972 tras el fallecimiento de su padre, el rey Federico IX, justo en un momento histórico que marcaría una transición a una era más moderna para la casa real danesa. Su ascensión al trono fue posible gracias a una enmienda constitucional en 1953, que permitió a las mujeres heredar la corona danesa, una norma que antes no existía y que la convirtió en la primera reina en su línea dinástica.
Para entender completamente el impacto de su abdicación, es esencial examinar el legado que la reina Margarita II deja tras de sí. Durante su reinado, que es uno de los más largos en la historia de los monarcas europeos, Margarita II fue profundamente respetada y querida por su pueblo. Su capacidad para modernizar la imagen de la monarquía, mientras mantenía su sentido de deber y tradición, le granjeó la admiración de nacionales y extranjeros por igual.
El impacto de la abdicación en la continuidad de la monarquía es algo no menor. A medida que la nueva generación asume el trono, existe la posibilidad de que se adopten enfoques más modernos y posiblemente reformas en la institución monárquica misma, lo que podría cambiar la relación entre el pueblo danés y su monarquía. Como sea, la estela que deja Margarita II será difícil de superar.
El tabaco y la reina
Pero la reina, en breve emérita, también tiene otras aficiones como el hábito de fumar, el cual –dicen quienes la conocen– ha mantenido con moderación. No obstante, ha prohibido el fumar en la mayoría de los recintos de la corte, adaptándose a los tiempos modernos y a las normativas de salud pública. Otra faceta interesante es su estilo de vida bohemio cuando está fuera del ojo público.
Se sabe que disfruta de momentos en su retiro privado en el norte de Jutlandia, donde puede escapar de las formalidades de la vida en la corte. También su amor por la naturaleza es bien reconocido. Ha participado en campañas de reforestación y ha expresado su preocupación por el medioambiente en varios eventos internacionales.
En un giro sorprendente, Margarita II participó en la creación de la escenografía para la película danesa “De Vilde Svaner” (Los cisnes salvajes), demostrando que su creatividad se extiende también al mundo cinematográfico.
La reina Margarita II de Dinamarca es un ejemplo fascinante de cómo la vida de una soberana puede cruzar los límites tradicionales de la realeza y fusionarse con pasiones y talentos personales. Su dedicación a las artes, el dominio de idiomas y su compromiso con el medioambiente y la cultura muestran una faceta rica y multifacética de la monarca que lidera Dinamarca hace décadas.