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De sus primeros intentos, que hizo grabando con su celular, recuerda las “cosas espantosas que hacía”. Afirma que decía “esto yo no puedo subir a YouTube. No, no puedo”, cuenta entre risas.
La experiencia mejoró cuando encontró una cámara que dejó su hijo al ir a estudiar a los Estados Unidos. Empezó subiendo videos instructivos para aprender a hacer encaje ju, su primer amor, dice. Recuerda que estudiaba en el IPA (Instituto Paraguayo de Artesanía), y anotaba todo lo que decía la profesora, Ramona Cantero. Fue dibujando los esquemas para entender qué hacer, cómo hacer la puntilla, cómo hacer el cuadrado, etcétera. Fue así que en 2003 hizo un folleto con todas sus anotaciones. Un poco después, también en el IPA, aprendió ñandutí con Eusebia León, y crecieron en ella aún más las ganas de compartir conocimiento.
Herencia en las manos
Cuenta que sus dos abuelas eran muy habilidosas; una tejía a dos agujas, la otra hacía crochet y era modista. “Mi abuela materna mantuvo a sus hijos siendo modista. Y ella siempre me decía, traeme un palito, una aguja y liña, y yo te voy a enseñar a hacer encaje ju”. Pero la abuela falleció sin haberle enseñado. Aprender la técnica hizo que Giselle valorara más el trabajo del artesano. ¿Por qué el artesano? Porque para hacer un mantel en encaje ju, primero se tiene que hacer toda la red, después se va montando en un bastidor, y luego eso se va bordando por partes y después se tiene que poner otra vez en la tela. “Cuanto más se conozca, más se va a valorar la artesanía”.
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Repercusión global
“Se hacen cosas maravillosas”, manifiesta. Ya sea mediante experimentos con flores o mariposas 3D y otras creaciones modernas, la entusiasta instructora de artesanía dijo desde el comienzo que en su canal se enfocaría en enseñar dechados. “Dechado se llama a una figura. Cada figura tiene un nombre. Nunca supe por qué le pusieron dechado. Seguramente porque era un muestrario”, dice.
Cuenta que ella no se dedica a vender, sino que se inclina exclusivamente a la difusión por YouTube, aunque también confiesa que le encantaría enseñar, mediante talleres presenciales y online. Entre sus seguidores del canal hay muchas paraguayas que viven en Estados Unidos o en España; las mismas le escriben y dicen “mi mamá hacía, yo me acuerdo que yo veía, pero nunca aprendía y ahora voy a aprender”, o “a mi hija le voy a enseñar”.
Sus videos son prácticos y cortos, especiales para el mundo de hoy. “Cuando vos tenés el conocimiento ahí en la punta de los dedos es fácil, pero cuando no estás haciendo todos los días es imposible que te acuerdes de todo porque son muchos pasos”, explica y cuenta que muchas personas que miran el canal lo hacen para recordar pasos que aprendieron en algún curso, pero que no practicaron y luego no logran recordar cómo continuar.
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En este momento cuenta con un poco más de 18.000 suscriptores, que para un nicho como el de un canal que enseña a hacer ñandutí es muchísimo. La mayoría de estos seguidores son de Paraguay, pero también recibe muchas visitas desde Argentina y Estados Unidos. Cuenta que también la mira gente, por ejemplo, de Arabia Saudita. Específicamente la sigue una señora que le escribe todas las semanas. “Ella me escribe en árabe, yo traduzco en Google Translator, le escribo otra vez, le hago otra vez una traducción al árabe de mi español y ella me responde. Ella vive en Arabia y hace ñandutí”, cuenta.
Hay gente que descubre el canal y dice “qué maravilla esto, quiero hacer”. Giselle se toma el tiempo de responderles cuando le escriben y les dice que vayan a tal o cual video en tal minuto, que ahí van a encontrar cómo empezar.
Cuenta que sus primeros videos eran muy largos, y con la experiencia se dio cuenta de que debía ir acortándolos, por lo que hoy en día tiene una serie de videos de solo tres minutos cada uno. Comenta que la creación le lleva mucho tiempo, ya que siempre quiere hacer cosas diferentes, no lo mismo de siempre. Estas ganas de innovar la llevaron a hacer sombreros, almohadones, etc. También cuenta que no siempre usa los típicos bastidores de ñandutí, sino que en varios de sus videos muestra cómo hacerlo en bastidores de bordado, o los bastidores con clavos que usan los chicos en colegios. Esto hizo que se ganara muchas críticas, pues le dicen que “eso no es ñandutí”.
A Giselle le encantan los colores y cada cosa que aprende las va anotando y guardando en carpetas. Al tener todo organizado lo utiliza para mostrar paso por paso.
Tiene varios libros sobre el ñandutí, hasta una enciclopedia de los años 60 en la que enseñaban a hacer esta artesanía.
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Habla de la versatilidad del ñandutí para hacer todo tipo de adornos, especialmente para esta época en que se acerca la Navidad. También tiene un diseño muy preciado, que consiste en el molde de las manos de sus hijos, totalmente tejidos en ñandutí. Recuerda que lo hizo por el Día de la Madre.
También tuvo un paso por el ao po’i, arte del cual también posee una vasta documentación elaborada por ella misma, pero por el momento enfoca el canal solo en el encaje ju y el ñandutí. “En encaje ju habré hecho 40 videos más o menos, y los 170 restantes son de ñandutí. Y siempre digo que voy a hacer más de encaje ju porque la gente responde mucho, ya que no existe, no hay en YouTube”. Pero cuenta que el proceso para hacer encaje ju es muy largo, lleva mucho tiempo, y el ñandutí conlleva un proceso más rápicorto. “Incluso yo les enseñé en algún capítulo cómo hacen en Tenerife con un bastidor y con clavitos alrededor. (…) Porque cuando vos quizás querés hacer en serie, tenés que agenciarte también. Es una adaptación del ñandutí”.
Con un poco de ayuda
Comenta que uno de sus hijos está haciendo un doctorado en Informática y los otros dos también están en la universidad. Todos son informáticos, cuenta y añade que ellos le ayudaron mucho, sobre todo al comienzo. “Después ya empecé a volar yo sola, viendo tutoriales de otra gente, ahí yo fui creando mi canal y fui dándole una personalidad”.
Además, explica que también dentro de YouTube tiene toda una comunidad que da ayuda cuando se pide; “otra gente que no sé ni quién es, que es gente de onda y te dice, te ayuda. Y ahora estoy tratando de encontrar, de usar la inteligencia artificial, en eso están mis hijos realmente, no yo, para hacer subtítulos en otro idioma”. Traducir los videos al inglés es un paso que va a dar ahora, porque la gente le escribe de muchos países y no hablan español. “Igual entienden, porque yo hago paso a paso, y solamente enfoco mis manos”.
Cuenta que aprendió a editar los videos también, y durante la pandemia del covid-19 el canal dio un salto, ya que ahí tuvo el tiempo para sentarse a producir. Hoy en día graba cada 15 días un video, pero religiosamente, dice. “Ya tomé una responsabilidad”, enfatiza. Cuenta que ahora, además de expandir el canal mediante membresías, también quiere habilitar Patreon, una plataforma de minimecenazgo; y promete lanzar unos kits para aprender de cero, unas cajitas con materiales y un pequeño folleto con código QR que lleve al canal donde tiene toda la explicación necesaria.
Detalla que tenía 53 años cuando empezó el canal. Ahora cumplió 58 y el canal va por el quinto aniversario. “Entonces yo dije: ‘OK, ahora ya es hora de hacer otras cosas diferentes’. Ahí se me ocurrió lo de los videos de tres minutos, ya que hay gente que es superansiosa, y quiere saber ya, ahora mismo”, dice entre risas y acota que esto funcionó muy bien.
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