El sueño húngaro que llegó a una plaza asuncena

El mundo entero atraviesa cambios y las migraciones marcan nuevos destinos. Paraguay, dentro del contexto socioeconómico global, se ha situado entre los países sudamericanos que abren sus puertas a personas de diferentes culturas. Balázs Palkovics y Judit Sebo, húngaros, viven hace un par de años en Asunción llevando a cabo su sueño gastronómico.

Langos
Los langos húngaros, una delicia que llegó a Paraguay para quedarse.

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La feria agroecológica de la Plaza Italia se ha vuelto una sana opción de recreo y compras saludables los fines de semana en Asunción. Su éxito radica en la exposición de alimentos y productos artesanales. Aquí llega todo tipo de público en busca de algo conocido y delicioso o algo nuevo para disfrutar.

En uno de los puestos encontramos a Balázs Palkovics (Blas, 50) y Judit Sebo (45), un matrimonio húngaro con dos hijos adolescentes. Ellos llegaron a nuestro país hace pocos años, ni bien se abrieron las fronteras tras la pandemia. Aquí hacen un pan húngaro llamado lángos, de ahí el nombre de su emprendimiento en Paraguay, Langopy.

Langos
En Plaza Italia. Blas y Judit ocupadísimos atendiendo a su clientela asuncena que crece cada día más.

“Venimos de Hungría, un país relativamente pequeño en el este de Europa Central, pocas personas saben que tiene uno de los paisajes más asombrosos de Europa. Vivimos en Budapest y también estuvimos un tiempo en Székesfehérvár, una ciudad situada cerca del Lago Balatón, una joya turística, algo parecido, por su belleza y cercanía a la capital del país, al Lago Ypacaraí –donde lamentablemente por la contaminación no se puede entrar a nadar–.

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Blas y Judit aún están aprendiendo el idioma español, mientras tanto se comunican en inglés. Desde que llegaron han puesto manos a la obra para el sustento diario y progresar. “No ha sido fácil, tenemos nuestras familias en Hungría, los extrañamos, no los hemos dejado completamente atrás”.

En Hungría desarrollaron diferentes habilidades laborales, Blas trabajaba en informática y Judit estaba empleada como investigadora en museos y bibliotecas. Pero lo más fuerte, lo que tenían en común era el amor por la gastronomía.

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En Hungría, donde dejaron sus afectos familiares, su ciudad, sus costumbres. “Acariciamos durante muchos años la idea del pequeño negocio en el extranjero"

Cuentan que siempre estuvo el sueño de comenzar algo juntos. “Acariciamos durante muchos años la idea del pequeño negocio en el extranjero. Blas tiene certificación en catering, su gusto por la gastronomía viene de los abuelos, quienes toda la vida trabajaron en el rubro de la cocina y los restaurantes”.

El sueño que tenían era quedarse en Europa, pero los costos para iniciar un negocio se hacían demasiado altos y las reglas muy estrictas, “cambiamos de dirección y empezamos a proyectar el mismo sueño en América del Sur”. En principio el destino era Uruguay, pero llegó la pandemia y canceló todo; no obstante, no desistieron. Pasado lo peor, cuando se abrieron las fronteras, llegaron a Paraguay. “Unos compatriotas que residían acá nos lo recomendaron, estamos felices de haber tomado la decisión de venir”, afirman.

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Dejar su país para abrazar uno nuevo

Esta pareja de emprendedores no gusta hablar de temas políticos, aun así responden a su manera a nuestra pregunta sobre la situación de su país en este momento a nivel nacional: “Podemos decir que Hungría está absolutamente dividida ideológicamente, hay un fuerte contraste entre las dos partes de la sociedad, a tal punto que en cada ayuntamiento es necesario tener dos pubs, uno para cada lado”.

Los dos partidos políticos más relevantes son el Partido Socialista Húngaro (socialdemocracia) y Fidesz Unión Cívica Húngara (democracia cristiana conservador).

“Desafortunadamente, la tolerancia es muy baja y todo esto nos parece deprimente y desalentador. Sabemos bien que la política de Hungría es fuertemente divisiva a nivel internacional. Esto también formó parte de nuestras razones para intentar vivir y trabajar en otro lugar, quisimos alejarnos de todo el sistema”.

–¿Qué sabían de Paraguay?

JS: Sabíamos algunas cosas por conocidos, lo cual en parte era correcto y en parte desactualizado. Muchas fuentes mediáticas hablan de la felicidad general de los paraguayos; sin embargo, algunas personas ya no parecen estar tan satisfechas y felices, aunque la mayoría todavía se aferra convencida a esta mentalidad de alegría permanente.

BP: Lo mismo percibimos con el tema de los precios baratos de las propiedades y el costo de la vida, también es información vieja. En comparación con los salarios, los precios son relativamente altos, aunque siguen siendo más baratos que en muchas partes del mundo, incluyendo Hungría. Todos y cada uno de los días nos sorprendemos de cómo la gente se las arregla aquí. Puede que haya algún secreto para soportar los tiempos duros, porque siguen y dicen “tranquilo” y “suerte”. ¡Esta actitud nos asombra, nos genera admiración!

CDE
Entrar por CDE, promocionada como un lugar donde el negocio, mejor o atravesando crisis, siempre florece, da al turista o migrante mucha esperanza. De aquella primera impresión, Blas y Judit recuerdan el cablerío, "parecía caótico y peligroso, hoy vemos que pasa en muchas otras ciudades del país, en cierto modo, nos hemos acostumbrado", dicen.

–¿Qué primera impresión tuvieron?

BP: Entramos por CDE, por el Puente de la Amistad, nos sorprendieron las calles con un tráfico ruidoso y loco, ¡además de tantos cables! Parecía caótico y peligroso. Después de pasar dos años aquí, entendemos que pasa en muchas otras ciudades del país y, hasta cierto punto, nos acostumbramos.

JS: Cada día conocemos más a la gente. Nos gusta mucho la costumbre de tomar tereré y mate como rutina diaria; el termo simboliza el estilo de vida de los paraguayos. La mayoría de las veces nos encontramos con personas amables y serviciales, con las que es bastante fácil llegar a una solución.

–¿Qué experiencias negativas vivieron?

JS: Muchas veces la pérdida de tiempo, la procrastinación, los plazos siempre cambiantes, la burocracia complicada. La inseguridad de los autobuses, cuando la gente debe subir o bajar, literalmente la gente arriesga su vida. Y, lamentablemente, también tuvimos, como otros visitantes del país, algunas malas experiencias con multas que fueron un robo.

–¿Cómo se están llevando con el idioma?

JS: Aprendemos después de vivir muchas situaciones graciosas, porque nuestro castellano todavía es muy básico y muchas veces nos malinterpretan o también nosotros nos equivocamos en lo que nos dicen.

–Probablemente tampoco la gente acierta de dónde vienen.

La mayoría piensa que somos alemanes o americanos. Pero a veces nos sorprenden personas bien informadas que ya visitaron Hungría o están interesadas en su historia por alguna razón, sin tener necesariamente ascendencia húngara.

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Delicias húngaras a la par de la pizza y el lomito

“Llegamos muy convencidos respecto a nuestro proyecto de comida callejera. El mismo incluye también traer ingredientes irreemplazables hasta los diseños para nuestro futuro local”, dicen entusiasmados, aunque también señalan que trabajan duro para lograr su objetivo, mientras las circunstancias no son tan generosas.

Langos
El lángos es un pan plano, una especialidad húngara que hoy tenemos en Asunción de primera mano. ¡Hay que probar!

“Uno de los mayores obstáculos es que el diseño de la ciudad (Asunción y Gran Asunción) no favorece pasar el tiempo libre después de la jornada laboral. Buscamos vida y bullicio en el centro de la ciudad y no lo encontramos, excepto los días de feria. En el centro faltan urgentemente aceras que permitan andar en bicicleta y espacios para que la gente pueda ir a relajarse y consumir.

Dondequiera que lo hagamos langos se vuelven populares en un instante; por eso uno de nuestros objetivos es hacerlo tan conocido como la pizza y el lomito. Nos gustaría integrar a la cultura paraguaya la buena onda de comer langos”.

Pero también tienen más alimentos tradicionales en stock que ofrecer: gulyas, porkolt, varios platos de verduras hervidas; los famosos kurtos (un pastel dulce antiquísimo) y palacsinta (una especie de crepe relleno). “Además, estamos preparando una variedad de lácteos fermentados, imprescindibles en la cocina húngara: tejföl (crema agria liviana), kéfir caucásico, túró (quark) y yogur, todo ellos probióticos.

Palacsinta
Palacsinta, panqueques dulces húngaros, otra delicia internacional que podemos disfrutar el fin de semana en Plaza Italia.

Muchos planes y ganas de viajar

Además de la gastronomía, Blas y Judit tienen otras ideas y planes, pero todo necesita tiempo. “Por ejemplo, tenemos un dron que trajimos para poder hacer videos de eventos, ferias, bienes raíces, etc.”. A la par de encauzar sus sueños, asumen obligados desafíos como el calor y los mosquitos. “Blas y yo soportamos bastante bien, aunque 42 grados puede ser muy difícil; nuestros hijos –en cambio– preferirían un lugar más fresco”.

El trabajo logra hacer pasar el tiempo y las dificultades, “dedicamos muchísimo tiempo a organizar nuestro trabajo, hacer planes, cálculos, negociaciones, adquisición de materiales y equipos. Además, la burocracia está presente todos los días, imposible librarse de ella”.

–Sudamérica puede ser una aventura arriesgada, pero tiene muchos lugares para disfrutar y admirar.

Casi no hemos visto nada todavía, excepto una pequeña parte de Brasil, de Paraguay y de Argentina. Nos gustaría visitar el océano, las montañas, los lagos, las cascadas… ¡Hay tanto que ver!

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