Cargando...
El enoturismo tiene un gran auge en la ciudad de Mendoza, donde exploramos los ripios de los viñedos y los secretos del vino. Esta región posee actualmente la red más grande de enoturismo de Latinoamérica. De las 896 bodegas habilitadas por el Instituto Nacional de Vitivinicultura con que cuenta la región mendocina, 206 están abiertas al turismo y reciben visitantes durante todo el año.
La preferencia de Mendoza en materia vinera no es producto del azar. Ayudan el clima y la laboriosidad del hombre que –como dijimos anteriormente– ha convertido el desierto en un oasis.
De hecho, Argentina forma parte de los países del Nuevo Mundo Vitivinícola y por su producción ocupa el puesto número 8 a nivel mundial con 194.513 hectáreas cultivadas en 15 provincias. Mendoza representa el 76% con 146.815 hectáreas, aunque solamente el 3% de su superficie es cultivable.
Aparte de las cifras económicas, lo importante es la cultura en torno al vino. ¡Cuán ignorantes somos, nos damos cuenta al pisar suelo mendocino y charlar con la gente que más sabe!
Lea más: Mendoza, oasis del agua y el vino
“El vino forma parte de la cultura de los mendocinos, en Argentina el vino fue declarado bebida nacional y es considerado un alimento por ley. Eso sí, hay que beberlo con moderación y acompañado de buena gastronomía. Muchos mendocinos poseen fincas con cultivo de vides, lo que hace que conozcan desde el origen el vino desde muy pequeños”, explica Claudia Yanzon, directora de promoción turística del gobierno provincial de Mendoza.
Para ser un buen bebedor
En Argentina rige la ley de Alcohol Cero al volante, pero en Mendoza se mantiene la anterior norma que permite 0,5 mg de alcohol en la sangre. Por tanto, en las rutas nacionales la tolerancia es 0, pero en las rutas provinciales existe una tolerancia de 0,5 en pruebas de alcoholemia. No obstante, la utilización del chofer asignado y la responsabilidad en conducir es una cuestión de conciencia en la población.
Para no marearse con las copas, los mendocinos recomiendan una copa de vino intercalada con agua. Uno puede participar de catas y “bodeguear” recorriendo tres en un día, sin que se le trabe la lengua al hablar.
La mejor forma de disfrutar el sabor del vino tampoco es un secreto, pero es un ritual en la buena mesa mendocina. Descorchar minutos antes, una champañera para mantener la temperatura ideal, sentir el aroma del vino en el olfato y dar vueltas el contenido de la copa para airearlo. Sin temor a transgredir normas de urbanidad hay que tomar un buen sorbo y pasearlo por la boca antes de tragarlo. Esto hay que ir repitiendo constantemente para notar las variaciones y disfrutar al máximo de la consistencia y el aroma del vino. Es la cultura del vino y el buen bebedor lo sabe.
Un enólogo de alma
Gerardo Tisera (40) es un mendocino multifacético que se mueve entre el mundo del turismo y el vino o viceversa. La enocultura es su verdadera vocación y pasión, formación para la cual unió las ganas de aprender, meterse a un laboratorio con enólogos sin cansarse de preguntar y experimentar. Además “religiosamente contribuí a mis curiosidades de vino con un 10% de mis ingresos”, confiesa.
Tisera llegó al mundo profesional del vino con 22 años y hoy día es el eje central de su profesión, aunque con un perfil de turismo “que tengo grabado a fuego ya que comencé muy joven cuando a los 18 años trabajaba en una agencia de viajes como junior”.
El roce constante con los expertos enriqueció su conocimiento. “Por suerte Mendoza cuenta con escuelas de enología, agronomía y sommelier. Así comencé en 2007 la carrera y la experiencia del trabajo en hotelería influyó mucho en mi manera de relacionarme con la profesión. Logré trabajar con grandes hacedores de vino y personas que inculcan un respeto por el mismo que viene de la mano con muchos conocimientos específicos”, comenta.
Enocuriosidad
En Mendoza sigue reinando y de hecho cada 17 de abril se festeja el Día del Malbec, fecha que coincide con la creación de la Quinta Agronómica que este 2023 celebró 170 años. De aquí egresaron los primeros agrónomos y viticultores en 1853.
Los mendocinos se definen como gente muy enocuriosa, es decir, ya no se quedan con una sola variedad y cada vez hay mayor diversidad y experimentación constante.
Normalmente se hablan de 9 tintos y uno blanco, donde el chardonnay es pionero. ¿Cuántas variedades de uvas se plantan en Mendoza? Es una pregunta algo difícil de responder, reconoce Tisera al destacar las clásicas como malbec, cabernet sauvignon, cabernet franc, syrah, bonarda que fueron traídas a Mendoza en busca de un salto de calidad. No obstante, hay muchísimas variedades plantadas y muchas por descubrir aún debido a que se planta hace mucho tiempo y de manera poco organizada (los conocimientos de época influyen mucho).
Hay que destacar que el Nuevo Mundo salvó la vid de la filoxera que atacó los viñedos europeos y exterminó los cultivos entre 1870 y 1930.
“Nuestros abuelos plantaban variedades de todo tipo, las variedades criollas son muchas y comparten estaciones en varios viñedos. Muchas veces se plantaban variedades blancas entre las tintas para lograr resultados diferentes de manera indiscriminada, eso hace realmente difícil de predecir cuántas verdaderamente hay; en proporciones mayoritarias se cuentan mucho más que 30, pero realmente hay muchas variedades no declaradas como tales”.
La industria del vino en Mendoza también tuvo varias crisis a la par de las que experimentó la Argentina. En 2001, cuando el país tuvo cinco presidentes, en una semana las uvas debieron ser tiradas a las acequias dado que el vino fue desplazado por las gaseosas y la cerveza. De una cifra anual de 90 litros per cápita de producción/consumo el vino, en ese entonces pasó a apenas 8 litros per cápita.
Latitudes vineras
En Mendoza durante el día el clima es más bien cálido, bien soleado, pero durante las noches la temperatura baja significativamente. La población está bien acostumbrada a este clima de extremos y es mejor llevarse encima una chaqueta o un abrigo para luego ponerlo al brazo, que pasar frío.
Las latitudes desempeñan un papel crucial en la viticultura, afectando la amplitud térmica y, por ende, la producción vinícola, explica Gerardo Tisera.
A medida que nos desplazamos –menciona– hacia latitudes más altas o bajas, la inclinación de la Tierra respecto al sol impacta en la cantidad de radiación solar recibida. En latitudes mayores, como en regiones vinícolas del norte o sur, la luz solar es menos directa, generando amplitudes térmicas más marcadas entre el día y la noche. Esta variación térmica favorece una maduración más lenta de las uvas, preservando acidez y aromas. En cambio, en latitudes ecuatoriales, la amplitud térmica es menor, resultando en uvas que maduran más rápidamente y pueden tener perfiles de sabor distintos. Así, las latitudes influyen en la calidad y estilo del vino, definiendo las características únicas de las regiones vinícolas en todo el mundo. “Podemos trazar una línea imaginaria y Chile, Argentina, Uruguay, el sur de Brasil, Sudáfrica y Australia son productores de grandiosos vinos debido a estas características. En el hemisferio norte este fenómeno ocurre también con ejemplos claros como California en EE.UU., Portugal, España, Alemania, Francia e Italia (en Europa) por citar ejemplos renombrados por su calidad”. De ahí que las regiones vineras del planeta están bien definidas.
Para profundizar sus conocimientos, Tisera durante su formación se dio un año sabático y embarcó para Sudáfrica para ampliar su experiencia vitivinícola. “Realmente fue muy muy placentero, en términos de conocimientos, fue muy amplio, porque tienen manejos muy diferentes debido a su clima y sus variedades, aunque considero que lo más impactante fue el sentir cómo la pasión por este mundo trasciende fronteras y culturas”.
Viento zonda
Para aplacar los rigores del clima en Mendoza es vital la irrigación de los viñedos mediante el agua distribuida de la Cordillera de los Andes, en su mayor parte producto del deshielo en verano.
De mayo a octubre está al acecho el viento zonda que cumple un papel vital en la naturaleza y en la región mendocina es una bendición y a la vez representa un peligro para los viñedos. ¿Por qué? Cuando baja a los pies de la precordillera es seco y cálido, sopla con bastante fuerza formando torbellinos que levanta mucho polvo. Sus efectos pueden ser parecidos a una tormenta de arena y quemar la floración de la vid, especialmente. Los cultivos son protegidos mediante muros vegetales formados con elevadas alamedas. De este modo, el viento zonda no golpea de lleno las plantaciones, sino se ve amortiguado contra el colchón arbóreo.
Paradójicamente este mismo viento al poco de nacer hacia el océano Pacífico es frío y húmedo y sube a las altas montañas haciendo que se generen lluvias y nieve en la Cordillera. Esto es lo que posibilitará la presencia abundante de nieve que se convertirá en agua con el deshielo en verano.
Lea más: Vendimia, la celebración de la vida
A pleno sol el viento zonda que sopla en el valle interior de la precordillera acaricia el rostro con un aire muy bien refrigerado que llega con el aroma propio de la montaña.
La botella, el corcho y otros envases
Existen muchos mitos acerca del vino, que se desarman con la enología. ¿La botella de base ahuecada, el peso de la botella, el vino en cartón y ahora en lata? ¿El corcho o lo sintético? ¿Mezclar o no con otras bebidas? Veamos lo que dice Gerardo Tisera.
–Mmm... el tema botellas es complejo porque es cierto que muchas tienen un formato y diseño específico, pero yo puedo comprar cualquier líquido y usarlo en cualquier botella. Por tanto, eso no lo tomaría como referente de nada, cierto es que comunican diferentes cosas cada formato, pero verdaderamente no tiene un standard específico. Puede haber vino malo en una hermosa botella y buen vino en una muy sencilla. Además, por razones ambientales los defensores del medioambiente pregonan el uso de botellas cada vez de menor peso.
El vino en cartón puede ser confuso también porque los famosos tetra bricks son clásicos para vinos de mesa simples, aunque hoy existen otros formatos como los bag in box que pueden ofrecer vinos de gamas muy superiores a los que habitualmente vienen en tetra. El bag in box es un formato interesantísimo que permite que los vinos se conserven sin evolución alguna, al no permitir el ingreso de oxígeno. Obviamente esto no es regla general y mi recomendación es beber, y si gusta, ¡mejor! Hay que perder el miedo a este formato tan simpático y práctico. Lo mismo ocurre con las latas y de la misma manera con los corchos sintéticos o preconstruidos; los nuevos formatos son muy eficientes y llegaron para quedarse. La industria del vino sufrirá cambios en el corto plazo, pues se vio afectada por la pandemia, el consumo de vidrio en la medicina y la crisis de vidrio mundial.
Por tanto, el corcho lo que hace es permitir la evolución del vino en el proceso de añejamiento y las tapas sintéticas o los envases diferentes al vidrio hacen que determinada cosecha o variedad se mantenga tal cual con el sabor de esa producción, sin evolucionar, porque así lo quiso el enólogo.
Bodas de destino
Uno de los últimos grandes cambios registrados en el sector vitivinícola de Mendoza son las bodas en las bodegas que dieron origen al destino bodas para el turismo. En 2022 se celebraron al menos 350 uniones matrimoniales en bodegas mendocinas con los viñedos y cultivos alrededor y la Cordillera de los Andes de fondo.
De las 206 abiertas al turismo, hay 80 disponibles para la realización de una boda que ya es toda una industria en el ramo turístico y vinícola. Los mejores clientes son los brasileños, aunque también varias parejas paraguayas ya dijeron el sí en este escenario.
Silvia Bodigglio, wedding planer, organiza eventos desde el año 2000 y comenta que este nuevo boom incluso lleva a la tentación de solicitar una boda a los pies del Aconcagua, llegada de los novios en globo aerostático o helicópteros.
Bodegas, fincas, estancias y casonas de los más variados estilos están habilitadas para las celebraciones y la organización puede comenzar dos años o tres meses antes. Las actividades incluyen despedida de solteros, preboda, la boda en sí y posboda.
La cantidad de invitados varía y los precios obviamente también. Una boda muy íntima puede costar alrededor de 9.000 dólares o bien alcanzar los 60.000 o 70.000 dólares, conforme a la cantidad de invitados y exigencias de los novios. Para que los novios no corran con los gastos de traslado de los invitados se puede optar por celebrar la boda en época de vacaciones para el ameno encuentro el día de la unión.
La ceremonia religiosa incluye una bendición, dado que no puede celebrarse fuera de la iglesia. El resto lo pone la gastronomía y los finos vinos que terminan con el espumante y ¡chin chin!
Ahh, casi olvidaba, cuando quiera que vaya a Mendoza no deje de probar de postre las peras al malbec. De chuparse los dedos.
Conexión directa
El gobierno provincial de Mendoza busca una conexión aérea directa con Asunción. Tras las gestiones de una delegación durante la Feria Internacional de Turismo (Fitpar-Asunción 2023), se ha logrado una conexión más rápida con una frecuencia semanal de “ruta protegida” a través de la compañía low cost JetSmart vía Aeroparque, ruta que tarda unas cinco horas, comparada con la tradicional de largas esperas en Buenos Aires.
Texto y fotos: Pedro Gómez Silgueira pgomez@abc.com.py
Fotos: Gentileza/Mendoza holidays