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Rolando Pajón (51) es cubano y nació en Bauta, extremo noreste de la provincia de Artemisa, que colinda con La Habana, Cuba. De pequeño soñaba con ser científico en un poblado rodeado de fábricas textiles, de fósforos y una planta de prótesis y materiales dentales. Quienes no trabajaban en la fábrica se dedicaban a la ganadería lechera y cultivos menores.
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Tal vez por eso, para la gente del lugar, la actividad científica estaba tan lejana como la luna de la tierra. Ricardo Pajón, justamente, recuerda una anécdota en la que la heroína es su abuela Noelia “Mima” Álvarez.
–¿En qué momento de su infancia hizo el click científico?
–Cuando tenía 5 o 6 años, en la escuela, me preguntó la maestra: “¿Qué tú quieres ser cuando seas grande?”. Yo le dije: “científico”. Esto, en un pueblecito muy humilde no era una opción. Y la maestra me dijo: “Eso no es un trabajo. No, no, no... Sea policía, constructor, zapatero, eso (científico) no es un trabajo”.
Sea lo que quiera
Más tarde ese día, Roly llegó muy triste a casa. Y doña Mima notó que algo andaba mal con su nieto consentido, al que criaba con mucho esfuerzo con su abuelo Pipo. “Ella me preguntó si qué me pasaba y yo le dije que quería ser científico y que la maestra me había dicho que ese no es un trabajo”, dice y agrega: “Y mi abuela, que era una española chiquitica, de mucha energía, me dijo: “Vamos a hablar con la maestra de eso”. Fuimos de regreso a la escuela. A mí me sentaron afuera, mi abuela entró a la oficina de la maestra, cerraron la puerta, yo oí una conmoción… (minutos después) la maestra salió y me dijo: “Roly, tú puedes ser lo que tú quieras”.
“¿Qué tú quieres ser cuando seas grande?”. Yo le dije: científico. Esto, en un pueblecito muy humilde no era una opción. Y la maestra me dijo: “Eso no es un trabajo. No, no, no...”Rolando Pajón
Pasaron los años y con el esfuerzo que implica estudiar y meterse de lleno en la vida científica, el Dr. Pajón logró titularse y empezar a trabajar en proyectos de su campo en Cuba. Hasta que en el año 2007, ante la falta de reactivos para un antídoto que estaba desarrollando contra la meningitis, viajó a Calgary, Canadá.
Mucho antes de pisar el avión, él ya había tomado la decisión de no volver. Solo doña Mima sabía de esa difícil determinación y ella no dudó en apoyarlo.
–Lleva 27 años de trabajo profesional. ¿De qué manera construyó su carrera científica en su país natal y cómo dio el salto al extranjero?
–Nací en Cuba, en un pueblo bien modesto a las afueras de La Habana. Siempre quise ser científico y siempre quise ser libre, incluso cuando no sabía lo que era la libertad. En el 2007 me escapé… El salto fue muy duro, dejé atrás a mi familia. A mis hijas, por ejemplo, no las vi hasta casi siete años más tarde. Pero el salto también fue por ellas… quería darles una vida libre y de oportunidad.
–¿De qué se trató la investigación que lo llevó al extranjero y cómo fue que se dio la difícil decisión de no volver a su país?
–La investigación en la que trabajaba era contra meningitis bacteriana. Pero lo que me sacó (de Cuba) fue también la solidaridad humana y de colegas profesionales que en esos años iniciales abrieron sus puertas a mi talento y me abrieron las puertas de sus casas.
Ciertamente, el Dr. Rolando Pajón envió los resultados de los estudios desde Canadá a Cuba, porque esa fue su promesa, pero él, no. Pasó mucho tiempo para que volviera a ver a su Mima y a sus hijas, pero la ciencia era su pasión. De hecho, estaba tan compenetrado con la ciencia en su país que antes de su escape escribía también libros infantiles con la temática científica.
La travesía antes del gran trabajo
Su andar profesional lo llevó a los Estados Unidos y en el año 2018 llegó al laboratorio Moderna, donde desarrolló su trabajo con la biotecnología del ARN mensajero, cuyas potencialidades las había investigado Katalin Karikó (Nobel de Medicina 2023 junto a Drew Weissman) muchos años antes y que en el 2015 había encontrado una nueva forma de administrarlo a ratones, utilizando una capa grasa llamada “nanopartículas lipídicas”, que evitaba que el ARN mensajero se degrade y ayudaba a colocarlo dentro de la parte correcta de las células.
Pero la meta de Pajón era saltar de las pruebas en animales a la terapia para humanos, que es donde se requeriría, porque “salvar vidas” es toda misión de un héroe. Esto fue lo que le convirtió en una pieza clave para el desarrollo de la vacuna contra el covid-19 en tiempo récord.
–¿Cómo llegó a Moderna?
–A Moderna llegué en el 2018… ¡Imagina que manejando desde Indiana hasta Massachusetts, cargando con mil cosas en el carro… y tuve un accidente! Era un viernes y el lunes tenía que empezar. Pues nada… el lunes yo entré por la puerta de la compañía. En esa época, pocos creían en mRNA (ARN mensajero) y menos en Moderna, yo era uno de esos locos.
–Actualmente se dedica a difundir las bondades y potencialidades del ARN mensajero para creación de vacunas en conferencias internacionales. ¿Qué extraña de estar en el laboratorio?
–Del laboratorio extraño el ciclo hipótesis-pregunta-experimento-respuesta y próxima hipótesis… El ciclo de la ciencia en su manifestación más pura. Pasa a todo nivel, pero en el laboratorio es el más puro.
–Cuando participa de las charlas y seminarios, ¿cuál es la inquietud más recurrente del auditorio?
-Va cambiando en el tiempo y son contradictorias también… Por ejemplo, al inicio me preguntaban cómo la pudimos hacer tan rápido (una vacuna contra el covid-19), ahora están empezando a preguntar ¿por qué va tan lento, por qué un combo (de vacunas recién) en 2025?”.
–¿Cuál cree o desea que sea su siguiente paso profesional?
–Mi próximo paso… otra vacuna para salvar vidas, combatir el cáncer y escribir mi próximo libro (aunque no da detalles de qué se tratará).
El mito y el miedo (respecto a las vacunas) siempre van a existir… Tenemos que asumir que son parte de nuestra naturaleza humana, y eso lo combatimos con educar, enseñar, darle a la audiencia las herramientas y el proceso para aprender. Ese es el camino.Rolando Pajón
–Hay mucho mito y miedo con respecto a las vacunas, ¿cómo se combate eso?
–El mito y el miedo siempre van a existir… Tenemos que asumir que son parte de nuestra naturaleza humana, y eso lo combatimos con educar, enseñar, darle a la audiencia las herramientas y el proceso para aprender. Ese es el camino.
–Cuando no está trabajando, ¿qué le gusta hacer en su tiempo libre?
–Mi tiempo libre… tengo poco, pero es para pasarlo con la familia, hacerlos parte de mis planes y yo de los suyos. Compartir con mis hijos e hijas, mi esposa, mis amigos. Me gusta cocinar (lechón asado, frijoles negros, arroz blanco, yuca con mojo cubano) escuchar y bailar reguetón y salsa.