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Las intensas lluvias que históricamente han sido la bendición y perdición de Asunción encuentran su lado opuesto en la provincia de Mendoza, en Argentina, donde poco o nada llueve. La población ha aprendido a vivir en un suelo desértico donde reina el sol durante 360 días al año y al acecho del viento sonda. Apenas pueden contar con 300 mm de precipitaciones en 12 meses.
Pero los habitantes de la cuarta ciudad en importancia de Argentina han sobrellevado la aridez del suelo y el rigor de la naturaleza para convertir la región mendocina en un verdadero oasis a los pies de Los Andes que abarca la precordillera, la cordillera central, sus valles y la frontal.
Gerardo Tisera, guía de turistas y sommelier mendocino, nos recibe con mucha hospitalidad en el aeropuerto internacional MDZ Gobernador Francisco Gabrielli. Tras dar la bienvenida, arranca con las claves para vivir y disfrutar al máximo la estadía en su ciudad.
Fue fundada el 2 de marzo de 1561 por Pedro del Castillo en la región de Cuyo entre dos tormentas de arena a pedido del gobernador García Hurtado de Mendoza, hijo del virrey del Perú Andrés Hurtado de Mendoza, como Ciudad de Mendoza del Nuevo Valle de la Rioja. Entonces, la región era parte del Virreinato del Perú y la Capitanía General de Chile. Dada su importancia y ubicación estratégica para el paso de los Andes, pasa al Virreinato del Río de la Plata en 1776, aunque Mendoza siempre mantuvo autonomía y fue una suerte de “provincia rebelde”, lejos de la capital porteña de Buenos Aires y más cerca de Santiago de Chile, hasta la caída de Juan Manuel de Rosas. Un terremoto destruyó totalmente la ciudad colonial en 1861 y se trasladó a un kilómetro del núcleo fundacional con la creación de la trama actual que gira en torno a la Plaza Independencia, una plaza central con sus cuatro plazas satélites circundantes, que datan de 1863.
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La ubicación en zona sísmica es uno de los factores que los ha hecho muy puntillosos a los mendocinos con la planificación urbana. “Esta plaza principal y sus satélites, además otras pequeñas plazas libres extendidas por todos los barrios de la ciudad, sirven como zonas seguras de fácil acceso en caso de temblores”, comenta Tisera.
Verdor de la mano del hombre
Con 2.000.000 de habitantes, en Mendoza todo el verdor tiene que ver con la mano del hombre que ha sabido utilizar un antiguo sistema incaico de canales para aprovechar el agua obtenida del deshielo de la cordillera, almacenada en presas en el valle de Potrerillos, y distribuirlo por toda la ciudad y alrededores mediante una red de acequias. El canal principal Cacique Guaymallén, cuyo trazado data del periodo incaico, atraviesa la ciudad como único río urbano. Además los álamos y otras especies permiten que la urbe ostente las cuatro estaciones del año bien marcadas. En otoño, el colorido de las hojas se torna un poema.
Y como natura no da, el hombre ha creado y diseñado el Parque General San Martín, el más grande de Sudamérica, con un lago, la ciudad universitaria y el estadio Malvinas Argentinas, además de otros emprendimientos en su interior. Tiene 400 hectáreas y fue creado en 1896. “La planificación urbana es estricta, tanto que el alineamiento de árboles y plantas en la vía pública es una obsesión. Mendoza trae consigo el trabajo de nativos e inmigrantes que se esforzaron para poblar una tierra bastante inhóspita. La premisa abrumadora siempre fue sin agua no hay vida”, explica nuestro anfitrión.
“La historia del agua en Mendoza entreteje la ingeniería ancestral y la evolución de la colonización. La Dirección General de Irrigación dirige la narrativa contemporánea, regulando la distribución mediante el eficiente método de riego por surcos y acequias. La distribución se realiza por días y regiones, y el manejo solidario y estricto. El robo de agua está penado con cárcel, en caso de que se produjera.
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Mendoza ocupa la depresión de un valle árido donde solamente el 3% del suelo es cultivable. “En esta tierra tenemos conciencia que el agua es vital para la agricultura y fluye con propósito. El paisaje mendocino encuentra equilibrio en la gestión cuidadosa. Mendoza navega entre la escasez y la abundancia, tejiendo su historia contemporánea con las corrientes que fertilizan sus campos y definen nuestro destino”, afirma al destacar que se combinan los sistemas de riego tradicionales con la más avanzada tecnología. Preservar el agua exige una ingeniería hidráulica en valles y canales para su distribución eficaz. En este tema juega un papel fundamental la conciencia de la población y el compromiso con las futuras generaciones.
San Martín y el vino
Los orígenes del vino en Mendoza se remontan a los tiempos de los monjes. Con ellos para el año 1700 ya se tenían en la región 170 familias dedicadas al cultivo de la vid. Pero un gran precursor fue el general José de San Martín, quien lo utilizó como alimento en su campaña libertadora y para los ganaderos andinos cuando asumió la Gobernación de Cuyo. Son famosas en la anécdota histórica las catas a ciegas de San Martín. Así el historiador Felipe Pigna rescata que por el año 1816 San Martín invitaba a los comensales a probar vino intercambiando las etiquetas de las botellas de Málaga y Mendoza. El resultado para el vino mendocino rotulado como si fuera de Málaga era rotundo: “Exquisito y no tenía punto de comparación”. La revelación del intercambio previo la hacía solo después de la cata para sorpresa de todos.
La premisa del vino como alimento y bebida nacional persiste en la Argentina hasta hoy.
Mendoza pospandemia
Aunque la actividad turística de Mendoza está en estrecha relación con el vino o enoturismo, luego de la pandemia se consolidó y cada vez hay mayor auge en cuanto al turismo de bodas, eventos y celebraciones en los viñedos. También están en auge las reuniones, producciones de películas y celebraciones del atardecer (sunset). Es tal la diversificación que “hasta los divorcios se pueden celebrar”, nos dicen y entre bromas cuentan que en lugar de mate, los fines de semana bien se pueden llenar los termos con buen vino para el día. Eso sí, el conductor designado es una verdadera institución.
Los mendocinos son muy fiesteros y todo el año cuentan con actividades artísticas y conciertos. La fiesta de la vendimia es una gran celebración en marzo y ya lleva 87 ediciones.
Claudia Yanzon, directora de Promoción Turística del gobierno provincial, afirma que Mendoza es una ciudad oasis al pie de la montaña con 896 bodegas, de las cuales 206 están abiertas al turismo.
Y como en otras latitudes, hay un antes y un después en Mendoza luego de la pandemia del covid-19. La región estuvo solo cerrada en ASPO (Aislamiento social preventivo y obligatorio) desde el 15 de marzo hasta el 15 de junio de 2020, pues el gobernador de Mendoza –en histórica controversia con Buenos Aires– “tomó la decisión de ir abriendo paulatinamente para equilibrar la economía con la salud, y comenzó por la gastronomía, autorizando realizar los servicios en las veredas o jardines. En ese momento se sumaron las bodegas proponiendo experiencias gastronómicas en sus jardines con vistas a los viñedos y a la cordillera de los Andes”.
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El septiembre de 2021 el aeropuerto de Mendoza fue el primero del interior de la Argentina, luego de Ezeiza, en habilitarse como Aeropuerto Seguro para recibir vuelos internacionales.
Aparte del sector gastronómico que sacó sus mesas a las calles, la pandemia también ha cambiado las costumbres de los jóvenes, pues antes salían de sus casas a la 1:00 y volvían de la fiesta tras amanecer. Sin embargo, en la actualidad se mantiene la costumbre de las celebraciones que empiezan hacia el final de la tarde y concluyen hacia la medianoche.
Algo que no ha variado es la siesta mendocina, pues la ciudad se paraliza de 13:00 a 17:00 para un reparador descanso de cuatro horas.
Claudia Yanzon invita a toda la familia a vivir Mendoza como “destino turístico multiproductos con una gran variedad de experiencias” durante todo el año, los 365 días.
Tisera agrega que tras la pandemia, Mendoza logró posicionarse fuertemente en el mercado más complicado que fue el interno, mediante las políticas de apertura al turismo respetando el distanciamiento preventivo y obligatorio. “Todo esto nos impulsó a romper una inercia. Fue completamente una bisagra a la hora de reconvertirnos en un destino aun más consistente en materia turística, específicamente el enoturismo”.
Bueno, si quiere aprender a tomar vino y conocerlo a profundidad, visitar Mendoza es la clave. Pero este es tema para otro reportaje.
Cómo llegar
Mendoza es el hub más importante del centro oeste de la Argentina. Tiene amplia conexión terrestre a través de la Ruta Nacional 7 Corredor Bioceánico que une Buenos Aires con Mendoza y Santiago de Chile a través del túnel Cristo Redentor. Por esta ruta también transitan los camiones paraguayos.
En rutas aéreas ha recuperado conexiones directas desde Santiago de Chile, Lima, Panamá, São Paulo y Río de Janeiro. A nivel vuelos de cabotaje, tiene conexión con 16 destinos y a la semana arriban 120 vuelos al Aeropuerto MDZ.
Desde la participación del Gobierno de Mendoza en la Feria Internacional de Turismo del Paraguay - Fitpar Asunción 2023, hace poco se estableció la ruta protegida (dura unas cinco horas), con salidas los viernes con la compañía aérea JetSmart, esperando en breve una conexión directa y sin escalas. JetSmart acaba de cumplir esta semana su primer aniversario de operación en Paraguay.
Más info:
IG @turismo.mendoza
IG @jetsmart_paraguay) www.JetSMART.com