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El de talabartero, así como el arte manual de forjar el cuero, es un oficio en vías de extinción. Pero en su momento ha sido una de las actividades destacadas en nuestro país a medida que se iba desarrollando la ganadería.
Basilides Amado Invernizzi nació el 30 de junio de 1937, dos años después de terminada la Guerra del Chaco en Horqueta. Allí aprendió el oficio de la talabartero, trabajo con el cual iba adonde la actividad lo requería. Estuvo por Villa Hayes, Pedro Juan Caballero y varias otras partes del país para ejercer su profesión y jugar al fútbol.
Y precisamente en la Villa Occidental entre partido y partido conoció a la joven Liduvina cuando tenía 15 años. Ella practicaba vóley. “Fue amor a primera vista”, resalta al comentar que un año después ya llegó a pedir su mano en matrimonio.
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Con el noviazgo viento en popa, Amado finalmente recaló en un gran negocio de Asunción, Casa Bordón, una talabartería sobre la calle Colón que después pasó a llamarse Talabartería La Concepcionera, donde cosía y preparaba los artículos de cuero para la provisión a los estancieros del Chaco. Para entonces, su familia ya se había instalado en los alrededores de Trinidad.
Se fue formando su propia clientela cuando decidió independizarse y cuando decidió formar familia con Liduvina montó su modesto taller en el barrio Centro de Fernando de la Mora, donde hizo trabajar a toda su familia.
“Nosotros vinimos a esta ciudad desde Villa Hayes en el 62, prácticamente. En cada cuadra había apenas cuatro o cinco casas, pese a que no estábamos lejos de la ruta. El resto era monte con caminitos por donde la gente debía andar”, recuerda doña Liduvina “Nini” Torres.
Ella nació en plena Guerra Civil, el 12 de abril de 1947, en Villa Hayes, y muy jovencita, a los 16 años, ya se casó en el entonces oratorio de la Medalla Milagrosa en Fernando de la Mora. “Debo reconocer que me siento más fernandina que villahayense porque a los 15 años ya nos mudamos aquí con mi mamá, mi hermana y mi abuela”, destaca.
Su tía, licenciada en obstetricia, quien trabajaba en el pequeño centro asistencial de Fernando de la Mora la ayudó con el nacimiento de sus hijos, especialmente los primeros. La pareja tiene cuatro hijos: Amado Darío (59), Zunilda (58), Orlando (54) y Cristhian Fabián Invernizzi Torres (42).
“Primero estuvimos en alquiler y luego compramos un terreno y empezamos a construir la casita. Nos mudamos antes de que terminara. Vinieron años de muchísimo trabajo y nos iba muy bien”, sigue comentando.
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La pareja era trabajadora incansable y a la par del pequeño taller de talabartería decidió abrir un pequeño almacén de ramos generales frente al antiguo Mercado de Fernando de la Mora, donde actualmente se encuentra la sede de la Cooperativa Nikkei.
“Desde el primer momento pasé a colaborar firmemente con mi marido. El almacén no era grande, pero teníamos de todo un poco. Nos surtíamos del viejo mercado municipal de Fernando donde hoy está la cooperativa, pero después se vendió a los japoneses, así que teníamos que surtirnos desde el Mercado 4 adonde íbamos para hacer las compras en una motoneta”, memora.
Doña Nina recuerda que eran pocos los negocios que existían en la zona y tenía marchantes que llegaban desde la zona de la Curva de la Muerte y el Callejón Zaracho porque “vendíamos cosas que no había en todos los lugares. Tampoco existían los supermercados. Después se abrió uno, llamado Supermercado Colombia, pero luego se cerró”.
“Poco a poco fuimos progresando gracias a Dios y al trabajo incansable de nuestra familia. Los chicos para estudiar iban al colegio Fernando de la Mora por un tape po’i de tierra. Recién después vino el empedrado y la ciudad fue cambiando”.
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Cuenta que el trabajo inicial de la talabartería fue el que apuntaló a la familia. Venían clientes de todos lados y ella le ayudaba a entregar los pedidos muy delicados que tenían gamuza y estaban finamente decorados y dibujados. “Él mismo hacía el trabajo en cuero sin necesidad de moldes. Solamente trabajaba con su cuchilla y la máquina, además de otros enseres que se utilizaban para trabajar el cuero”, refiere y destaca la máquina que se mantiene como una reliquia en la familia.
“Nuestra vida fue sacrificada para llegar a esto. Formar a toda la familia con títulos universitarios y disfrutar de los nueve nietos y tres bisnietas. Dios nos regaló muchísimo y más de lo que pensábamos”, sostiene.
Un percance con suerte
Una anécdota que recuerda siempre la familia es que como Basilides iba al Mercado 4 con mucha frecuencia en busca de mercaderías y faltando unos seis meses para casarse la ansiedad tal vez lo superó.
“Él venía en su moto con la mirada fija hacia el entonces pequeño oratorio de la Medalla Milagrosa donde iba a ser nuestro casamiento. No era nada parecida a la iglesia de ahora. Él se distrajo mirando el oratorio y allí chocó contra una de esas kombi, que además de pasajeros venía repleto de cargas, paquetes y bolsas. El ómnibus había frenado y al impactar dio un salto y hasta se metió adentro por el parabrisas trasero y se rompió el tabique nasal. Tuvo que recuperarse tras una cirugía. Felizmente llegamos bien al 7 de septiembre de 1963, día de nuestro casamiento”. Esta es una de las tantas vivencias y anécdotas que tiene la pareja.
Activa participación en la comunidad
Y cuando la antigua Zavala Cue iba tornándose cada vez más en la próspera Ciudad Joven y Feliz, la familia Invernizzi Torres tuvo activa participación a favor de la comunidad desde el Club de Leones de Fernando de la Mora.
“Entramos al leonismo a invitación del señor Juan de Mata Zaracho, quien fue el que donó el terreno para el club. Era el lugar donde los niños, jóvenes y grandes jugaban partidos y hacían intensa vida de comunidad”.
Desde 1979 decidieron ser parte del Club de Leones donde su marido fue escalando posición, pasando por todos los cargos hasta llegar a ser Gobernador de los Clubes del Paraguay, cuando aún no existían los subdistritos, sino era un solo distrito.
“Recorrimos muchísimo todo el territorio nacional. Teníamos ya un autito en el que nos desplazábamos con o sin lluvia. Nada nos paraba”.
Don Basilides fue distinguido por el premio al “gobernador por excelencia” de la Asociación Internacional de Clubes de Leones. Luego ocupó el cargo de presidente del Consejo de Gobernadores de Paraguay cuando ya se dividió en distritos M1 y M2.
En 1985 representaron a nuestro país en la Convención Internacional de Clubes de Leones en Seúl, Corea, donde hizo su solemne juramento, destaca con orgullo.
Una relación duradera
En los tiempos que corren es difícil imaginarse una relación duradera que ya lleve 60 años o más. “Es difícil mantener una relación sana, en la que podamos comprendernos mutuamente. No nos podemos comparar con aquel tiempo. Así como me dijeron los amores de antes son los amores verdaderos y creo que ahora es más complicado vivir en pareja, pero lo único que podemos pedir a los jóvenes es que si realmente se aman, que se tengan tolerancia, paciencia y se permitan todas la cosas buenas que Dios nos da”.
(Agradecemos la colaboración especial de Antonia Delvalle)