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A más de un siglo del inicio de todo, el sonoro oficio de hacer arpas y guitarras podría morir con don Aurelio Ruiz Díaz, pues su hijo y nieto se dedican más a la venta y no a la luthería o al arte de fabricar el instrumento de cuerda.
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Cuenta la historia que don Sebastián Chávez (1866-1951) elaboró la primera guitarra en la ciudad a pedido de un amigo de origen español, quien llegó a Luque hacia el 1900, ofreciendo baratijas y traía a cuestas una guitarra flamenca. El español, a quienes todos conocían como “macatero”, se enamoró de una luqueña, se casó y a partir de allí comenzó una amistad con el audaz carpintero y hojalatero, que vivía en la décima compañía Cañada Garay.
Según el relato popular, un día el español se vio forzado a vender su guitarra, pero antes le pidió a su amigo carpintero que lo ayudara a hacer otra; y así a base de tanteo y error nació la primera guitarra luqueña, cuyo modelo se hizo sobre una chapa tipo zinc para luego tallar en madera. Esa primera guitarra tuvo cuerdas de tripa de caballo con puentes de hueso de vaca, pero la acústica resultó bastante buena.
Don Sebastián, debido a su habilidad como carpintero, con el paso del tiempo fue mejorando la técnica, y gracias a su amigo macatero consiguió vender sus primeras guitarras. Sebastián tuvo cinco hijos varones, a quienes inculcó el oficio: Prisciliano, Cástulo, Ambrosio, Marcelino y Espirilión Chávez, este último es el tatarabuelo de don Aurelio Ruiz Díaz.
El sonoro oficio fue pasando de generación en generación y así don Aurelio aprendió el trabajo de su padre, Ramón Ruiz Díaz Chávez, desde los 10 años; hoy tiene 72 años.
“Toda una vida hace que hago arpas y guitarras. Lo aprendido lo transmitimos a la siguiente generación, pero conmigo parece que va a terminar el arte de hacer guitarra, porque mi hijo y mi nieto se dedican a la venta, muy poco están conmigo en el taller para aprender el oficio. Mi nieto quiere estudiar, tiene 13 años, aún tengo tiempo de enseñarle este oficio para que continúe con la tradición”, dice don Aurelio con aire un tanto de melancolía.
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La humilde carpintería familiar sigue en el mismo sitio donde todo comenzó, en el kilómetro 18 de la ruta Luque-San Bernardino, en la compañía Cañada Garay. Se cambió el techo de paja, por el de zinc, pero las corroídas paredes siguen siendo testigos silenciosos de la dedicación del último luthier luqueño descendiente directo de don Sebastián.
“Cada arpa o guitarra es una pieza única, ya que no cuentan con moldes para reproducirlo en cantidad, se hace de a uno, con empeño y creatividad. Vamos innovando para poder estar a la vanguardia. Hacemos varios modelos para cumplir con las exigencias del mundo musical”, menciona Aurelio.
Munidos de escasas herramientas, muchas de ellas muy rudimentarias, y una buena dosis de creatividad, transforman cada pieza de madera en verdaderas obras de arte.
Selección de madera
Aurelio Ruiz Díaz explica que el proceso para hacer una guitarra o un arpa se inicia con la selección de la madera. Después se comienza a dar forma a cada una de las partes de los instrumentos musicales (mango, tapas, puente y diapasón). En cuanto a las maderas utilizadas, sostiene que preferentemente se emplea el cedro y el pino para las guitarras económicas y el guajubira del Brasil, jacarandá de la India y el algarrobo para las guitarras de mayor calidad y durabilidad. Posteriormente, le dan formas, hacen el pegado y lijado de la madera. Una vez terminado el instrumento se le pasa barniz poliuretano en diferentes tonalidades.
La terminación juega un papel primordial para la buena presentación de un instrumento, la selección de la pintura y los colores hacen que cada arpa o guitarra se destaque sobre un escenario.
Don Aurelio explica que las maderas más utilizadas para la caja son: pino canadiense, cedro, petereby; para el puente y diapasón se usa guayacán del Chaco y nazareno; y para los protectores naranja agria y ébano; mientras que para el mango de la guitarra se utiliza lapacho. Similares maderas se usan para el arpa y el requinto.
La venta de instrumentos
Ever Ruiz Díaz, hijo de don Aurelio, se encarga del local de venta de las arpas y guitarras cuyo nombre de fantasía es Guarania. El sitio se encuentra en el microcentro luqueño, en la esquina de la avenida Corrales y Balneario Camboriú.
Allí, con verdadera diligencia, Ever explica a los eventuales compradores las virtudes de cada instrumento, así como la variedad de madera que es utilizada para la creación. También se encarga de hacer reparaciones de los instrumentos que son traídos por los clientes.
“Yo me encargo de vender las creaciones de mi papá. Él ya no tiene tiempo para eso, entonces me ocupo de la parte de la venta, también hago las reparaciones aquí en el local”, cuenta Ever.
Agrega que el costo de la guitarra varía de acuerdo a su modelo, durabilidad y formas, que va desde G. 500.000, que son las más económicas; los requintos rondan G. 1.700.000, y el arpa, G. 2.800.000.
Nuevos productos
Además de la guitarra clásica o criolla, la empresa familiar busca introducir nuevas creaciones para colocarse a la vanguardia, así elaboran el ukelele, instrumento tradicional de Hawái, pero que es muy buscado por las mujeres y niños en nuestro país. También las guitarras Florentinas, Jumbo, Jason y Gondín.
Trabajan con don Aurelio y su hijo Ever; Denis López y Roberto Orué (guitarristas) y Carlos Ruiz (lustrador).