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Pese a los ensayos de los días previos, a la organización se le escaparon algunos imponderables que le dieron color a la jornada del pasado martes 15 de agosto. Así también se vieron detalles de originalidad como la banda presidencial de Santiago Peña hecha en ñandutí rojo, blanco y azul por manos artesanales.
Esa mañana también hubo dos momentos en que las salvas de la artillería hicieron su saludo de 21 salvas. Una bien temprano por el aniversario número 486 de la ciudad de Asunción y luego, tras el juramento del nuevo presidente Santiago Peña quien estuvo acompañado de su esposa Leticia Ocampos.
Con ella subieron más tarde a un Rolls Royce color azul noche para trasladarse desde el Palacio de López a la Catedral Metropolitana para el Tedeum. Varias delegaciones internacionales llegaron en los vehículos oficiales hasta el lugar. Algunos prefirieron degustar las famosas empanadas del Lido antes que ingresar al recinto religioso.
Algunos curiosos además de niños se acercaron al Rolls Royce para verlo de cerca, tocarlo y aprovechar para tomarse la tradicional selfie.
En cuanto a tomas fotográficas curiosas, se vieron algunas vistas aéreas tanto del recientemente remozado Palacio de López, así como del Panteón Nacional de los Héroes y sus plazas circundantes.
En cuanto a la tenida femenina, hubo un inusual número de mujeres vestidas de blanco pleno, tiza o marfil, como si las diseñadoras locales se hubieran puesto de acuerdo para lanzar a sus clientas al evento con colores, modelos y bordados similares. Aunque este color no es incorrecto para el tipo de ocasión, si llamó la atención la gran cantidad de invitadas de punta en blanco.
En cuanto al protocolo, algunas descoordinaciones quedaron al descubierto como el momento de ascenso y descenso de los invitados a la hora del Tedeum. Los encargados del tránsito priorizaban más la circulación de vehículos antes que a los ilustres peatones que esperaban para cruzar.
Subir a la tarima de prensa representó un deporte extremo con la instalación de una infame escalera empinada de 45 grados que era más bien un peligroso tobogán al cual debían treparse los trabajadores ataviados de sus pesados y delicados equipos. Un síntoma de lo que se avizora una empinada relación del nuevo Gobierno con la prensa.