Cargando...
La evolución de los trabajos de cerámica en Areguá es extraordinaria de forma tal que hasta ya se preparan joyas con la misma técnica. La cerámica de “alta temperatura” llegó a la mítica ciudad y continúa expandiéndose.
La cerámica considerada de alta temperatura va ganando terreno en Areguá de la mano de los miembros de la Asociación de Artesanos Aregüeños (AAA), que desde 2006 trabajan en la innovación y el perfeccionamiento de la artesanía local con el uso del horno Noborigama. Cuentan con el apoyo de la Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA). Varios alfareros locales ya replican la técnica en sus negocios familiares. Tal es el caso de don Ramón Rojas, uno de los fundadores de la asociación junto con su esposa, Celsa Martínez.
La pareja junto con sus cinco hijos, nietos y sobrinos trabajan diariamente moldeando la arcilla en la alfarería “Racel”, cuyo nombre de fantasía se originó de la fusión de ambos nombres Ramón y Celsa.
La familia de artesanos se dedica a moldear hermosas ánforas de estilo griego, jarrones de tamaños gigantes, planteras, vasijas y todo tipo de artículos esmaltados que son delicadamente colocados a la entrada del microcentro de Areguá en la zona denominada “Curva Guggiari”.
“Trabajar con la cerámica de alta temperatura es bastante costoso, se necesita mucha inversión y sobre todo una planificación. Yo logré que una persona dedicada a la arquitectura y al paisajismo me ayude con la financiación de mi horno Noborigama y así trabajamos juntos con los pedidos que ella tiene para la decoración”, cuenta Ramón Rojas, mientras moldea afanosamente una ánfora sentado en su torno.
Una labor en familia
El alfarero explica que junto con sus hijos trabaja de lunes a sábados y hasta los domingos para poder cumplir con sus clientes, pues cada día la cerámica de alta temperatura va ganando adeptos en Areguá. La empresa familiar se especializa en las vasijas y planteras gigantes de más de un metro de altura que lo deben ir torneando por parte para ir armando un poco antes de colocar en el horno.
Para entender la complejidad del horno Noborigama y la resistencia de los artículos que allí se cocinan, se debe saber que la cerámica tradicional de baja temperatura, su quemado oscila entre los 400 y 600 °C, mientras que la cerámica de alta temperatura o esmaltado va de 1.200 a 1.400 °C, con la utilización de un horno, que tiene tres cámaras.
“La quema tiene su costo, se invierten entre G. 10 millones o más, por eso se busca optimizar todo para que se tenga la mayor cantidad de artículos en una sola quema. El costo operativo también hace que nuestro trabajo sea más caro que la cerámica tradicional. Algunos se quejan del precio, pero cuando le explicas el proceso que conlleva, entienden y valoran la técnica”, afirma Rojas.
El alfarero indica que hay días que está sentado en el torno por más de ocho horas, mientras sus hijos y sobrinos se encargan de preparar la “masa” que es una mezcla de tres partes de arcilla y una de caolín.
“Primero colocamos los ingredientes en la mezcladora y luego cada uno tiene sus funciones bien definidas, uno se encarga de sacar la arcilla, otro de transportar hasta el lugar donde se deja reposar para que tenga la humedad y consistencia adecuada, luego uno lo amasa como el pan y finalmente me pasan para que yo pueda moldear en el torno”, menciona Rojas.
Pero no solo los adultos trabajan en la alfarería familiar, también los más pequeños; si bien tienen actividades adecuadas a sus edades, los niños se encargan de acercar la leña o de barrer los restos de arcilla que quedan en el proceso para ser reutilizados luego.
“Aquí todos trabajan, los niños nos ayudan con algunas cosas sencillas y así van mirando la técnica. Les vamos enseñando el amor a la alfarería para que nuestra pasión por la arcilla siga de generación en generación”, puntualiza Rojas, mientras con una chapa va lentamente creando delicadas líneas a la ya terminada ánfora.
Capacitación constante
La Asociación de Artesanos Aregüeños (AAA), en su local propio ubicado en el tramo Areguá-Patiño a la salida del centro de la ciudad, imparte varios cursos y talleres para que la técnica de la cerámica de alta temperatura siga perfeccionándose y cada día más artesanos opten por darles una delicada terminación a sus creaciones.
Pedro Cristaldo, uno de los fundadores y actual instructor, adelanta que en alianza con el Servicio Nacional de Promoción Profesional (SNPP) comenzaron con la tecnicatura de esmaltado de cerámica y la escuela taller sobre manejo de arcilla para que la técnica siga mejorando.
“Estamos con la tecnicatura de esmaltados para los que terminaron la secundaria, se imparten cursos teórico-prácticos por 520 horas y con certificación del MEC”, destaca Cristaldo.
El profesor indica que muchas personas cuestionan el por qué uno de los requisitos para estudiar el proceso de esmaltado es haber cursado la secundaria. Sin embargo, cuenta que es una exigencia del MEC para entregar las certificaciones como técnico.
Agrega que brindan clases de alfarería en torno, alfarería en molde y la alfarería popular con profesores que son reconocidos artesanos aregüeños, y para eso no se necesita una educación secundaria, sino tener ganas de meter la mano en el barro y hacer volar la creatividad.
También cuenta con un centro de exposición permanente en donde los artesanos, miembros de la asociación y los alumnos pueden presentar al público sus creaciones.
Los turistas encontrarán delicados utensilios, vajillas, juegos de copas o vasos, guampas, jarrones y hasta joyas en cerámica de alta temperatura en el local ubicado a 500 metros de la sede de la Patrulla Caminera de Areguá.
Un poco de historia
La alfarería llegó a Areguá de la mano del artesano español Ricardo Pérez, considerado el padre de la alfarería aregüeña. De acuerdo con los datos históricos, don Pérez fue la persona que salvó de una muerte segura al Gral. Bernardino Caballero tras esconderlo en uno de sus hornos de leña, en su casa de Cerrito, Chaco.
De esa manera Caballero pudo escapar de los soldados aliados que lo seguían durante la Guerra de la Triple Alianza (1865-1870). Una vez en la Presidencia del Paraguay, Bernardino Caballero visitó nuevamente el rancho del alfarero español para agradecerle por haber salvado su vida y ponerse a disposición de lo que necesitaba en las áridas tierras chaqueñas. Pérez le solicitó tierras para instalarse y explotar la alfarería, que era su principal sustento de vida. Así fue como llegó a la compañía aregüeña Isla Valle, a orillas del lago Ypacaraí, zona donde abundan la arcilla y el caolín, principales materias primas de la alfarería. Desde entonces la cerámica se fue abriendo camino hasta convertirse en el principal sustento económico de Areguá y además es el único sitio en el país en donde se tiene una exposición permanente de las bellas creaciones.